Se acabaron los días de bronca y exabrupto entre seguidores de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. El “deshielo” que escenificaron recientemente en una sesión fotográfica la lideresa y el alcalde lleva fraguándose varios meses y culminará, según han asegurado fuentes del PP madrileño a cuartopoder.es, con el acuerdo con el que se cerrará la lista del PP al ayuntamiento de Madrid para los próximos comicios del 22 de mayo. Ese acuerdo pasa por respetar todos y cada uno de los puestos y los nombres que integran la lista que encabezó Alberto Ruiz-Gallardón en 2007, con sus fieles, pero también los que se alinearon en su día con las tesis de Esperanza Aguirre, en contra de Gallardón. Se trata de mantener la misma proporción de fieles a uno y otro sector y en sus mismos puestos.
Los números están claros: de los 34 concejales del PP en el Ayuntamiento de Madrid, 19 son fieles a Gallardón y los 15 restantes lo son a Aguirre. En este caso, no es necesario basarse en suposiciones ya que, la votación que se celebró en el seno del grupo municipal el 28 de octubre de 2009, después de que uno de los concejales fieles a Aguirre solicitase la destitución del vicealcalde, Manuel Cobo, dibujó una fotografía precisa de apoyos y afectos de los concejales.
Aquel 28 de octubre de 2009, dos días después de la publicación en el diario El País de la entrevista en la que Manuel Cobo vertió graves insultos contra Esperanza Aguirre, el resultado de la votación fue 19 votos en contra de la destitución de Cobo y 13 a favor, porque había dos concejales ausentes, que no acudieron a la reunión del grupo municipal, pero cuya adscripción está en el bando de Aguirre. Y esos son los números y los puestos que deben mantenerse vigentes en aras de la paz en el seno del PP madrileño. Gallardón sale ganando, pero con una mayoría exigua.
Si alguno de estos dos bandos decide incluir o excluir a alguno de sus representantes, será siempre disponiendo de sus propios puestos y absteniéndose de meterse en ninguno de los puestos que no le corresponden. De acuerdo con este reparto, la segunda teniente de alcalde, Ana Botella, se contabiliza en la cuota de Gallardón, puesto que se alineó con él en la mencionada votación.
Los tres primeros puestos serán para Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Botella y Manuel Cobo, por este orden. Pero este equilibrio puede ser efímero, ya que Gallardón tiene muchas probabilidades de abandonar el consistorio municipal para incorporarse al equipo de gobierno de Mariano Rajoy, si finalmente se confirman los augurios que arrojan las encuestas y el PP gana las próximas elecciones generales. En ese caso, si hay victoria del PP y Gallardón ocupa un puesto en el gabinete de Mariano Rajoy, éste se llevará consigo al vicealcalde, Manuel Cobo. Para ser exactos, lo que Gallardón comenta a su entorno es que, allá donde vaya, siempre ofrecerá a su hombre de confianza (su “esclavo moral”, según palabras del propio Cobo), que le siga en su aventura. Es de suponer que Cobo le seguiría al fin del mundo y (¡como no!) también al Gobierno de España. De este modo, el bastón de mando y el puesto de alcalde (alcaldesa, en este caso) recaería en la mujer del ex presidente José María Aznar, Ana Botella.
La operación está diseñada y las posibles críticas que se le pudieran hacer por el hecho de que Botella pudiera pasar la mayor parte de la legislatura siendo la alcaldesa sin haber comparecido ante los ciudadanos madrileños como la verdadera candidata a ocupar ese puesto, también están previstas. Saben los populares que quien tratará de sacar ventaja política de esa circunstancia será el PSOE y sus candidatos a desbancar a Aguirre. Pero el PP ya tiene construido su argumento para contrarrestar esas acusaciones: de culminar esta operación, los populares no harían sino copiar lo que los socialistas llevan haciendo durante todos estos años a la hora de relevar al alcalde de Barcelona. Y tienen razón en el PP: el socialista Narcís Serra ganó dos elecciones seguidas a la alcaldía de Barcelona. Le sucedió Pasqual Maragall, quien a mitad de su segundo mandato se marchó a Roma y dejó en su puesto de alcalde a Joan Clos. A su vez, cuando éste fue llamado para ocupara el ministerio de Industria, dentro del gobierno de Zapatero, dejó la alcaldía en manos de su colaborador, Jordi Hereu . El PP tiene claro que una sola acusación del PSOE sobre su estrategia será contestada con contundencia poniendo al PSOE frente al espejo y mostrándole su incoherencia.
Cuando en el manual del político aparece la palabra «elecciones» se produce la gran metamorfosis.Los enemigos confraternizan, se hacen promesas ante pronósticos halagüeños, se prometen amor eterno….El arte de la política es como la magia, hacen posible lo imposible, pero claro siempre pensando en ellos…