Felipe y Guerra denuncian que el PP quiso retrasar el fin de ETA y alaban a Rubalcaba

Tres hombres con el pelo blanco se deshacen en elogios hacia el candidato de frente despejada hasta la coronilla. Componen el trío José Antonio Griñan, Alfonso Guerra y Felipe González. Griñan se muestra esperanzado, Guerra, incisivo, como en sus mejores tiempos, y González templa y manda como cuando era “el torero de éxito” que recordó Guerra. Ese cartel reunió el sábado por primera vez después de 15 años a los irreconciliables Felipe y Guerra en el velódromo de Dos Hermanas (Sevilla) ante unas 30.000 personas llegadas de toda Andalucía y protagonizó el primer mitin de masas del PSOE en la campaña electoral ante el 20-N.

La gran ventaja del PP (190 escaños) sobre el PSOE (116) que reflejaban las portadas de todos los periódicos, según la encuesta del CIS, no entristeció a un Guerra que, por el contrario, se sintió feliz porque, por primera vez en 34 años, la fiesta de la libertad se celebra sin la presencia de ETA. “Fijaos, 43 años esperando la noticia, y ahora no aparece porque no soportan que haya sido derrotada por un Gobierno socialista y por un hombre que se llama Alfredo Pérez Rubalcaba… Si, si, ya sé que no podemos decirlo, pero  me amarga la verdad en la boca y soy políticamente incorrecto… Si, sí, ha sido entre todos, pero con un Gobierno que entró retirando las tropas de una guerra ilegal e injusta y sale derrotando a ETA”.

Guerra logró el efecto de enardecer al personal, y ya con el público entregado, instó a Rajoy a que pida perdón por haber acusado en su día al Gobierno de “traicionar a los muertos”. A continuación lanzó una insólita insinuación: “Seguro que el del bigote (José María Aznar) ha recibido la petición de Rajoy de que pidiese a sus amigos del Movimiento Vasco de Liberación Nacional que esperasen unos días a ver si, como dicen las encuestas, le tocaba a él anotarse el triunfo. Pues no te ha tocado”. Un poco más comedido, González respaldó esa afirmación –"Decía Alfonso que hubieran querido retrasarlo un poquito. ¿Y si lo hubieran intentado?"– y dijo que a él jamás se le habría ocurrido llamar “Movimiento de Liberación Nacional a una banda de asesinos”. Luego recordo: “esos que ahora sacan pecho de lata ofrecieron diálogo a los terroristas sin condiciones”.

Vimos al trío adornar de atributos al candidato Rubalcaba. El presidente andaluz, Griñán, al que todos llaman Pepe, contrapuso “su pasión por las ideas” y su “eficacia y buen hacer” a un Rajoy que ha sido ministro cuatro veces y cuya obra nadie recuerda, aunque los andaluces se acuerdan de que les quitó 2.500 millones de euros y no pagó la deuda histórica. González precisó que fueron cinco y no cuatro los ministerios que ocupó Rajoy y, aparte aquellos “hilillos” del petrolero Pestige, que no eran tal, sino toneladas de chapapote que embadurnaban las costas gallegas, asturianas, cántabras y vascas, nadie recuerda su obra porque siguió “la vieja política” de no molestar con sus decisiones. La imagen más plástica la consiguió Guerra al describir a un candidato “de pie, inteligente, despierto y ágil” (Rubalcaba) frente a un tipo “tumbado, perezoso, con galbana, con desidia” (Rajoy).

Abuso de lesa patria

Ya sobre el paro y la crisis económica, Guerra volvió a levantar al público cuando calificó de “abuso de lesa patria” la bajada de impuestos al capital y la reducción de los salarios que propone el PP. “No es para crear empleo sino para adelantar un año el cambio de yate”, afirmó antes de apelar a los jóvenes que ayer derribaron el muro de Berlín y hoy hacen asambleas en las calles y en las plazas para que ayuden a “derribar el muro de la infamia del capital”. Invocó la potente voz de Roosevelt durante la Gran Recesión para animarles ponerse en marcha y afirmó que el peligro no es Grecia sino Wall Street. Con una cita de Jefferson hizo saber que “las entidades financieras son más peligrosas para nuestras libertades que un ejército dispuesto para el combate”. Y siguió golpeando: “Condenan el referéndum en Grecia y no a un tirano en Siria”. Y golpeando: “Al Capone murió, pero hoy se llama Lehman Brothers, agencias de calificación”. Tras la ristra de “mafiosos” que están destruyendo la vida de millones de personas, contrapuso la oferta de la derecha a los ricos con lo que significa el socialismo: “Que nadie tenga tanto como para poner de rodillas a nadie y que nadie tenga tan poco como para ponerse de rodillas ante nadie”.

