A primeros de mayo, Juan Carlos de Borbón, ingresó por sorpresa en el Hospital Clinic de Barcelona, tutelado por la sanidad pública, para someterse a una operación de pulmón en la que se le extirparon unas células no cancerígenas. La intervención se desarrolló con normalidad y todo fue tan normal que sus familiares más cercanos acudieron muchas horas después y, en algún caso, pasados algunos días a visitarle al hospital.
Como se recordará, el desenlace de la normalidad consistió en una sucesión de elogios y parabienes sobre el buen funcionamiento de la sanidad pública catalana, en contraste con esas urgencias hospitalarias repletas de enfermos en las que con desgraciada frecuencia la gente muere mientras espera que le hagan las pruebas.
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Aunque es verdad que el jefe del Estado ingresó en el Clinic, no fue atendido por la sanidad pública catalana ni fue tratado como un ciudadano más. El Rey fue operado por los especialistas de la empresa Barnaclinic, una clínica privada que abona un alquiler al Clinic por el uso de los quirófanos y de la tecnología del hospital público.
Pero para hacernos creer que recibía la misma atención y trato que el resto de los españoles –los catalanes, en este caso--, se escenificó una farsa que, según los datos recogidos por el diputado de ICV Joan Herrera, llevó a cambiar los logotipos de Barnaclinic de la ropa de las habitaciones alquiladas en el hospital público por los del Clinic.
Tras contrastar esos detalles y enterarse de que la factura remitida a la Casa Real fue de 25.000 euros, Herrera ha preguntado por escrito al Gobierno qué opinión tiene sobre “la escenificación de la asistencia sanitaria pública” a su majestad cuando en realidad se alojó en una clínica privada y si le consta que para reforzar “la escenificación” se cambiaran hasta los logotipos de la ropa de las camas.
Con independencia de que la ministra Trinidad Jiménez tenga un plazo reglamentario de un mes para contestar y de que pueda aportar algún detalle sobre la simulación, por lo demás favorable a la sanidad pública, la vigencia de lo que hace un siglo escribió Mark Twain en el sentido de que la mentira puede dar la vuelta al mundo mientas la verdad aún no se ha puesto los zapatos, sigue siendo plena.
«¿Por qué no te callas?»
No he de callar por más que con el dedo silencio ordenes o amenaces miedo.
Veis como la sanidad pública catalana es estupenda cuando se pone al servicio privado. No se sabe si el rey escenificó o lo escenificaron. ¿Lo aclararán Jiménez, Montilla o el Constitucional? Y así vamos.
Me parece exagerado lo de la escenificación, pues Barnaclinic y el Instituto Clinic del Tórax tienen convenio con el Hospital Clinic y son instituciones interdependientes. Dejo dos enlaces y que cada uno saque sus conclusiones:
http://www.hospitalclinic.org/Secciones/Asistencia/AsistprivadaBarnacl%C3%ADnic/tabid/133/Default.aspx
http://www.hospitalclinic.org/Default.aspx?tabid=142
Estimado don Luis Diez, enhorabuena por este excelente artículo y sus trabajos de investigación periodística. Mis felicitaciones también para sus compañeros de Cuarto Poder por esta iniciativa de periodismo independiente que tanta falta hace en España para lograr salud en las instituciones públicas y los ideales de democracia y justicia.
Cordialmente desde Londres,
Dr Miguel-Ángel Meizoso
Founding president of http://www.FriendsofBorges.org
Editor http://www.Habeas-Corpus.net
Lamentable. Y tan innecesario además…
Pues muy bien: del Rey abajo ninguno.