Ni la sangre va a llegar al rio, ni va a haber ruptura, ni el PSOE y el PSC van a tirar electoralmente cada uno por su lado. Y no sólo por lo que les conviene, que todos saben que es mucho si quieren volver a gobernar tanto en Catalunya como en el conjunto de España, sino, sobre todo, dicen ellos mismos, porque comparadas con lo que les une las diferencias que se han generado tras el debate independentista provocado por Artur Mas (el derecho a decidir de los catalanes en concreto) son absolutamente superables por la convicción muta de que, al final, no habrá referendo y que, de haberlo, ganarán defendiendo que Catalunya siga dentro de España, algo que ambos defenderán hasta el final.
La división en el voto sobre el derecho a decidir que se produjo en el Congreso será una razón más para evidenciar que el entendimiento es total, pero dentro de la autonomía de cada partido, según fuentes de la dirección. Es más, hay quienes señalan, tanto en el PSOE como el PSC, que la polémica les favorece a ambos porque permite al PSC defender sus postulados en Cataluña (votó por el derecho a decidir en el Parlament y en las Cortes porque, de no haberlo hecho, “nos situaríamos en la marginalidad”, en palabras de Pere Navarro, su líder) y, al tiempo, evidencia que el PSOE no está dispuesto a realizar la menor concesión política a los independentistas catalanes, aunque sea al precio de embroncarse con sus hermanos socialistas catalanes.
En cualquier caso, tanto responsables próximos a Alfredo Pérez Rubalcaba como a Navarro han asegurado que su pretensión es que la negociación de un acuerdo de sostenimiento de las relaciones entre ambos partidos se acelere. Ni siquiera desean esperar a la Conferencia Política de octubre, en la que se deciden los Estatutos y el programa del PSOE, para escenificar un hermanamiento que consideran que no se ha roto. Dirigentes del PSOE y del PSC fueron contundentes días atrás al señalar en privado que el pacto se alcanzará “antes del verano”. De hecho, para justificar lo fácil que será alcanzarlo, precisan que antes de la crisis “teníamos casi un acuerdo cerrado que lo único que tenemos que hacer ahora es replantearlo” introduciendo pequeñas modificaciones. Tan pequeñas, por cierto, que el PSC ni siquiera se pretende reclamar un grupo parlamentario propio en el Congreso en tanto mantiene el grupo del Senado, Entesa Catalana de Progrés, al margen del PSOE y del que forman parte parlamentarios de ERC e ICV.
En el Congreso, los socialistas catalanes seguirían igual, con un subgrupo extraoficial dentro del Grupo Parlamentario Socialista, al que retornarían los responsables expulsados por no votar con el PSOE contra el derecho a decidir de Catalunya, y en el que, por ejemplo, cuentan todavía con una estructura propia de prensa. Además, al margen de que la ley lo prohíba, como el formar grupo propio si las fuerzas han ido juntas en la misma propuesta electoral –que es caso PSOE-PSC-, también se ha dejado en su puesto a Teresa Cunillera, miembro de la Mesa del Congreso en nombre de los socialistas catalanes que votó contra el PSOE. Además, el PSC seguirá sin pronunciarse como tal por ningún candidato del PSOE en primarias, como ha hecho hasta ahora, porque hay estatutariamente libertad de voto de los comisarios, lo que pasó hasta con Carme Chacón en el Congreso del PSOE de Sevilla que se celebró hace un año.
El nuevo acuerdo PSOE-PSC cuajará al tiempo que se concreta el proyecto de España federal que está elaborando el presidente de Andalucía y al tiempo presidente del partido socialista, José Antonio Griñán. No cabe duda, afirman en el PSC, de que el eje Catalunya-Andalucía, decisivo en el seno del PSOE de cara a controlar un futuro Congreso partidario y la elección del futuro candidato y líder del PSOE, sigue tan vivo que será decisivo en la recomposición de las relaciones entre ambos partidos. La propuesta federalista, según Navarro, quien no oculta su “muy buena” relación con Griñán, reclamará un nuevo marco de relaciones con el resto de España que garantice el Estado de Bienestar en todas las autonomías. Aunque, añaden, que dentro del federalismo, una vez garantizadas las necesidades del conjunto en el reparto económico, se afronten las exigencias de territorios como Catalunya conforme a un pacto fiscal. O, como señala Juan Fernando López Aguilar, el portavoz conjunto de los eurodiputados del PSOE y el PSC, incluso se recojan en un proyecto común los hechos diferenciales que aseguren, de una vez por todas, el reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña y del País Vasco en la Constitución.
En todo caso, la visión es clara desde las dos orillas del socialismo hispano. Por un lado, el PSC, sus dirigentes afirman que si acudieran divididos a las próximas elecciones, sean las que sean, se produciría “una derrota sin precedentes”. Desde Madrid, son más precisos. Piensan que, sin ir junto al PSC, no volverán a gobernar en España. O sea…