El 15M evoluciona, los partidos siguen a lo suyo

Se levanta el campamento de Sol. La decisión ha resultado algo agónica, no sólo por el afán de consenso que ya he criticado en otra ocasión, sino también por la lluvia, que obligó a aplazar la asamblea en más de una ocasión. Finalmente, han decidido que el domingo 12 abandonan la plaza.

Se trata del final de la acampada, pero no del Movimiento 15M. La próxima cita es una manifestación el 19 de junio. Y no hay que contar con que languidezca fácilmente una protesta que se ha extendido a casi sesenta ciudades españolas y a más de 100 barrios y pueblos de Madrid. Esta ciudadanía movilizada seguirá recordando a los poderes que “no somos mercancía en manos de banqueros y políticos”, como rezaba su pancarta inicial.

Uno de los mayores potenciales de esta protesta viral es su carácter global. De la parisina Plaza de la Bastilla fueron desalojados violentamente hace unos días y en Turquía empiezan ahora a congregarse. Los griegos, por su parte, llevan más de dos semanas manifestándose de forma masiva ante el Parlamento, en la Plaza del Sintagma. Y ya han obtenido un primer éxito. Aunque la prensa española apenas haya informado de ello, la presión está llevando al Gobierno de Papandreu a plantearse someter a referéndum las nuevas medidas de ajuste impuestas por Bruselas. Para sortear la desinformación, siempre nos quedará la prensa extranjera: aquí y aquí.

Está claro que en España los gobernantes no han escuchado al 15M. La sordera de los políticos corre pareja al desdén de los medios. Y no es de extrañar. Uno de los múltiples males del país es la simbiosis mediático-política, que se sustancia en el desinterés por aquellos asuntos que no se pueden capitalizar contra el otro partido, sea el PP sea el PSOE. Como el 15M les interpela a ambos, en sus núcleos más cerrados de poder, nada mejor que ignorarlo.

Había mucha gente interesada en que los indignados levantaran el campamento para poder empezar a construir el discurso de que la protesta ha terminado. Son los que no entienden que la mayor parte de ella sigue sucediendo en las redes sociales, en los barrios, en asambleas diseminadas por toda España. Cuando de esa enorme energía humana irradiada desde Sol salió lo que se llamó “consenso de mínimos” –cuatro propuestas elementales de regeneración democrática- lo malo no era que los partidos lo rechazaran. Lo peor que podía ocurrir es que ni siquiera lo escucharan. Y es lo que ha ocurrido. Otra oportunidad perdida.