La conmoción recorre la vida política española y mantiene en estado de shock al presidente del Gobierno y del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy Brey, tras la aparente evidencia de que él y sus compañeros de la dirección del partido recibían cantidades constantes y periódicas de dinero negro del extesorero Luis Bárcenas. La contabilidad oculta de Bárcenas y Álvaro Lapuerta –exdiputado por La Rioja, que se jubiló en abril de 2008--, publicada por El País, revela pagos nicomédicos (por detrás) desde 1990 hasta 2008. Durante once años de ese periodo de 18, con José María Aznar López y el propio Rajoy al frente del PP sucesivamente, los presidentes y secretarios generales figuran en la documentación publicada por el diario de Prisa como perceptores de cantidades de dinero, primero en pesetas y después en euros. En las anotaciones aparece María Dolores de Cospedal, la secretaria general designada por Rajoy en 2008, como receptora de dos pagos millonarios.
Aunque la información dio la vuelta al mundo, con un gran impacto negativo para la “marca España”, Rajoy no dio la cara. Fiel a su línea de escurrir el bulto, el jefe del Gobierno ordenó a su secretaria y presidenta de Castilla-La Mancha salir a la palestra y negarlo todo. Cospedal cumplió la orden como mejor pudo. Pero la credibilidad de una dirigente que en círculos de confianza se ha jactado de cortar prácticas corruptas en la Comunidad de Madrid, de la que fue consejera, y en el partido, ha quedado capidisminuida al figurar en la cuentas B de Bárcenas.
¿A qué espera Rajoy para dar la cara? El sábado ha convocado reunión extraordinaria del comité ejecutivo. ¿Busca el refrendo de una dirigencia más o menos embadurnada para ofrecer una explicación coherente y creíble a la ciudadanía? Hasta el momento, el presidente y su equipo se han esforzado en exculpar a Barcenas del caso Gürtel –“Nadie podrá demostrar que no es inocente”, dijo Rajoy--, en defenestrar al juez Baltasar Garzón que investigó la trama corrupta y en facilitar una amnistía fiscal a la medida de sus necesidades. Incuso, cuando el miércoles, Rajoy tuvo la oportunidad de aclarar el comportamiento y la fortuna en Suiza de su tesorero, optó por escurrir el bulto con la oferta de un “pacto contra la corrupción”.
Escuchar la palabra “pacto” de boca de un presidente con mayoría absoluta que ni siquiera acepta el compromiso de crear un fondo de 20.000 millones de euros para fomentar el empleo en “un país que se desangra” (Cayo Lara dixit), con 6 millones de parados y más del 50% de la juventud en paro, resultó ciertamente chocante. Algo grave estaba pasando. Bárcenas estaba cebando la bomba que, como dijo Lara, “le acabará estallando al Gobierno”. Escuchar la palabra “pacto” en boca de un jefe de Gobierno que se ha caracterizado por un estilo de mando sin diálogo ni concierto en el Parlamento ni con los sindicatos era, en todo caso, muy chocante.
Rajoy sabía que su tesorero le había vinculado a su cuenta millonaria en el Dresdner Bank de Ginebra, en la que manejó 22 millones de euros (4.000 millones de las antiguas pesetas). En la documentación del banco, su nombre figuraba entre los amigos y valedores de Bárcenas, por delante del exsenador Luis Fraga, sobrino del presidente fundador del PP, Manuel Fraga, y del presidente de la sociedad Internet Saluddigital, José Ramón Varela. En todo caso, Rajoy debía tener buenas razones para defender al tesorero.
¿A qué espera el PSOE, pendiente de las amenazas del ventilador, proferidas en los últimos días por Cristobal Montoro, Soraya Sáenz de Santamaría y el propio Rajoy, para plantear la moción de censura? Rubalcaba reunirá el viernes a la dirección del partido para adoptar alguna iniciativa. Ayer todos los integrantes de la Izquierda Plural y el portavoz de ERC, Alfred Bosch, reclamaron la dimisión de Rajoy y la convocatoria de elecciones generales. También el portavoz del PNV, Aitor Esteban, y la dirigente de UPyD, Rosa Díez, se sumaron a la iniciativa.
¿A qué espera el fiscal general del Estado, Edudardo Torres Dulce, para iniciar una investigación de oficio sobre los cobros en dinero negro de las “donaciones” de empresarios al PP? ¿Y a qué espera el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz para citar a los Arenas, Acebes, Trillo, Rato, Cascos, Cospedal, Aznar y el propio Rajoy a declarar y, si hallare indicios de cooperación necesaria en la corrupción y enriquecimiento ilícito, imputarlos y elevar la causa al Supremo para que solicite los suplicatorios que correspondan? En las últimas horas todos han negado haber recibido dinero de Bárcenas. Sólo el presidente del Senado, Pío García Escudero, admitió que el extesorero le había dado un crédito de cinco millones de pesetas para reparar su vivienda tras un atentado que sufrió en su casa.
En fuente del PP se baraja desde hace días la información de que Bárcenas actuaba como prestamista de algunos dirigentes del partido. Determinados empleados del partido comentan incluso que algunos dirigentes participaban en los negocios del extesorero de compra-venta de obras de arte. Pero esas cortinas de humo no coinciden con las anotaciones de ingresos, donativos o comisiones que Bárcenas y Lapuerta exigían a las empresas que obtenían obras y contratas públicas.
La solución: dimisión y elecciones generales. La gente no aguanta más chorizos en el poder.
Mientras Cospedal negaba las imputaciones de corrupción que se hacen a su partido, Pío García Escudero admitía un préstamo de 5 millones.¡Lamentable! Si la declaración de esta mañana de su Secretaria General hubiera aportado alguna prueba de que esto es un montaje, podríamos haber escuchado algo. Creo que para muchos su palabra «no vale nada»