En los 25 años que lleva el CIS preguntando a los ciudadanos sobre los principales problemas del país, “los políticos, los partidos, la política en general”, sólo aparecieron en un lugar prominente en septiembre de 1995, aunque de forma muy coyuntural: apenas se mantuvieron unos meses. Sin embargo, en octubre de 2009 los políticos comenzaron a escalar posiciones en la lista de problemas hasta convertirse en el tercero en abril de 2010. Desde entonces no han dejado de consolidar su posición. En mayo de este año batieron un nuevo récord en el porcentaje de ciudadanos que los considera problemáticos: el 22%.
La crisis económica es la causa principal de esa desafección: en un momento de enormes dificultades, los ciudadanos responsabilizan a los cargos públicos de no atajar los problemas. Resultaría tranquilizador pensar que, cuando amaine la crisis, el malestar con los políticos se diluirá. Es posible, pero nada volverá a ser igual. La gente bien podría pensar que gestionar la res publica cuando todo va bien no tiene ningún mérito. Es precisamente en un momento de crisis cuando los ciudadanos más necesitan a sus representantes, y entonces ellos no están a la altura. Si es cierto aquello de que se conoce a la gente en las circunstancias difíciles, habríamos llegado a conocer demasiado a nuestros políticos, y se habría abierto una brecha de desconfianza entre representantes y representados que quizá cueste mucho cerrar.
Más allá de la crisis, los ciudadanos esgrimen también otros motivos de crítica a los políticos, que el CIS disecciona minuciosamente en un reciente estudio. Son pocos los que concretan su respuesta, pero quienes lo hacen mencionan su “poca sinceridad”, “escasa formación”, “desinterés por el bien público”, “irresponsabilidad” y “sueldos excesivos”. Los encuestados también mencionaban la “mala gestión, crispación, falta de liderazgo o inestabilidad”. El CIS interpreta estas respuestas de forma tranquilizadora, señalando que no existe una crítica relevante al sistema político, sino que “el problema se identifica con la acción política o el espectáculo político”.
No estoy segura de que sea así. Podríamos pensar, en efecto, que los políticos actuales adolecen de los defectos señalados; podríamos deducir que hay malos gestores con altos sueldos, deseosos del enfrentamiento y con escasa capacidad de liderazgo. Y podríamos concluir que todo ello se solventará cuando se cambie a los ignorantes, hipócritas y egoístas actuales por sabios sinceros y generosos.
Sin embargo, el sistema y las personas que lo integran no se pueden deslindar tan fácilmente. La cuestión clave reside en que los partidos actuales premian a los corruptos, los ineptos y los mentirosos. En esos partidos no triunfan los responsables, sino los dóciles; y no ganan los preparados, sino los ambiciosos. A Omar Jayyam no le faltaba razón cuando afirmaba que “las cualidades que se necesitan para gobernar no son las que se necesitan para acceder al poder”. Esta contradicción endémica ha alcanzado su máxima expresión en nuestro país, y si los partidos no cambian, el descontento que ahora parece concreto se volverá sistémico.
El CIS analiza también en detalle el perfil de ese 22% de ciudadanos descontentos con los políticos. En contra de lo que pudieran pensarse, ni son jóvenes, ni parados, ni pasotas de la política. La media de edad de ese colectivo se sitúa en los 46 años; la mitad de ellos tiene trabajo (frente al 41% de la muestra general), su nivel educativo está por encima de la media y su situación económica también (el 34% la considera buena, frente a un 28% de media en el conjunto de los encuestados). La crisis dispara el malestar con los políticos, pero no entre los más directamente golpeados por ella. Se trata, además, de gente más interesada que la media por la política, más lectora de periódicos y que participa con mayor frecuencia en manifestaciones políticas. Son, en suma, los ciudadanos más politizados los que mayor desafección sienten, lo cual obliga a interpretar su crítica como frustración ante un sistema que no satisface ni sus expectativas ni su interés.
