Lo confieso: no soy Cervantes

Imagino perfectamente la perplejidad de La Razón, que es un diario serio, cabal y de derechas, si se me permite la reiteración. De hecho, en los bares de mi barrio no se hablaba de otra cosa a la hora del café con tostada y zumo, a dos euros hasta las 11 de la mañana por si a alguno le interesa:

-¿Te has enterado?

-¿De qué?

-La Universidad de Castilla-La Mancha ha utilizado un artículo de Juan Carlos Escudier como opción B en el comentario de texto de Selectividad. Ponía a caldo a Aguirre por decir que si hubiera un nuevo impuesto a los ricos lo pagaría Bono porque ella era pobre de pedir.

-No me extraña. El sectarismo de esta Universidad cuando gobernaba el PSOE era tremendo.

Así que ya lo saben. La citada Universidad ha usado arteramente una de mis columnas en Público para que los estudiantes hicieran un análisis de texto, escudriñaran mi sintaxis –perfectamente mejorable- y expresaran su opinión sobre la pobreza de la que tan fiel representante es la presidenta de los madrileños.

A La Razón hay que darle la ídem, sobre todo al conocer que las universidades madrileñas emplearon textos de  Pérez Galdos, Tomás de Aquino y hasta de Marx, que puestos a elegir a un supuesto rojo mejor quedarse con el original y no con una copia devaluada. A mi mismo me parece un escándalo inconmensurable, sobre todo después de haber constatado por activa, pasiva y perifrástica que si Cervantes habitó en mí, hace tiempo que se mudó al centro.

En lo único en lo que discrepo de mis colegas es en esta afirmación: “El texto está cargado de ideología y de posicionamiento político: legítimo para el ámbito periodístico, pero mucho menos si se trata de plantearlo como objeto de estudio para los alumnos que quieren acceder a una universidad pública”. ¿Acaso La Razón como periódico no debería ser objeto de estudio en universidades públicas o privadas por el hecho de que hasta su información meteorológica rezuma ideología? ¿O tal vez debiera serlo por esa misma ídem?

Más aún, ¿cuál es el posicionamiento político de una crítica a la impudicia de doña Esperanza? ¿Hace falta ser de izquierdas para considerar de un cinismo insoportable que alguien que en vez de pisos tiene palacetes y fincas rústicas y cobra 100.000 euros al año se empeñe en presumir de pobreza? ¿Lo vería de otra manera alguien de derechas de toda la vida del Señor?

Me queda el consuelo de que a partir de ahora, con el nuevo signo político del Gobierno castellano-manchego, no habrá que lamentar episodios tan lamentables como éste. Es más, desde aquí sugiero que, para compensar, en la próxima convocatoria de selectividad se utilice una columna de Alfonso Ussía, que tampoco es Pérez Galdós pero se le parece. Todo ello, siempre claro está, que la Universidad en cuestión esté abierta para entonces, y no haya sido víctima de la crisis y de sus comentarios de texto.