Después de tomar resuello y contemplar a los seguidores caldeados, siguió durante unos minutos asestando golpes a la banca a ver si asume la “dación en pago” y además suelta “los activos tóxicos”, es decir, los pisos de los desahuciados; a la Iglesia Católica, “que está registrando a su nombre propiedades comunales… ¡Eso hay que revisarlo!”, y a quienes rechazan la mezcla de pobres y ricos, blancos y negros, españoles e inmigrantes en la escuela pública. Con una cita del griego Pitágoras –no dejó obra escrita conocida--, según la cual “si educamos hoy a los niños, no tendremos que castigar mañana a los hombres”, y un elogio del voto –“ese papelito es un arma cargada de futuro”-- frente a la abstención, “que es nuestro principal enemigo”, culminó Guerra una arenga propia de sus mejores tiempos.

Reorientación económica

En su monólogo, más templado, se esforzó González en demostrar que sólo si se recupera la orientación del crecimiento inversor y competitivo frente a la dieta que conduce al estancamiento y la anorexia se podrán crear puestos de trabajo. Sacó del bolsillo un folio, la primera página del informe que el grupo de expertos entregó hace dos años y medio a la Comisión y al Consejo Europeo, y leyó las propuestas que hicieron entonces, según las cuales, los países de la UE con menor déficit y mayor productividad debían impulsar la recuperación de los demás para no caer en el problema de una deuda insoportable. No hicieron caso y ese es el problema, añadió antes de insistir en la idea de que “la economía no puede crecer por sí sola sin la ayuda de los países más sólidos” que, por otra parte, han gastado mucho más en sanear sus instituciones financieras que lo que representa la deuda griega.

González defendió la sanidad pública y universal y la enseñanza gratuita y de calidad, no sólo porque, como el sistema de pensiones, sean obra de gobiernos socialistas, sino, sobre todo, porque son piezas esenciales de la cohesión social, crean empleo de calidad, “nos sitúan en la vanguardia mundial” en investigación, en trasplantes, en células madre… “Tenemos el mejor sistema de trasplantes del mundo y somos el país que más órganos dona… Eso sí que es solidario”. Y advirtió sobre los “recortes de la derecha” que, según dijo, tratará de imponer el modelo norteamericano, que resumió en pocas palabras: “Si a un gringo aquí lo atropella un coche, primero lo curan y luego le preguntan el nombre; si a un español lo atropella un coche en Nueva York, si no lleva tarjeta de crédito lo dejan ahí tendido”.

El ex presidente apeló al dato de que el 80% de los encuestados opina que Rajoy no va a hacer nada --aunque el 70% piensa que va a ganar-- para animar a los electores a establecer las diferencias de ideas y de candidatos entre el socialista Rubalcaba y “ese otro de la derecha que en todas las tareas ha dormido la siesta”. “Os pido que ganemos el 20-N y que ganemos en marzo en Andalucía, entonces cumpliré 70 años, y si no ganamos aquí me iré a Honolulu”, concluyó.

Poco le quedaba ya que decir a Rubalcaba, sólo que el dinero público irá a bonificaciones a los empresarios para crear empleo, que él no bajará los impuestos a las rentas del capital sino, por el contrario, combatirá el fraude y aplicará impuestos a las grandes fortunas y a la banca, precisamente para crear empleo. En resumen, como dijo Felipe, del que se mostró orgulloso, si el sistema de sanidad universal, de pensiones, y de enseñanza pública eran sostenibles cuando la renta per cápita de los españoles estaba en 5.000 dólares anuales, con más razón lo es ahora con una renta de 31.000.