Probablemente, el exministro de Defensa, Federico Trillo, ha sido el dirigente popular que más quebraderos de cabeza ha provocado al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la hora de colocar sus "piezas" en el gobierno y otras altas instancias de la Administración. Hasta tres destinos llegó a barajar para Trillo y ninguno de ellos fue bueno, finalmente. Descartado por Rajoy, en primer lugar, para hacerse con una cartera ministerial, fue el propio Federico Trillo quien se autodescartó para ser embajador ante la Santa Sede, mientras que el tercer descarte lo impuso el titular de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo. El ministro no estaba dispuesto a permitir que Trillo ocupase la Embajada en Washington, tal como habían acordado el interesado y el propio Rajoy, tras descartar la posibilidad de que Trillo fuera el jefe de la legación española en Roma. Sin embargo, tras tres intentos fallidos, Trillo ya ha encontrado su sitio: la Embajada de España en el Reino Unido. Será el futuro embajador español. Eso sí, colocar a Trillo ha sido todo un reto para Rajoy.
Federico Trillo aparecía en casi todas las quinielas ministeriales, antes, durante y después de las elecciones del 20-N. Hubo quienes le situaron al frente del Ministerio de Justicia, como premio a la labor que ejerció en todos los litigios legales que el PP encabezó contra el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, tales como el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de Cataluña, las recusaciones de varios magistrados considerados "progresistas" del Tribunal Constitucional, así como los recursos contra el matrimonio entre personas de un mismo sexo, o el aborto, entre otros. Algunos dirigentes populares, conscientes de que fue Federico Trillo quien llevó las sigilosas reuniones y el intercambio de información sobre el desarrollo de la lucha antiterrorista, apostaron por que Trillo ocuparía la cartera de Interior. Y no faltó entre sus compañeros quienes creyeron que recuperaría su feliz pasado como Ministro de Defensa. Pero Trillo no era lo que Rajoy quería en su gobierno de fieles y leales.
No obstante, no era intención de Rajoy dejar a Federico Trillo con las manos vacías de responsabilidad y cargo. Por eso, aseguran fuentes del PP, apostó por un cargo de muy alta representación: la más alta en el exterior, nombrarle Embajador.
Creyó Rajoy que acertaba de pleno cuando, siempre según dirigentes del PP, le ofreció la Embajada española ante la Santa Sede. La condición de Trillo de miembro supernumerario del Opus Dei fue la que llevó al equívoco al presidente del gobierno. Pero, de acuerdo con la versión de ciertos dirigentes populares, "Trillo le dijo a Rajoy que no tenía ni idea de los temas que en esa Embajada se despachaban". Siempre de acuerdo con esa versión, fue el propio Trillo quien sugirió a Rajoy un destino más acorde con la experiencia adquirida en el pasado como Ministro de Defensa: la Embajada de España en Washingtonl, una "perita en dulce" para cualquier diplomático. Rajoy, por su parte, no se opuso, así que Trillo decidió marcharse al Reino Unido, para perfeccionar su inglés e inscribirse en un curso intensivo específico del cuerpo diplomático. Estando en Londres Federico Trillo, se conoció la noticia: Trillo, nuevo Embajador español en Estado Unidos. En esta ocasión, fue el propio Ministro de Exteriores, García Margallo, el encargado, no ya de desmentirla, sí de restarle mucha credibilidad. Tanta como la que el ministro puso en juego cuando, tras haber proclamado que se había acabado el envío de políticos a las Embajadas de España en el mundo, leyó en la prensa el futuro nombramiento de Trillo.
El titular de Exteriores, amigo personal de Rajoy, no estaba dispuesto a tragarse ese sapo y decir "digo" donde apenas unos días antes había dicho "Diego". Además, él tenía su propio candidatopara ocupar la embajada en Estado Unidos: Ramón Gil Casares, así que atajó la noticia con una especie de desmentido y un chascarrillo sobre aquel aspiante a ministro que un día, durante el franquismo, se armó de valor y le comentó a Franco que había oído rumores de que pensaba hacerle ministro y Franco se limitó a responderle: "Pues yo no he oído nada". Margallo ni había oído de Trillo como embajador español en Estados Unidos, ni quería oír hablar de ello.
Por tercera vez, hubo que buscarle acomodo y rango a Federico Trillo. El último fue el Reino Unido, el país de su admirado Shakespeare. Tras múltiples escaramuzas y varios titubeos, Rajoy, Margallo y Trillo cerraron el acuerdo. Trillo ya tiene un lugar principal en la Embajada Española en Londres. Y allí estará, por gentileza de su jefe de filas y su compañero, el ministro Margallo. Y de los tres destinos fallidos... ¿Quién se acuerda ya?
Muy propio de Trillo argumentar que no sabe nada de las cosas que se cuecen en el Vaticano. Como si alguien supiera. Bonito relato de cómo se procede en esto de nombrar embajadores.