Rajoy abusa de su escolta en el Senado sin razón ni cobertura legal

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La secuencia del incidente: El senador Iban García comienza a hablar con Rajoy (foto superior); una escolta del presidente le sujeta por el brazo, y se acerca Jorge Moragas, director del gabinete de la Presidencia (foto del medio); Moraga se interpone entre Iban García y Rajoy, mientras la escolta tira del brazo del senador para apartarle de Rajoy (foto inferior). / Juan Carlos Hidalgo (Efe)

El excelentísimo señor presidente del Gobierno don Mariano Rajoy Brey no es molestable. Para cumplir esta orden, sus escoltas entran como Pedro por su casa en las dependencias y pasillos del Senado, una Cámara peligrosísima, a la que el presidente acude una vez al mes a contestar dos o tres preguntas de sus señorías. Ya asistimos en abril pasado a un episodio eutrapélico: los periodistas esperaban al presidente para solicitarle una explicación sobre el ataque de los mercados y el crecimiento de la prima de riesgo pocas horas después de que La Moncloa anunciase un recorte de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación. La situación era de alto riesgo, y los escoltas y algunos senadores le protegieron en los pasillos y lo sacaron por el garaje.

El martes pasado Rajoy volvió a pasar por la Alta Cámara, a la que no volverá hasta después del verano, pues ni debate de las autonomías ni de la nación en el Congreso, ni nada que se le parezca, y entonces comprobamos el grado de encapsulamiento del señor presidente: una escolta se metió hasta el hemiciclo y coaccionó a un senador para que no molestara a su señorito, que acababa de sentarse en su escaño y presentaba su bellísima sonrisa a los reporteros gráficos.

Quiso el peligroso parlamentario socialista por Castilla y León Ibán García aprovechar el momento para comentarle, antes de que comenzara la sesión, la situación explosiva que se vive en las cuencas mineras por mor del incumplimiento del plan del carbón o, para ser más precisos, de la decisión gubernamental de quitar 450 millones de euros de los 750 pactados para este año. García quería pedirle que se ocupara personalmente del asunto, pues su ministro de Industria, José Manuel Soria, se ha revelado una calamidad. Y otra cosa quería el senador: darle un casco de parte de los mineros encerrados en el pozo de Santa Cruz del Sil (León) por si deseaba ir a visitarlos y escuchar sus demandas.

El señor presidente algo escuchó a distancia, pues dijo: “Bien, bien”. Pero, cuando García intentó acercarse y darle la bolsa con el casco, el intrépido Jorge Moragas, que le acompaña a todas partes, aunque ya sin la mochila, le interceptó y una escolta del presidente le estiró de la manga de la chaqueta y le conminó a que se largara y abandonara el hemiciclo. Sin duda, la agente no sabía que estaba coaccionando a un senador. ¿Qué pintaba esa policía en el hemiciclo? ¿Acaso no saben que tienen prohibido pasar, no sólo al pleno, sino a los pasillos? ¿Cómo se justifica la coacción policial a un representante de la soberanía nacional en el pleno mismo de la Cámara?

Hay quienes han tomado a broma el asunto, como si no fuera un signo muy gráfico –aunque sin daño en este caso-- de que la vulneración de la legalidad democrática y constitucional puede llegar hasta donde el Gobierno y su mayoría absoluta quieran. Los comisarios del Congreso y del Senado, de los que depende la seguridad de las Cámaras, y, por tanto, de los miembros del Gobierno cuando están en ellas, siempre han puesto límite a los escoltas: la puerta. Esta norma ha regido con Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, y debería regir para Rajoy en el Senado. La plaza de la Marina, que es el lugar donde deben esperarle los escoltas, de puertas afuera, salvo inclemencias meteorológicas, es redonda, arbolada, tiene un monumento de granito a Antonio Cánovas y no se parece en nada al hemiciclo, por lo que no puede haber error, sino orden precisa de la instancia superior al comisario del lugar para que el jefe del Gobierno pueda contravernir la norma.

Más allá de la estupidez del operativo –los que protegían a Carrero Blanco miraban cada mañana en los confesionarios de la iglesia, pero no echaban ni una ojeada a la calle donde le volaron--, la entrada de los escoltas al hemiciclo y la coacción a un senador delante de la hipotenusa de la nariz del presidente de la Cámara, Pío García Escudero, no debe ser reducida a la categoría de anécdota, pues es injustificada, ilegal y punible. Y es además el aberrante símbolo de un prepotente comportamiento gubernamental que se caracteriza por pasarse las normas y los derechos democráticos por la parte cóncava de los calzones cuando le conviene.

Lo simbólico ya va siendo muy significativo. Un día protegen de las supuestas mentiras y latrocinios al presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, impidiendo que rinda cuentas en el Congreso, conforme ordena la doctrina constitucional; otro día facilitan la entrada en su coche particular a los sótanos de la Audiencia Nacional a Rosalía Iglesias, esposa del extesorero del PP, Luis Bárcenas, para que declare sin ser molestada sobre la trama Gürtel, y al siguiente implantan el despotismo berrueco por decreto en RTVE.

En el caso que nos ocupa, el portavoz socialista, Marcelino Iglesias, ha confesado su “perplejidad” por la presencia de la escolta en el hemiciclo, pero después de decir que menos mal que no empleó la violencia contra García –o sea, que no sacó la pistola--, limita su mal llamada “queja” al presidente de la Cámara a pedirle que ejerza su función constitucional, identifique a la funcionaria y determine a qué autoridad presta servicio. Ni un reproche, ni una exigencia. Nada. No es de extrañar que Rajoy, convenientemente encapsulado, haga y deshaga lo que le dé la gana.

6 Comments
  1. José says

    La PPecracia no es democracia. La democracia exige división de poderes. La Ppcracia es un régimen fascista, en el que todo el poder reside en Rajoy, el Marrullero mayor del reino.

  2. Toni says

    Como bien dice, los escoltas cumplen órdenes del señorito y punto. Si la orden vulnera o contraviene alguna norma y es el presidente del Gobierno quien se la da, el agente no tiene ninguna responsabilidad. Otra cosa es la división de poderes, el hecho de que las Cámaras tengan su propia comisaría y su seguridad. En ese caso, el señorito debe saber, y más si es el jefe del Gobierno, que los escoltas no pueden pasar.

  3. Rosa says

    Me parece que Rajoy trata a los senadores como si fueran mafiosos y ordena que le protejan, no vaya a ser… Si no es la psicología del mafioso, ya me dirán…

  4. de açi says

    Quien teme algo debe; y estos sres entienden la democracia en que aqui se hace lo que yo digo, porque yo lo digo y por orden mia. Viva la democracia entendida por el PP

  5. Crugiente says

    Ese tío es tramposo, trilero y una ruina para la nación, así que no me extraña que tenga miedo de que le arremangen la hostia que como mínimo se merece.

  6. serafin says

    Debemos derocar a este goboerno de antidemocratas y que van destrozando todos los pilares democraticos.

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