El liderazgo del PSOE vuelve a estar en juego. Y parece que los dos más serios aspirantes a serlo o tutelar al que acabe siéndolo se han dicho: "después de las catalanas, hablamos, y en la Conferencia Programática, decidimos". Eso es lo que han acordado caballerescamente Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Griñán de cara al inmediato futuro del PSOE una vez asumida la debacle electoral en Galicia y Euskadi y, por adelantado, el estropicio catalán que aventuran las encuestas. Es algo así como "ahora no toca, pero de abril no pasa".
A estas alturas, lo que queda claro es que el presidente de Andalucía y del PSOE no descarta ser el futuro líder de su partido o el tutor de la persona que lo sea. Es más, sigue sin descartar que sea Carme Chacón porque mantiene el eje de actuación que supone su alianza con el PSC y que ya se puso de manifiesto en el 38 Congreso de Sevilla, que eligió a Rubalcaba secretario general por solo 26 votos de los casi mil en juego. Una alianza, en términos numéricos, casi decisiva, porque sumándole Valencia y Madrid, les sobra mayoría para ganar de corrido un Congreso Federal.
De lo que no cabe duda es de que Rubalcaba ha quedado tocado por la pérdida de más de 225.000 de los 524.000 votos que tenía el PSG-PSOE y por los 106.000 huidos en Euskadi. Y sabe que el estropicio electoral está garantizado en los comicios catalanes, donde las encuestas anuncian una estrepitosa derrota del partido hermano, el PSC. Pero el secretario general insiste en que "nadie dijo nunca que fuera a ser fácil".
Lo tiene claro. Sigue en sus trece de llevar a cabo su plan de aguantar para repetir como candidato a la presidencia en las generales de 2016, sobre todo porque no descarta que la crisis desgaste a Mariano Rajoy y acaben adelantándose. Una situación que, de paso, podría resolverle el problema de la celebración de unas primarias que teme más que a un nublado porque el partido se vería obligado a no celebrarlas y proclamar su candidatura con urgencia, como ha sucedido ahora, por cierto, en Galicia, Euskadi y Catalunya.
Tras las victorias parciales, pero decisivas, en Andalucía y Asturias, incluso se hizo la ilusión de que lo peor había pasado ya. Y Galicia y Euskadi no sólo le han confirmado que no era así sino de que, como decía Federico de Prusia, nada es tan malo que no sea susceptible de empeorar.
Con todo, sigue pensando que resistir es vencer y que, si gana tiempo, la acción de Gobierno acabará desgastando a Mariano Rajoy y haciendo olvidar que el fue la mano derecha de José Luís Rodríguez Zapatero en su último y denostado Ejecutivo.
Para ello, para aguantar, cuenta con un bastión decisivo: una amplia mayoría en la Ejecutiva y en el Comité Federal. De manera que los críticos pueden contar con las simpatías de las bases -los militantes y los simpatizantes, incluso los votantes-, pero internamente sólo pueden ladrar a la luna.
El propio Rubalcaba lo dejó claro en la Cadena Ser. Dijo que siente el apoyo de "una mayoría abrumadora" del partido, como se puso de manifiesto en el último Comité Federal, y que ese apoyo "sustancialmente no ha cambiado". "Mientras siga teniendo esa mayoría y siga teniendo un encargo de mis compañeros", añadió, "yo lo tengo que cumplir (el mandato que le dio el 38 Congreso de Sevilla hace 8 meses)".
Y a partir de ahí, el reto a los críticos que lidera moralmente, que no orgánicamente –todavía- José Antonio Griñán. "Si los órganos de dirección de mi partido me dicen 'Alfredo, esto no tira, te tienes que marchar', no tardaría ni un minuto", aseguró. Y añadió: "Si mis compañeros me dicen un día 'tú no vales', esa misma tarde dejaré los trastos y me iré. Mis compañeros me pusieron y ellos me podrán quitar y ese día me iré a mi casa libre de equipajes. Este no es un problema de Alfredo Pérez Rubalcaba, es un problema de todo el PSOE. El día que me sienta sin fuerzas o sin apoyo, ese día me iré, no tenga usted duda", añadió. Un destacado opositor al actual secretario general, parlamentario socialista, comentó con ironía: "¡Hombre, pues vaya mérito! Es que si la mayoría del partido está en contra, incluida la dirección, no es que se vaya, es que le echan".
