Cada loco con su investidura

Cada loco con su tema, y como el tema de ayer era la investidura (primera parte), pues eso. Cada uno iba estrictamente a su negocio ayer en el Congreso de los Diputados. Era todo tan previsible que una empieza a preguntarse si para empezar a economizar, aparte de eliminar puentes y prejubilaciones, no podríamos empezar a investir a los presidentes del gobierno por correo. Que sus señorías se ahorren el viaje y nosotros el ¿debate?

Mariano Rajoy desgranó un rosario de medidas tan obvias, por no decir tan inevitables, que tiene guasa que todavía le pidan que concrete si piensa enseñar más muslo o más pechuga. Pero hombre de Dios, ¿qué más va a concretar? Si lo divertido de esta crisis es que nadie con dos dedos de frente duda de lo que hay que hacer para salir de ella. La incógnita no es el qué, es el cómo…especialmente cómo salir políticamente vivo después de hacer lo que hay que hacer.

La pregunta es, ¿ayudará alguien a Rajoy a tirar del carro? ¿O se quedará solo ante el peligro? Al PSOE que no le busquen hasta pasado su congreso y por supuesto las elecciones andaluzas, que a su vez también matizan muchos bríos del PP. Este partido tendrá que aprender a conciliar los llamamientos del líder a la austeridad y al “recentrado” del gasto con las pretensiones y hasta vicios de sus propios barones territoriales. Cuando el futuro presidente arremetía contra las Administraciones que se lían a gastar sin respaldo presupuestario, ¿pensaba en los catalanes, o en su correligionario Alberto Ruiz-Gallardón?

CiU trató de vender cara su abstención: cobrar los 759 millones que el Estado adeuda a la Generalitat y que no les mienten la soga en casa del ahorcado, es decir que jamás, bajo ningún concepto, les recuerden públicamente que el pacto fiscal es un espejismo, un coquetón corro de huríes bailando desnudas la sardana en las mágicas lindes fantasmales del delta del Ebro, una paja mental de estricto consumo interno catalán, más con la que está cayendo…por ejemplo en Euskadi. Atención pregunta: ¿cuánto tiempo tendría que llevar ETA desarmada y disuelta para que alguien en España se atreviera a decir en voz alta que la excepción fiscal vasca consagrada por la Constitución es una discriminación tan anacrónica y tan indefendible como la ley sálica que todos sabemos que habrá que derogar algún día? ¿Somos de verdad todos españoles, o unos más cornudos que otros a la hora de apencar?

¿Y qué decir del resto? Todo o casi todo fue silencio, quitando por supuesto a la inacallable Rosa Díez y a la incógnita-comodín de Francisco Álvarez Cascos. Por lo demás seguimos casi exactamente como estábamos antes de empezar a investir. Ave, césar.