Unos 20.000 funcionarios salieron ayer a la calle en Madrid para manifestar su rechazo a los recortes presupuestarios del Gobierno autonómico de Esperanza Aguirre. El llamamiento de los sindicatos de clase UGT y CC.OO y de los sectoriales CSIF y CESIT-UP sirvió de termómetro del grado de hartazgo de los empleados públicos por la congelación de sus magros salarios y la ampliación de su jornada laboral de 35 a 37,5 horas semanales, con la consiguiente amortización de puestos de trabajo. La temperatura es alta. El personal está hasta las narices de trabajar más por menos salario. Si hace dos años, los funcionarios no secundaron la huelga general contra la reforma laboral de Rodríguez Zapatero, ahora se sumarían de buen grado a una eventual convocatoria contra el nuevo hachazo a los derechos sociales y sindicales que aprobará el viernes el Consejo de Ministros.
La manifestación de los empleados públicos en la Comunidad de Madrid recorrió el tramo que va desde la plaza de Neptuno hasta la Puerta del Sol, pasando por el redondel de la Cibeles y la calle de Alcalá. La jornada no invitaba a callejear. El día amaneció plomizo, lluvioso y gris. Cuando el cielo despejó y apareció la luna llena, el viento gélido de la sierra del Guadarrama cortaba como un cuchillo. A las 18:30, hora de la cita, los mercurios registraban de dos a cuatro grados. Pero el personal no se arredró y, deshilachadamente, fue ocupando posiciones sobre el asfalto del Paseo del Prado y avanzó sin orden ni más concierto que el de las carracas, pitos y artefactos de pedorretas hasta el kilómetro cero. Allí, entre las calles Mayor y Arenal, sobre un escenario ilustrado con la pancarta “Lo público es para ti, lo público es por ti”, empezaron a hablar los sindicalistas mientras la cola de la manifestación todavía estaba en Cibeles.
El frío aceleraba los monólogos. Los ugetistas repartían camisetas rojas y verdes a sus afiliados. Los de CC.OO les daban banderas rojas plastificadas. Las de la CSIF eran verdes con logotipo blanco. Avanzaban juntos, pero no revueltos. La pregunta era obligada: “¿Por qué protestan ustedes?” El bombero Juan Marín responde: “La gente paga impuestos para tener servicios públicos eficientes, no para sufragar a los banqueros”. Otro bombero, con casco y correajes añade: “Si seguimos así, este país se va a la mierda”. Un grupo de maestros ratifica la respuesta. María del Valle, que camina con otras compañeras laborales de la Universidad Autónoma, agrega que no se merecen la inseguridad y el mal trato salarial que reciben. Juana Parra trabaja en los servicios sociales y se queja del aumento de tarea por el mismo salario. “Además de no emplear a más gente, nos quieren quitar los moscosos (días libres)”, dice una compañera que desfila a su lado. Un grupo de empleadas del metro de Madrid, con guardapolvos color teja, quiere denunciar la intemperie salarial a la que están expuestas si causan baja por enfermedad: “Nos quitan el primer día de salario y nos reducen la paga al 60% durante el tiempo de baja”. Cuidado con costiparse o agarrar la gripe, las taquilleras.
Los recortes afectan a policías locales –que van de paisano--, bibliotecarios, conserjes, administrativos, telefonistas, secretarios, informáticos... Los sanitarios dicen: “Nos cortaron y aguantamos, no recortan y sangramos”. No faltan los que miran con desprecio la nueva sede del Ayuntamiento de Madrid en el Palacio de Correos y Comunicaciones de Cibeles. Hasta ahí bajaban antes los madrileños por la calle de Alcalá a echar una carta aviónica y subían mirando al cielo. La limpieza y restauración del edificio, por decisión del exalcalde Alberto Ruiz Gallardón costó 800 millones de euros. “Hasta montó un hemiciclo el tío, como si fuera un Parlamento”, dice un empleado municipal al tiempo que lanza este mensaje: “Rajoy, cuidado con Gallardón, que quiere ser presidente”. El cronista se abstiene de preguntar sobre el recuerdo de voto, pues la memoria es frágil y la lucha contra la jibarización de los servicios públicos es lo que ahora importa.
Entre los lemas que se pueden leer tras la pancarta de cabeza --Lo público es de todos. ¡No a los recortes!-- figura un apósito en los traseros de unos policías locales: Nos han dejado con el culo al aire. También se lee el lema del 15-M: No nos representan. Unos bomberos se encaraman al andamio de una fachada de la calle de Alcalá y despliegan una pancarta: Bomberos quemados. Los maestros proclaman: Educar no es gastar, es invertir. Guardamontes, bibliotecarios y demás personal corea: Recortes completos a reyes y clero y Menos voluntarios, más bibliotecarios. Este lema se refiere al anuncio de la alcaldesa Ana Botella de dejar las bibliotecas públicas en manos de voluntarios, en detrimento de licenciados y profesionales del sector.
El secretario general de CC.OO de Madrid, Javier López, define la marcha como una "marea de mareas de todos los colores", en alusión a la marea verde protagonizada desde septiembre por los profesores madrileños y a la blanca que acaban de emprender los sanitarios. El de UGT, José Ricardo Martínez, dice: “Espero que tome nota el Gobierno de Esperanza Aguirre”. De momento, según los cálculos sindicales, la ampliación de la jornada de los empleados públicos va a liquidar unos 11.000 empleos entre sanidad (5.000), enseñanza (3.000), servicios sociales y resto de la función pública (3.000). Junto a la “penalización” de las bajas por enfermedad, los sindicatos denuncian la estrategia del PP de deteriorar los servicios públicos para privatizarlos mejor.
Y mientras Esperanza Aguirre comparando la privatización del Canal de Isabel II con la del servicio de recogida de basuras (http://bit.ly/yFs2sG)
Invitamos a visitar nuestra web http://www.recortesparatodos.com y a conocer nuestras noticias en recortesparatodos.blogspot.com Hoy puede leer cómo diputados y senadores que viven en Madrid, cobran indemnizaciones para gastos….en Madrid!!.
Estas cosas pasan cuando los cerdos se suben a los árboles (Italo Calvino)
Gracias por el artículo.
Una cosita (si no lo digo, reviento): Basta ya de la palabra «masivo» que desde hace un año no nos deja en paz (cf. inglés «massive»). ¿cuándo las manifestaciones dejaron de ser multitudinarias?
No he leído «masiva» en esta reseña de la manifestación.