Durante mucho tiempo, a los intelectuales de izquierdas les gustaba decir aquello de que la televisión es un electrodoméstico más. No la veían de frente, como el resto de los mortales, sino de perfil y por encima de su hombro. Y eso en el caso de que se dignaran a dedicarle unos minutos de zapeo descuidado. Su desprecio hacia la “caja tonta” nos quedaba claro pero, por desgracia, nunca nos ayudaron a comprender la influencia en la mentalidad contemporánea de ese aparato al que entregamos más de tres horas diarias.
En Usted puede ser tertuliano (Península), Javier Valenzuela se aleja de ese cliché y describe las experiencias emocionales, mentales y políticas que los españoles hemos compartido a través de la televisión en las últimas décadas. Lejos de arremeter contra la televisión, el autor pone al lector ante sus efectos y su poderosa influencia. Desde el “españoles, Franco ha muerto” de Arias Navarro hasta “la niña de Rajoy” de las últimas elecciones generales, pasando por Crónicas marcianas o el fenómeno Belén Esteban, su repaso a la programación describe con mucha precisión la historia popular contemporánea de nuestro país.
¿Para qué arremeter contra ciertos programas -de cotilleos, casquería o telerrealidad- si se ponen en evidencia a sí mismos?, parece pensar el autor. En efecto, en las páginas de su último libro quedan recogidos los momentos televisivos que más han contribuido a la degradación de la humanidad, tratados con amenidad, humor y, sobre todo, relativizando el dramático efecto sobre la audiencia que se les suele atribuir.
Valenzuela es un convencido del efecto democratizador de la televisión. En la presentación del libro en Madrid, habló de la influencia de Al-Jazeera en la propagación de las revueltas árabes, y de los efectos de las telenovelas brasileñas sobre la disminución de la natalidad o el deseo de las mujeres de obtener más independencia, como sus heroínas. Todo eso es cierto, pero en la plaza Tahrir se podía leer una pancarta que afirmaba: “Antes veía la televisión, ahora la televisión me ve a mí”. Participar en la vida pública como espectador no aumenta la calidad de nuestra ciudadanía, aunque paradójicamente, también hay que reconocerle a la televisión su capacidad de concedernos la categoría de actores políticos cuando nos enfoca protagonizando los hechos, como ha ocurrido en Sol.
No es ajeno a este fenómeno el gremio tertuliano, actor político de carácter principal, retratado en el libro con sus defectos y sus pequeñas virtudes; muy frecuentado y muy odiado por los españoles. Para quien quiera hacer sus pinitos en ese proceloso mundo, Usted puede ser tertuliano contiene los sabios consejos prometidos en el título. Cualquiera de nosotros puede verse un día sentado en un plató, y ese fin del monopolio discursivo de unos cuantos tiene, sin duda, consecuencias democráticas. En cuanto a lo que nos espanta de la televisión, Valenzuela tiene razón al abordarlo como esa pésima materia prima que se halla en nosotros mismos. Si en la tele abunda más, se debe a que en ella todo es ficción, incluso la realidad.
Yo no creo que se pueda hablar de tertulias y tertulianos referidos a televisiones y radios. A estos sitios van gente que le pagan por hablar, y hablan aunque no tengan ni p. idea de lo que farrfullan. Algunos de ellos son simples mercenarios pagados o fanáticos sectarios en lugar de imparciales periodistas. Yo les cambiaría el nombre y les llamaría Corralas de Comadres Chismosas. Eso sí, salvaría de la quema a una decena decente, entre la que incluyo a Irene.
Tertulias y tertulianos de verdad eran los de los antiguos cafés, esos sí eran hombres sabios y honrados. Uno de ellos, intelectual de prestigio, le dijo a un amigo: oye ese joven es inteligente. ¿Y tu como lo sabes? le replicó. Muy sencillo, porque lleva un año viniendo, siempre escucha y nunca ha hablado.
Más correcto que de tertulianos es hablar de contertulios, ya que Tertuliano es una figura de la patrística de Cartago; teólogo, padre de la iglesia y prolífico escritor de la 2ª mitad del S. II. Si bien en las últimas ediciones del Dicc. de la R A L aparece tb tertuliano como contertulio, debe ser por su continuado uso erróneo, pues en las anteriores ediciones no aparece como tal.
Un saludo.
José Carlos.