El baile de fusiones en la banca tendrá segunda parte

Desde que se ha inventado la modalidad fría, lo de las fusiones ha dejado de ser un problema. ¿Que en qué consiste? Pues en que una o varias cajas se fusionan como si lo hicieran caliente, tratan de tapar sus agujeros y deciden los correspondientes excedentes laborales y de oficinas. Pero al ser en frío nadie sobra en los correspondientes órganos de dirección, lo cual es para dejar helado a cualquiera con dos dedos de frente. El día 15 se cumplía el plazo que el Banco de España había dado para recibir proyectos y conceder los créditos al 7,75% del famoso Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), aunque nadie va a ponerse tiquismiquis si alguno llega pasado de fecha. Todo sea por la salud de nuestro envidiable sistema financiero, que diría Zapatero.

Ya es casualidad, pero uno de los pocos acuerdos conocidos del presidente con Rajoy tenga que ver con las cajas, cuya ley quieren modificar a toda velocidad, aunque en esto de la prisa haya sus matices. Asegura una fuente muy próxima a la dirección del PP que Zapatero se comprometió con Rajoy a enviarle urgentemente un escrito con las líneas generales de la reforma. Como de esto hace ya más de un mes, en el PP han empezado a temerse que el papel se haya perdido en Correos.

Sea como fuere, a las cajas les ha llegado el mensaje. A saber: que las fusiones, ya sean frías o calientes, han de hacerse a toda leche porque es urgente que ganen tamaño; que hay consenso en que los políticos no estén en el puesto de mando de las entidades; que existe coincidencia en que la cuotas participativas –una especie de acciones que debían servir para capitalizarlas y que apenas se han utilizado - tengan derechos políticos y puedan representar más del 50% de los fondos propios; y sobre todo, que en el ánimo de Gobierno y oposición está permitir que los bancos puedan comprar cajas, algo imposible con la legislación actual. Esto último es lo que tiene a sus gestores de los nervios porque, según explican, sería acabar con el modelo actual.

Pese los flecos, el nuevo mapa de las cajas de ahorro parece definido. Y salvo sorpresa, un puñado de ellas permanecerán solteras a la espera de una segunda fase de la reestructuración que en el sector se considera inevitable. Entre ellas están las tres cajas vascas –BBK, Kutxa y Vital- las dos andaluzas –Unicaja y Cajasol-, Ibercaja y la Caixa, que se ha limitado a engullir Caixa Girona como gesto de buena voluntad. Ninguna de ellas tiene prisa ni necesidad de tomar prestado dinero de un fondo a un tipo de interés tan alto como el del FROB.

Las tres de Euskadi, que además son las más solventes, han decidido esperar a que amanine la crisis y sepan a qué atenerse con la nueva ley. Otras como Cajasol están abiertas a las fusiones, pero salvo el abordaje a Caja Guadalajara y su oferta por Cajasur, ha visto cómo se frustraba primero su unión con las cajas extremeñas y después su fusión fría con Caja Rioja, Insular y Laietana, que prefirieron el paraguas de Cajamadrid. Finalmente, fueron los de Cajasol los que rechazaron casarse con ese buen mozo que es Rato, que pidió su mano antes que la de Bancaja. Queda, por tanto abierta, la posibilidad de que Cajasol y Unicaja formen pareja, algo que haría muy feliz al presidente andaluz José Antonio Griñán y que no es descartable en absoluto.

Lo asombroso es que exista el convencimiento de que “habrá una segunda vuelta”, en expresión de un alto ejecutivo del sector: “Será dentro de seis meses o de dos años, pero será, y ahí sí que va a haber que estar”. En definitiva, que nuestro solvente sistema financiero, que era la envidia de medio mundo y el modelo del otro medio, está hecho unos zorros. “Podemos tener una recaída y algún que otro susto”, añadía la fuente antes citada.

El problema siguen siendo los activos inmobiliarios, que en dos años tendrían que estar provisionados al 100% si se cumplen las directrices del Banco de España. Entre tanto, el que más y el que menos silba el only you en vez de gestionar el muerto de manera diligente. Lo prudente sería rebajar los precios de manera drástica, algo a lo que se resisten bancos y cajas porque situarlos por debajo de su valor contable significarían minusvalías en las cuentas de resultados.

El círculo es vicioso a más no poder: no se bajan más los precios para no aflorar pérdidas y los compradores siguen esperando nuevos descensos. No han faltado propuestas de crear empresas públicas a las que se pueda endosar la morralla inmobiliaria. Una iniciativa de este tipo ha sido trasladada a la Junta de Andalucía, sin mucho éxito por el momento.  Pueden apostar a que de una forma o de otra seguiremos pagando los de siempre los desmanes de unos pocos.

La situación ha llegado a un punto en que algunos gestores de cajas ya han reclamado que la obra social de las entidades desaparezca y que estos fondos se destinen a capitalización. ¿Y los bancos? Pues tampoco están para tirar cohetes. Los medianos, caso del Sabadell y el Guipuzcoano, tendrán que unirse para sobrevivir y los grandes juegan a la ruleta rusa. ¿Cómo se explica que con la que está cayendo el Santander abra una guerra por el pasivo y se lance a ofrecer remuneraciones por depósitos del 4%? Pues porque temía no poder cumplir con los vencimientos de deuda en los que este año tiene que retratarse. Así están las cosas.