El líder socialista se ha propuesto resistir como sea hasta las elecciones europeas de 2014, so pretexto de que serán las primeras en que pueda medirse la fuerza electoral del PSOE en toda España. Su entorno añade otra razón para aguantar sin celebrar primarias todavía. A su juicio, elegir ya un candidato presidencial pondría al elegido con mucha antelación a los pies de los caballos de la derecha, singularmente, de la mediática, de manera que podría llegar a la meta más quemado que la colilla de un cigarro de Carrillo. Sus defensores rematan la faena añadiendo un tercer elemento, mitad personal y mitad colectivo. Cuando Joaquín Almunia dimitió, lo hizo sin avisar a nadie y todo el partido le acusó de irresponsable, incluido Rubalcaba.
De momento, el proceso de reflexión empieza este domingo, cuando Rubalcaba se entreviste con los cuatro barones del PSOE que forman parte de la Ejecutiva (José Antonio Griñán, de Andalucía; Patxi López, de Euskadi; Emiliano García-Page, de Castilla-La Mancha, y Javier Fernández, de Asturias). Tras explicarles su hoja de ruta, la Ejecutiva Federal decidirá el lunes cuándo se reúnen, pasadas las elecciones catalanas, el Consejo Territorial al que pertenecen todos los líderes regionales del partido y el Comité Federal. Será probablemente en diciembre, pero podría retrasarse a enero, no más allá. Lo más probable, añaden fuentes de Ferraz, es que esos dos órganos decisivos convoquen una conferencia que ahora llaman programática para abril o mayo.
Y ahí se materializará el gran pulso, porque la presencia militante será numerosa y puede desbordar la mayoría oficial. En esa conferencia que iba a ser orgánica y Rubalcaba prometió que se celebraría en julio pasado, pero luego fraccionó en tres conferencias diferentes, de manera que el debate sobre cómo celebrar las primarias se retrasase hasta el otoño de 2013, a las puertas de las elecciones europeas del año siguiente. La primera de las tres conferencias, que definió como política, iba a celebrarse en noviembre pero el adelanto de las catalanas obligó a retrasarla. Y ahora, las circunstancias han obligado a que las tres conferencias vuelvan a concentrarse en una, que se califica como programática y que se pretende celebrar en marzo o abril.
Esa conferencia será decisiva tanto en la discusión sobre las primarias como en el tema estratégico del federalismo que Griñán quiere liderar en el seno del PSOE y que otros barones –ya se han pronunciado a favor de discutir a fondo el tema Catalunya y Valencia- consideran decisivo para oponer la España plural a los proyectos secesionistas de los nacionalistas catalanes y vascos.
Ahí es donde aparece, con vocación de liderazgo, José Antonio Griñán. El líder andaluz aún sigue vinculado a Carme Chacón, pero ahora ha cambiado una circunstancia: no descarta ser el candidato. De momento, la prueba de que no lo descarta la dio él mismo en la Ser, convertida en el ring del PSOE. "Nunca sé lo que voy a hacer hasta que llega el momento, y las condiciones me condicionarían todo absolutamente, pero en este momento mi apoyo es para la actual ejecutiva". No dijo, por cierto, para Rubalcaba, sino para la Ejecutiva, órgano que él preside.
Griñán también apuntó que no le parece muy factible la "hipótesis" de que sus compañeros de partido le reclamen ahora para esa tarea. "Veo a Rubalcaba asumiendo su responsabilidad siempre. Jamás voy a asumir la responsabilidad de nadie", comentó. Incluso afirmó que tampoco "el día después" de las elecciones al Parlamento de Cataluña parece probable la celebración de un nuevo congreso. "Hacer ahora reflexiones orgánicas es un error", concluyó.