En cuanto a su ideología, resulta curioso, aunque coherente con la mayor politización de ese colectivo, que contenga a gentes tanto de izquierda como de derecha. En ambos casos, tienden a ubicarse en las posiciones más extremas, sobre todo en la derecha. Y en ambos casos, son muy críticos tanto con el PSOE como con el PP. El hecho de que aparezcan en la muestra más votantes del segundo que del primero, sólo cabe atribuirlo a la inexistencia de un partido a la derecha del PP, lo que no le sucede al PSOE.
Las corrientes que aglutinan el descontento ciudadano con “la clase política” pueden decantarse hacia la derecha (el Tea Party estadounidense) o hacia la izquierda (el 15M). Pero en el caso de España, la adscripción ideológica resulta –desde mi punto de vista- menos relevante que la convicción predominante de que el sistema necesita ser remozado en profundidad. Que los ciudadanos más interesados por la política la perciban como un problema significa que quienes no la ven así son sólo quienes nunca se han detenido a pensarlo en serio, lo cual constituye un endeble sustento para un sistema político.
Totalmente de acuerdo. Podemos decir sin temor a equivocarnos que tenemos una mayoría de políticos desde el más bajo concejal, hasta el mas alto diputado o eurodiputado a unos políticos infames. El pueblo español no se merece esta morralla. Como no me gustó nada lo de Sodoma y Gomorra tengo que decir que hay algunos justos en la política, los demás se pueden incinerar.
Aunque lo piense la gente, no creo que los políticos que desempeñas cargos de responsabilidad tengan sueldos altos en comparación con puestos ejecutivos de la empresa privada. Otra cosa es que hay muchos que no se ganan el sueldo. Y otros que aprovechan su poder para beneficiarse personalmente: corrupción, clientelismo, etcétera.
Creo que una buena solución es la transparencia, esa ley prometida por Zapatero y que se ha quedado en la cartera. Exigir una mayor información sobre el gasto público permitiría conocer mejora la situación, y evitar abusos que se producen al amparo de la oscuridad.
Otra solución importante es un código de conducta pactado, por el que, por ejemplo, los imputados no puedan ir en listas electorales, o las dimisiones como la de Camps no se prolonguen en el tiempo.
Apunto el cruce de al menos tres líneas: los papeles de Wikileaks, que revelan las corrientes ocultas que fluyen en las «democracias» (y que aunque son la antítesis de ellas, parecen darles forma), la crisis económica, que revela un vaciamiento de «la democracia» en favor de grandes grupos corporativos como bancos, FMI, Agencias de calificación. Y las revueltas árabes: hasta que no salieron nuestras democracias mal en la foto, apoyaban esas dictaduras árabes.
El panorama es desolador y apunta al sistema.
Probablemente, ni uno ni otro, si no nuestra, nuestra indiferencia y sumision a contribuido en gran medida a llegar a esta situacion.
http://www.grandepornaturaleza.blogspot.com
saludos
Por favor pedir a amigos,conocidos,familiares que no voten ni al psoe ni al pp pasarlo por favor.Si nadie vota a estos dos partidos los que ganen tendran que cambiar las cosas sin posibilidad de no hacer nada.Estarian obligados a cambiar la justicia y la leyes electorales la clave es que psoe y pp no tengan ni un voto.GENERACION NI NI,NI PSOE NI PP PASARLO PORFAVOR,hablar de ello con familiares y amigos y que nadie les vote y TODOS A VOTAR.Que voten a quien sea menos psoe y pp gracias.
