Rajoy desoye a Rubalcaba y Lara, y asume el riesgo de una huelga general

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dio el miércoles, en su primera comparecencia ordinaria ante el pleno del Congreso, una mala noticia y ninguna buena: “Este año va a ser malo y hay que decírselo a los españoles”. Demostró que tiene asumida la convocatoria de una huelga general, tal como recogieron los micrófonos mientras hablaba con sus colegas en el Consejo Europeo: “Sé que la reforma me va a costar una huelga general”. Y se desentendió de las recomendaciones de Alfredo Pérez Rubalcaba y Cayo Lara de esforzarse en evitarla. Rajoy cuenta con el apoyo anticipado de Josep Antoni Durán Leida y sus quince diputados de CiU a la reforma.

El jefe del Gobierno sólo se quejó en su respuesta al nuevo secretario general del PSOE, Rubalcaba, de que utilizase la frase de una “conversación privada” en el debate parlamentario. Y le propuso un acuerdo para que las “frases pilladas”, lo mismo que los mensajes de móviles, no se utilicen en el debate. “¡Anda que no utilizó usted la de de Jordi Sevilla a Zapatero sobre la enseñanza de la economía en dos tardes!”, le replicó Rubalcaba. “Todavía en mayo, en un mitin en Oviedo, la repitió usted”, precisó.

Con independencia de frases y “líos”, el Presidente dio la impresión de que tiene asumido el paro general. “Si contra la reforma de Rodríguez Zapatero hubo una huelga general, ¿por qué tengo que pensar yo que soy de mejor condición que él?”, se preguntó. De momento, no ha llamado a consultas a los sindicatos para enseñarles el potaje que está cocinando. Al portavoz de Izquierda Plural, José Luis Centella, le huele a “despidos más baratos, precarización y menos derechos sociales”, como pide la patronal y exige el banquero Emilio Botín. Rajoy no negó la mayor, aunque le contestó que la reforma es para “dar estabilidad en el empleo, flexibilidad interna a las empresas y alternativas al despido para ajustar las plantillas. Verá como le gusta”.

Rubalcaba se esforzó en pedirle que evite la convocatoria de huelga. Le dijo que en agosto pasado, él, como candidato a la jefatura del Gobierno, pidió a los dirigentes sindicales que negociaran un “acuerdo de rentas” y han suscrito un “gran pacto de moderación salarial”. “Usted tiene una gran ventaja que nosotros no tuvimos y cuenta con una disposición muy favorable para negociar y evitar la huelga”, añadió. “Sabe además que la reforma no crea empleo”, remató.

El dirigente de IU, Cayo Lara, abundó en la petición diálogo y le pidió que “no frivolice” con algo tan serio como una huelga general, la última apelación al derecho de los trabajadores para defenderse. “Sabe que fue una conversación privada, no frivolizo sobre la reforma laboral, pero tenemos que hacerla”, le contestó Rajoy. También en este punto manifestó que considera “muy importante el acuerdo de moderación salarial, aunque todo lo importante aquí no importa a nadie”. Pero tras la frase efectista, evitó el compromiso de negociar la reforma, señal de que a voluntad determinada, escusado es consejo.

De la información que dio sobre el primer consejo de la UE en el que participó se desprende que nada dijo a sus colegas comunitarios sobre la insoportable situación española, con el 23% de la población activa en paro y con “una generación perdida”, en palabras del portavoz del PP, Alfonso Alonso. En cambio se esmeró en demostrar a Rubalcaba que había pedido “flexibilidad” en la reducción del déficit público desde el 8 al 4,4% este año, y leyó una nota manuscrita de su intervención: “La consolidación fiscal es necesaria y todos debemos comprometernos con ella, pero los compromisos deben ser realistas y basarse en la realidad”. Si la realidad europea apunta a una nueva recesión, la tolerancia de los socios del club consigo mismos en materia de déficit permitiría ajustes menos drásticos de los servicios sociales y reduciría la resta de 45.000 millones del gasto público. No obstante, habrá que esperar el cuadro que pinte la Comisión Europea y exponga el próximo 23 del corriente.