El PP ha vuelto a cargarse hoy martes una petición generalizada de la oposición: que se celebre el Debate del estado de la Nación como es ya tradicional, aunque sea en un pleno extraordinario de julio. Los firmantes de la solicitud rechazada (PSOE, Izquierda Plural, PNV y UPyD) han recordado que la práctica parlamentaria se inauguró por Felipe González en septiembre de 1983 y supuso un importante avance en la calidad democrática de este país. Y lamentan que el Gobierno, precisamente en una situación tan grave como la que estamos viviendo, niegue a los ciudadanos las explicaciones que necesitan de cara al futuro y evite un debate que sirve para aprobar resoluciones y sumar con ellas apoyos políticos, algo absolutamente necesario de cara a demostrar en el exterior que los partidos, frente a las dificultades, hacen piña en España.
El PP volvió a tirar de su mayoría absoluta y a imponer su criterio de que el Debate no es necesario porque ningún Gobierno lo ha celebrado en su primer año de gestión. Pero en realidad, el Debate, como la celebración de una reunión de presidentes autonómicos en el Senado, otra costumbre parlamentaria que también se va a obviar aunque Dolores Cospedal aseguró en febrero que se efectuaría en julio, es una ocasión única para conocer los apoyos con que cuenta el Ejecutivo, lo que se pone de relieve en las resoluciones que se votan al final. Es una especia de moción de confianza. Y eso es lo que teme Mariano Rajoy.
Como era de esperar, aunque todos los firmantes de la Proposición no de Ley que ha rechazado el PP, han dado cera al presidente, la reacción más dura ha sido la del PSOE. En uno de sus comunicados internos, liga la decisión de Rajoy de rehuir el Debate a la de no comparecer para explicar la crisis ni permitir una comisión de investigación sobre Bankia, en la que, a su juicio, se demostraría que, como dijo Financial Times, es “el banco que rompió a España” y el origen de un rescate que no iba a producirse hasta que el Gobierno dijo que le iba a dar 19.000 millones más de lo previsto.
Aunque el presidente acudirá al Congreso la semana que viene para explicar el Consejo Europeo de los días 28 y 29 de junio, los socialistas siguen considerando que “en el momento de mayor dificultad para España, quien llevaba 8 años pidiendo por todo el país ser presidente del Gobierno, ahora que lo es ha decidido esconderse, no dar la cara ante las dificultades, parapetándose en una mayoría absoluta que le permite hacer lo que quiere y no lo que debe”. “Con esta actitud –añaden-, está dejando a los ciudadanos en una situación de orfandad que no tiene precedentes en nuestra democracia”.
El PSOE recuerda que Rajoy empezó por no admitir ni una sola pregunta de los informadores en su primera comparecencia como presidente del Gobierno, en La Moncloa, continuó huyendo por el garaje del Senado para evitar las preguntas de los periodistas y siguió negándose a comparecer en el Parlamento, donde sólo ha comparecido, obligado por la ley, tras los Consejos Europeos. Y ahora, se admiran los socialistas, indignados, se niega también a hacer el Debate.
En esto resulta significativo que reivindiquen a José Luís Rodríguez Zapatero -lo hacen cada vez más en textos y declaraciones-. Recuerdan que el presidente socialista compareció en el Congreso y en el Senado muchas más veces que ninguno de sus antecesores. Más aún, desde que se inició la crisis económica, dando la cara en todo momento. En menos de 8 años, hizo 93 comparecencias -prácticamente todas a petición propia-, además de las sesiones de control al Gobierno en ambas Cámaras. Y concluyen que durante su mandato ofreció una media de una rueda de prensa por semana, contestando a todas las preguntas de los periodistas.
La dirección del Grupo Popular se escuda en que el ministro de Economía Luís de Guindos explicará hoy en la Comisión de Economía del Congreso el rescate que pidió ayer en Bruselas y señala que Rajoy comparecerá en pleno la semana que viene, cuando haya concluido toda la negociación, porque no es posible que dé cuenta de un partido en el que aún estamos en el descanso y falta medio tiempo.
Más parece que el desconcierto, como ave de rapiña, se posó sobre el hombro del presidente y anda picoteándole la cabeza sin cesar. En ese punto, tendrá que rescatarse a sí mismo, porque sólo él puede hacerlo. Primero, aclarándose. Y luego, contándonoslo. Porque el derecho a saber de los ciudadanos es esencial en democracia.