Por eso se ha centrado en el federalismo, de manera que se convierta en el referente de la respuesta socialista a Artur Mas y a Iñigo Urkullu, y en la Conferencia Programática. Tras la Diada del inicio de la reclamación independentista, Griñán ya hizo una propuesta alternativa que tuvo escaso eco en su propia Ejecutiva, aunque ahora Rubalcaba, tras la derrota electoral, defiende sus postulados. El presidente andaluz defiende que el actual estado de las autonomías no puede estar abierto permanentemente y estima que el desenlace es "el modelo federal, que respete la diversidad, pero que garantice la igualdad de derechos de todos los españoles vivamos donde vivamos". Un modelo federal que califica como “cooperativo” y sobre el que, a su juicio, los andaluces tienen mucho que decir porque representan el 18% de la población española.
El presidente andaluz no oculta sus intenciones. Hace unos días dijo en Écija que "a partir de ahora se va a ver la presencia de Andalucía en el debate político nacional". Y, de hecho, dicen los suyos, se ha convertido en el auténtico líder de la oposición a Rajoy desde su puesto presidencial en el palacio de San Telmo. De momento, ha creado un grupo de expertos para que le aporten ideas y ha iniciado una ronda discreta de reuniones con otros barones territoriales, con los que habla de todo. El último con el que se reunió en Sevilla fue el valenciano Ximo Puig, quien demostró el peso que se le atribuye al hecho de que Griñán sea presidente autonómico yendo a consultarle las políticas a seguir como opositor contra el Gobierno valenciano del PP. Como Griñán, Puig cree que Rubalcaba se equivocó al no contar con Carme Chacón después del congreso federal de Sevilla. Eso, para ellos, hace más difícil el entendimiento de cara a una sucesión pactada que, de momento, Rubalcaba rechaza de plano.
Ante el desbordamiento de los acontecimientos, dicen diversas fuentes de uno y otro bando, Rubalcaba podría tutelar a un sucesor propuesto por él. Según destacados socialistas vascos, si tiene tiempo, seguirá intentándolo con Patxi López, a quien quería desembarcar en breve a la política nacional haciéndole portavoz socialista en el Senado y como miembro de la Ejecutiva, pero el desastre electoral lo ha desaconsejado por el momento. Otros parlamentarios del Congreso añaden que no hay que descartar que la sucesora pudiera ser, con su aval, Elena Valenciano, porque no en vano es su “número dos”· Y también se habla de García-Page, un hombre que cuenta con su apoyo y con el de José Bono.
También los críticos buscan un recambio y muchos de ellos, algunos barones que almuerzan o se entrevistan con ella en secreto, dicen que no hay que descartar aun a Carme Chacón, por más que los acontecimientos en Catalunya y el desgaste del PSC sean tan graves. Uno de ellos, significativamente, es Griñán.
Para algunos, lo malo es que el hecho de ser catalana, por más que también sea medio almeriense, es un severo hándicap para aspirar a presidir España. Y más ahora, tras la deriva independentista de los nacionalistas. Sin embargo, para otros, es precisamente lo contrario, porque ella haría más creíble el mensaje federalista del PSOE para una España plural.
La polémica, con todo, ha quedado servida tras el 21-J. Y las críticas a Rubalcaba se han extendido. José Bono, Juan Fernando López Aguilar, Tomás Gómez, María Antonia Trujillo y José María Barreda, entre otros, han pedido su dimisión o que acelere el debate de primarias y su sucesión. Sus fieles, en cambio, han cerrado filas a su alrededor. Valenciano, que incluso calificó a algunos críticos de irresponsables, el secretario general del PSOE en Aragón, el de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, Txiki Benegas, Jesús Caldera y muchos otros le defienden con el argumento de que sólo lleva ocho meses y que no hay un problema de liderazgo de personas, sino de ideas.
El duelo quedará abierto hasta que se celebre la Conferencia cuando se inicie la primavera. Y ya se sabe lo que tienen las primaveras, desde la de Praga hasta las árabes, pasando por el mayo francés y muchas más. Siempre invitan al cambio.
Quizás Rubalcaba piense que tiene el apoyo del grupo socialista, lo que no tiene es el apoyo del pueblo socialista…