La profesora María de los Ángeles Mora Temprano, más conocida como Gotzone Mora, figura entre las personas que lograron notoriedad en su día por el rechazo a la negociación con ETA. Ella increpó en 2006 al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, desde la tribuna de invitados del Congreso, cuando anunció la apertura de una negociación con ETA. En el año 2000, la policía había encontrado documentación detallada que la situaba -era profesora de sociología de la Universidad del País Vaso y concejala socialista de Guecho (Vizcaya)- en el punto de mira de la banda terrorista. Desde entonces llevaba escolta.
Sus críticas a la negociación con ETA y el hecho de que, imbuida por la corriente dogmática de Jaime Mayor Oreja y sus acólitos, entre los que estaban Nicolás Redondo Terreros y Rosa Díez, la llevaran en 2008 a pedir el voto para el PP, le costó la expulsión del PSOE. La presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, se aprestó entonces a socorrerla y la nombró presidenta del foro regional de la inmigración. El presidente valenciano, Francisco Camps, la nombró secretaria de inmigración y ciudadanía de su Gobierno y se fue a vivir a Valencia.
Pues bien, después de todas las críticas a los socialistas vascos, de los improperios y manifestaciones contra el malvado Zapatero, al que tildó de “cómplice de los terroristas” nada menos, el cronista se encontró ayer a la ilustre disidente socialista y profesora en la calle del Marqués de Cubas de Madrid, cerca del Ministerio de Educación, y tras el saludo ritual, enseguida le dijo: “Vengo de pedir mi reingreso en la Universidad del País Vasco”. El diputado del PNV Emilio Olabarría, que acompañaba al cronista, se alegró seriamente, lo mismo que el olivo de Machado.
No hallará olivos ni naranjos la profesora Gotzone en su encrespada tierra vasca, bien lo sabe, sino un tiempo nuevo en el que la ejemplaridad, más allá de los errores y el pesimismo del pasado, ha de contribuir a la paz y la convivencia para hacer irreversible la vuelta del terrorismo, que de eso se trata. De momento, su regreso es un ejemplo.
Y a propósito de árboles y montes encrespados no puede sustraerse el cronista de contar la iniciativa, convertida en convenio con el Ministerio del Interior, del consejero vasco Rodolfo Ares de formar en las técnicas de búsqueda y rescate a los presos etarras (y otros) de Nanclares de Oca (Álava) para que participen con el servicio vasco de protección civil en la localización y ayuda de los vecinos y excursionistas que se pierdan en el monte. ¿Quién mejor que los antiguos montaraces conoce el terreno? Son reclusos de segundo y tercer grado. Y como dice el exministro Antonio Camacho, esa actividad les permitirá reencontrarse con la sociedad e, incluso, ganar algún reconocimiento por la noble tarea de ayudar a los demás. De eso se trata.
Lo que tiene que hacer esta sra, es continuar con lo que tan buenos réditos le da, comentarista facha.
La bruja Mora fue tan amenazada en el País Vasco como lo han sido miles y miles de ciudadanos y no por ello abandonaron su tierra ni traicionaron al partido en el que hipócritamente militaba. Ella Y Rosa Díez representan la mayor indignidad que pueda haber en política.
Con la amenaza no se puede vivir sin sufrir. Por eso eta ¡nuncamás!