Miguel Muñoz *
“Es aquí, ¿no?”. A la mujer le basta esa simple frase y una mirada cómplice para asegurarse de que está en el lugar correcto. Un lugar de reunión que cambiará varias veces. Porque prácticamente nadie de los asistentes sabe dónde va aunque tenga muy claro por qué y a qué. Estamos en las inmediaciones del Parque del Retiro, esperando para comenzar una jornada de escrache con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Madrid. Sólo sabemos la hora y el lugar en el que discretamente se ha convocado a activistas y a algunos periodistas y fotógrafos. Minutos después, unas 50 personas aproximadamente ya protestaban, pancartas en mano, frente al número 21 de la Calle Jorge Juan, muy cerca de la calle Velázquez. “Estamos en un edificio donde tiene domiciliadas varias empresas Rodrigo Rato”, señalaba a través del megáfono uno de los portavoces de la PAH, desvelando el porqué de la elección del lugar señalado.
Ayer, jueves 22, acontecía la segunda acción de protesta (escrache) oficialmente convocada en Madrid por la PAH tras la realizada el día de San Isidro frente al Ayuntamiento de. La plataforma anunció al comienzo de la campaña electoral que convocarían una serie de actos para “señalar a quien protege a la banca: el PP”. Además, junto con otros colectivos, presentaron el día 14 una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa y ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) por vulneración de derechos y libertades fundamentales en España como el derecho a la vivienda y a la manifestación. También se han desarrollado escraches en ciudades como Barcelona o Valencia, entre otras.
Pasadas las 18:00, el grupo de activistas de la PAH comienza a moverse del lugar de reunión. “Así parecemos todavía un grupo de turistas”, comenta en voz alta uno de los asistentes entre risas. “Voy a repartir las pancartas, guardadlas un poco para que no se vean”, grita una mujer mientras todas las personas presentes se acercan a coger las cartulinas con fotografías de Rodrigo Rato, Miguel Blesa, Francisco González, Isidro Fainé o Ana Botella, entre otras personalidades. “Juicio y castigo” es el lema que se puede leer en ellas. Aún sin saber dónde nos dirigimos exactamente, la mitad del grupo enfila la calle Velázquez y la otra parte da un rodeo por calles aledañas. Es en esa importante vía madrileña donde ya se comienzan a “desenfundar” las pancartas citadas, a las que acompañan otras circulares de colores rojo y verde con lemas como “Vuelven a especular con los pisos que nos quitan”, “Sí se puede” o “184 desahucios al día”.
Enseguida llegamos al punto en el que los dos grupos se vuelven a juntar, la calle Jorge Juan, número 21, un edificio que se intuye de oficinas pero en el que sólo vemos como signo externo un cartel con el nombre de un notario. Pasan pocos segundos hasta que Luis Chamarro, uno de los portavoces y coordinadores de la PAH Madrid, coge el megáfono. “Aquí se encuentran domiciliadas varias de las empresas de Rodrigo Rato, ese es la justificación de por qué estamos aquí”, señala. Inmediatamente comienzan los gritos al unísono: “Rato, Rato, no nos vendas barato”, “No es una crisis, es una estafa”, “Este es el despacho del mamarracho”, etc.
Chamarro, en declaraciones a cuartopoder.es, afirma que “cualquier día es un buen día para señalar a los responsables de lo que está ocurriendo”. “Venimos a señalare porque lleva años beneficiándose y tratando de eludir sus responsabilidades. Es el ejemplo más flagrante de lo que es la perversión de la política o lo que es el poder de las finanzas controlando la política.”, continúa. Para el portavoz de la PAH, la lucha es más necesaria que nunca. “A muchos de nosotros no nos queda otra opción que pelear todos los días para que esto se acabe, porque ni tenemos esperanzas de trabajo ni posibilidades de iniciar actividad autónoma o empresarial porque estamos descapitalizados”.
Condicionar la realidad política
Preguntado por la concienciación ciudadana con este tema y si puede influir de algún modo en las elecciones europeas, Chamarro se muestra orgulloso de la valoración obtenida en diferentes sondeos sobre la aprobación social que tienen las acciones de la plataforma. “Nosotros no pedimos el voto pero tratamos de condicionar la realidad política mediante las exigencias a los partidos que gobiernan o aspiran a gobernar, o a aquellos que siendo minoritarios no acaban de dar la cara como entendemos que tendrían que darla”, finaliza.
Mientras, siguen los gritos. “Terrorismo es los desahucios del PP”; “De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue cueste lo que cueste”, “No permitimos ni un desahucio más”. Un activista pega un par de carteles en la fachada de portal y son quitados por el portero de la finca. Todo transcurre con tranquilidad e incluso algún hombre trajeado debate sobre la banca con uno de los integrantes de la PAH. La presencia policial es inexistente y los incidentes no pasan de un hombre mayor que pasa enfadado al edificio gritando algo no demasiado amable aunque sin ninguna consecuencia.
A las 19:00, Chamorro vuelve a hablar por el megáfono. “Compañeros, una hora teníamos prevista de acción. Dos actos, dos éxitos”. La gente comienza a retirarse tras unos versos en clave de chotis dedicados a Rato, protagonista de la denuncia. “Hemos acabado, salud para todos. Recoged las carteles, que no tenemos”, anuncia Chamarro, al que sus palabras le vuelven a seguir el clásico “sí se puede” y un “hoy nos vamos, mañana volveremos”.
Para Aída, integrante de la PAH, “este tipo de acciones están saliendo muy bien y no van a parar hasta que esto cambie”. “Estamos amparados por la Constitución, es justicia para el pueblo y al pueblo le toca asumir esta responsabilidad para que se escuche nuestra voz. No estamos cometiendo ningún pecado y continuaremos adelante sin temor y nada que nos pueda hacer cambiar de rumbo. Esto es lo que quiere la ciudadanía y lo vamos a conseguir”. Nuestra conversación se ve interrumpida por otros activistas que dicen, “vámonos, vámonos”.
Una furgoneta policial acaba de aparecer y los manifestantes avanzan para tomar la calle Velázquez. La concentración ya había concluido y el grupo se marcha por la misma ruta de la ida aunque ahora seguidos por cuatro policías nacionales a pie. La tranquilidad es absoluta pero dos manzanas después los funcionarios paran a dos jóvenes junto a una esquina y les piden la identificación. Después a otro más. “No estamos reprimiendo, estamos haciendo nuestro trabajo que es pedir la identificación de las personas”, contesta un policía a un veterano activista que le pregunta por qué reprimen. Un amigo de uno de los identificados no para de hablar: “Encima que nos quitáis las casas, no nos dejáis ni manifestarnos”, comenta. Al final, él también es identificado. “Tienen que coger a alguien para saber quien somos”, grita una mujer.
La acción ha terminado pero la gente no se ha ido. Uno de los chicos no lleva el DNI y es subido a una furgoneta policial para que se le compruebe su filiación. Algunos compañeros preguntan cuál es la comisaría más cercana. Otros se preocupan porque a los identificados les puedan llegar multas, algo que niega, con cierta sorna, uno de los responsables policiales. Sorprendentemente, el joven sale enseguida de la furgoneta. Aplausos y de nuevo el grito de “sí se puede” finalizan definitivamente la jornada.
Se vuelve a demostrar que la gente no se distancia de la política, sino que son los bipartidistas quienes se alejan de la realidad social. http://wp.me/p2v1L3-w0