Si de algo ha presumido Zapatero y sus aduladores ha sido de su capacidad para administrar los tiempos, aunque parece que en esta ocasión se le ha adelantado peligrosamente el reloj de pulsera. Anunciar a estas alturas su renuncia a ser candidato en 2012 sólo puede ser interpretada como el resultado de presiones insoportables por aquellos barones de su partido que veían peligrar sus sillones en las municipales y autonómicas de mayo y que, incluso, hubieran preferido que el sucesor fuera ya conocido, hurtando a la militancia la posibilidad de designarle.
Lejos de alejar de las próximos comicios locales el debate sucesorio, lo probable es que éste acapare la cita, con un PP al que le ha faltado tiempo para reclamar un anticipo de las generales. Un presidente que comunica su retirada deja de existir, por lo que a partir de ahora Zapatero tendrá que acostumbrarse al ninguneo parlamentario de la oposición, un castigo innecesario que hubiera podido retrasarse dada su declarada voluntad de agotar la legislatura. El calendario aconsejaría que el próximo comité federal convocara primarias a finales del otoño, poco antes de la disolución de las Cortes, para que el vencedor aprovechara su impulso. Pero como es lo razonable, nada es seguro.
Lo deseable por el aparato del PSOE sería que sólo un aspirante optase a la candidatura y que éste fuese Alfredo Pérez Rubalcaba, por el que José Blanco lleva ya meses haciendo campaña en las distintas federaciones. Blanco y Rubalcaba son aliados desde aquellos lejanos tiempos en los que el vicepresidente se las tuvo tiesas con el hoy marido de Carme Chacón, Miguel Barroso, que entonces ejercía de asesor áulico de Zapatero y hacía la competencia al Fouché de los socialistas. Si no ganar las elecciones, objetivo que a estas alturas parece inalcanzable, muchos dirigentes socialistas creen que Rubalcaba permitiría salvar los muebles y, posteriormente, dar paso en un congreso a otro liderazgo al que podría optar la ministra de Defensa. La prueba de que los optimistas antropológicos aún no se han extinguido es que no faltan en el PSOE quienes opinan que Rubalcaba tiene remotas posibilidades de imponerse a Rajoy y que, en ese supuesto, habría pactado con Blanco repartirse la presidencia del Gobierno y la secretaría general del PSOE. El de Lugo ha empezado a pellizcarse por si el sueño se hace realidad y le pilla desprevenido.
El segundo escenario posible es que Chacón decida dar la batalla en las primarias, lo que la legitimaría posteriormente para optar a la secretaría general del partido. Esa parece ser la hipótesis más probable y la que habría comunicado a la dirección del PSC cuando rechazó optar al relevo de Montilla. La ministra siempre ha sido la opción personal del presidente Zapatero como muestra su trayectoria. Portavoz electoral del PSOE, vicepresidenta del Congreso, titular de Vivienda y luego de Defensa, ha cursado un máster diseñado por Zapatero, cuyo plan siempre fue dar el relevo a la generación siguiente. De entre los posibles candidatos, nadie mejor que una mujer catalana para romper moldes.
Hace unas semanas se antojaba difícil la competición entre Chacón y Rubalcaba, a quien se veía más en el papel de salvador que en el de gladiador, especialmente después de varias declaraciones suyas en las que se representaba recorriendo los últimos metros de su carrera política. Alguien, presumiblemente Blanco, ha debido de hacerle cambiar de opinión y proporcionarle un chándal nuevo.
Es difícil que la carrera por la candidatura cuente con más participantes. Lo impredecible es lo que ocurrirá después en la batalla por la secretaría general si el PSOE cae derrotado en las generales. En esa lucha nadie está descartado de antemano y, desde luego, no sería extraño que volviera a repetirse una situación similar a la que se vivió en el 2000 cuando aquel semidesconocido que era Zapatero le robó a Bono la cartera y hasta los donuts.
Un viejo dirigente socialista castellano acostumbra a definir a Zapatero como “el rey del caos”. Explica que en el caos gestionó la caótica organización leonesa y que en ese mismo caos se alzó por nueve votos con el liderazgo de un partido por el que competían cuatro candidatos. El caos del 11-M le aupó a la presidencia del Gobierno, y desde allí sumergió en el caos al modelo territorial del Estado. Sólo le faltaba convertir su propia sucesión en un proceso caótico. En eso está.
A ver si Borrell se anima a las primarias y hay alguien competente en el PSOE de una vez
Realmente me sorprende usted, Escudier (y no siempre para bien), nuncá sé de qué va ni qué pretende. En primer lugar me permitirá que le diga que esa aseveración tan tajante de que «Un presidente que comunica su retirada deja de existir» me parece una necedad de tomo y lomo. Si así fuera, Aznar se hubiera convertido en un presidente inexistente desde el primer día en que ganó su segunda legislatura, puesto que había comprometido su palabra de no permanecer más de dos en el poder. Y como todos recordamos, la huella de Aznar de 2000 a 2004 se dejó sentir ¡y con qué virulencia!
La segunda parte de esta frase tampoco parece haber estado muy inspirada, «a partir de ahora Zapatero tendrá que acostumbrarse al ninguneo parlamentario de la oposición». A lo mejor usted todavía no se ha enterado de que eso es justamente lo que se persigue, que Zapatero deje de ser el blanco de todas las iras con el fin de tener las manos libres para terminar de acometer todas las reformas y medidas que el presidente -equivocado o no- estima necesarias para remontar la mala situación. Y esto es lo que se llama gobernar y tener sentido del estado.
le felicito por su articulo al margen de pequeñas consideraciones.Coincido que Zp es rey del caos o digamos que es un caótico con suerte.Un iluminado con aires de progre pero cargado de contradicciones y bilis.
En cuanto a que se va a dedicar a hacer algo para la historia, me temo que es como el Alcoyano.
Por cierto sentido de estado es acertar en las decisiones y no defraudar a los que le votaron.
Totalmente de acuerdo con Patronio. De hecho, la limitación a dos legislaturas podría haberse consolidado como costumbre (muy sana), tal como sugiere Irene Lozano en esta misma web. Los presidentes americanos que revalidan su cargo no «dejan de existir» durante cuatro años porque los electores sepan que no podrán presentarse una tercera vez.
Al contrario que el autor, creo que Zapatero ha estimado correctamente los tiempos. Que las municipales podrían en todo caso beneficiarse de un buen proceso de sucesión (es fácil darle lecciones de democracia interna al PP) y que en todo caso, verificar lo que era vox populi beneficia al potencial sucesor y mucho. Cuando menos tiempo hubiera para el nuevo candidato, peor. Tampoco podrá el PP cargar las tintas contra Zapatero en las municipales. Él ya se va…
Hoy ya damos por supuesto que Rubalcaba será el candidato. Cada nuevo aplastamiento de ETA será un nuevo apoyo. Cada lección de retórica con ironía ante el Congreso, será un nuevo empuje. Todos los ojos puestos en el nuevo candidato son un problema para el PP, cuyos ataques al campeón de la lucha antirerrorista son como un bumerán.
Yo creo que el Casio le funciona de maravilla a Zapatero.