Subió ayer Cayo Lara a la tribuna del Congreso con la urgencia de demostrarse a sí mismo que el traje de líder de IU no le queda grande a un agricultor de Argamasilla de Alba, al que algún mérito habrá que conceder en el hecho de que la representación parlamentaria de la coalición ya no quepa ni en dos taxis y mucho menos en una vespino. Lara no es Demóstenes ni lo pretende, y, por supuesto, no tiene las tablas de Gaspar Llamazares. Habrá que juzgarle por lo que dice, y ayer dijo muchas cosas, en parte porque cuando lee es un torbellino y cuando no lee también.
La mejor de sus citas fue esa de Orwell de que la verdad es un acto revolucionario en una época de engaño universal. Atropellado y todo, hubo muchas verdades en su discurso. No es que IU tenga el monopolio del amor al prójimo, como le reprochó Rajoy, pero nunca viene mal que se dé voz a las 50.000 familias que han perdido su vivienda en los últimos años, que se hable de una salida social a la crisis, que se recuerde que quienes han vivido por encima de sus posibilidades son los que han diseñado aeropuertos sin aviones o estaciones del AVE sin pasajeros o que se explique que crear empleos públicos no es un derroche.
Hizo bien Lara en denunciar que el otro déficit que sufre España es el democrático, y en recordar que con una ley electoral proporcional habría obtenido 25 escaños y el PP no hubiera alcanzado la mayoría absoluta. No es justo que un partido con un número de votos siete veces superior tenga una representación 17 veces mayor. En manos de IU –y también de UPyD- está que la reivindicación no decaiga a cambio de un plato de lentejas, como ha ocurrido en el pasado.
Por primera vez en mucho tiempo la coalición tiene la oportunidad de afianzar una espacio en la izquierda, y así es como hay que interpretar algunas de sus propuestas más originales como la de exigir una salario máximo interprofesional o pedir una auditoría de la deuda pública para que una parte sea declarada ilegítima. En el reino de lo posible ya están otros que eluden pedir una reforma fiscal integral o se resisten a mencionar la palabra corrupción por si alguna salpicadura les cae en los pantalones.
Lara no se olvidó de algunos de los temas recurrentes de IU. Postuló su carácter federal y republicano, aunque olvidara referirse al yerno del Rey, cuya figura de cera ha cambiado el chaqué por el pantalón corto; se refirió de pasada a la memoria histórica, pidió que la política exterior aborde la causa saharaui, que se cumpla el calendario de cierre de centrales nucleares, que se desmilitarice a la Guardia Civil o que se clausuren las bases militares de EEUU y se abandone el escudo antimisiles.
Y demostró inteligencia al citar varias coincidencias con el PP –descongelación de las pensiones, compensación de deudas entre administraciones, bonificación de 3.000 euros al primer empleo o que no se pague el IVA hasta que la factura se haya cobrado-, para asombro del propio Rajoy, que aprovechó para citar de lejos a Gaspar Llamazares y decirle que también es posible que IU llegue a acuerdos con el PP.
Frente a la obsesión por el recorte de gastos, Lara habló de incrementar los ingresos, que han entrado en barrena no sólo por la crisis sino por las sucesivas rebajas fiscales, y del desinterés por declarar una guerra efectiva al fraude fiscal, cuya prueba más evidente ha sido el sucesivo recorte de los presupuestos de la Agencia Tributaria. Con el de IU, Rajoy puede respirar tranquilo: si los poderes financieros decidieran sustituirle por un tecnócrata, allí estará la coalición para defenderle. No se escuchó oferta más generosa en toda la jornada.
Pues creo que Rajoy de despilfarros institucionales, evasión fiscal y Ley Electoral o vivienda social no dijo una sola palabra. Bueno, dijo que se había vivido por encima de las posibilidades. No le falta razón en un país donde la vivienda ha subido casi el doble y el salario mínimo son 641 euros ¿Qué hicieron los gobiernos desde hace lustros al respecto? Nada