NI PSOE NI PP POR ESTO,corruptos 730 y los librados,29 años de gobierno,mitad salario de francia,alemania,italia,inglaterra etc,se regalan coches,trajes,VPOS,viajes y joyas,se perdonan sus deudas,colocacion hijos,primos,amigos,control medios y analistas de TODAS las tertulias y debates,se niegan saldar piso por hipoteca, incumplimiento programa electoral,(manipulacion ceoe,ccoo,ugt,iglesia,tv,periodicos,todos a sueldo)¿JUSTICIA?¿existe una justicia justa?NO..NI PSOE NI PP,PERO VOTA.GRACIAS
Creo que una buena parte del problema son los políticos mediocres, pero también creo que los políticos son un reflejo de la sociedad en la que surgen. Quisiera tener mejores noticias, pero la chapuza, el fraude, el amiguismo, el acomodamiento… no son rasgos exclusivos de nuestros torpes dirigentes, sino también de los que les sitúan allí y de los que no les exigen su dimisión una vez han acreditado su torpeza.
Estoy de acuerdo con Lugar Fundamental, los políticos son el reflejo de nuestra sociedad actual. No se puede entender de otra forma que un político como Camps acusado de corrupto siga sumando votos en lugar de restarlos.¿Por qué?, pues porque el que le vota piensa que haría igual si estuviese en su situación, aprovechar el cargo para lucro personal y su círculo de amigos. No es políticamente correcto admitirlo, pero bajo cuerda se entiende que es/debe ser así, y como tal se tolera y hasta se premia en votos. Y a otras escalas estoy harto de comprobarlo; En el 2009 en mi empresa se despidió a 4 trabajadores que pasaron a engrosar las listas del paro y a cobrar por ello. Ninguno se planteó trabajar de nuevo dándose de alta, pues a casi todos les correspondía el máximo de prestaciones por el tiempo que llevaban trabajando, y consideraban que debían cobrarlo en su totalidad como un derecho en lugar de entenderlo como un ayuda mientras buscaban empleo. Excepto uno que decidió tomarse 2 años sabáticos y cobrar el paro sin trabajar, los otros tres estaban trabajando en pocos días en negro y así lo hicieron hasta que cobraron el último euro, defraudando ellos y los que le daban empleo. Como me dijo uno de ellos, «ahora es que estoy ganando dinero».
Desde mi punto de vista, el problema no son los políticos, es el sistema donde la hipocresía, el despilfarro y el mirarse al ombligo cada cual se ha instalado en todos los ámbitos, mientras lo público se halaba en idem y se menosprecia en privado. Y mientras el sistema no cambie nada cambiará.
Muy interesante: “las cualidades que se necesitan para gobernar no son las que se necesitan para acceder al poder”.
Por mi parte pienso que votamos en función de qué partido tomará decisiones que nos favorezcan, convirtiendo la política en teoría de juegos.
En cualquier caso, la mayor parte de la gente tiene decidido de antemano qué partido votar, como si de un equipo de fútbol se tratase (Ortega, «Las ideas se tienen; en la creencia se está»; «El derecho a votar me impone el deber de instruirme» de Rousseau).
Por último, el amiguismo (que deriva en corrupción) es la mayor causa de pobreza, por encima de la disponibilidad de recursos naturales.
http://josearnedo.blogspot.com/
Asumiendo que el poder corrompe, y que la corrupción está a todos los niveles (presidentes de escalera de vecinos que se pintan la casa a cambio de otorgar el trabajo de pintar la escalera, por ejemplo), no hay que pensar en que otros que vengan serán más honrados sino establecer mecanismos que dificulten y sancionen la corrupción.
Inhabilitación DE POR VIDA para los condenados por corrupción, es una cosa bien sencilla. Hay más, supongo.
Pero lo que quería decir es que se acercan elecciones y con la que está cayendo mejor nos unimos, o mejor dicho: demandamos la unión de los indignados en una candidatura única. Tan simple como difícil, lo reconozco, pero no puedo evitar un desespero que no suceda nada después de ver y sentir el cabreo general en las manifestaciones contra los recortes. Qué es lo que va a votar toda esa gente? Por una candidatura INDIGNADA UNIDA. http://unidos20n.blogspot.com/2011/08/avala-una-candidatura-indignada-unida.html