Sinceridad no le falta a la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, cuando reconoce que “ninguno de los objetivos relacionados con la atención en materia de salud mental se ha logrado”. La ministra se lo ha dicho por escrito al diputado de IU Gaspar Llamazares, que se interesó por esta laguna de la sanidad pública en diciembre del año pasado, cuando el paro obrero no había llegado al porcentaje del 20% de la población activa.
Llamazares preside la Comisión de Sanidad del Congreso y sabía por Bernat Soria, antecesor de Jiménez en el cargo, que la salud mental de los españoles iba a peor. Basándose en estudios epidemiológicos y sociales, Soria auguró que podíamos llegar a un 15% de los españoles con algún trastorno a lo largo de su vida y situó la prevención y la asistencia de las enfermedades mentales como un “objetivo prioritario” del Sistema Nacional de Salud.
Cuando Soria era ministro, el Gobierno todavía exhibía el superávit de las cuentas públicas y el paro no pasaba del 10% de la población activa. En dos años, el desempleo se ha duplicado y la salud mental se ha resentido considerablemente. Según los expertos que se reunieron los días 21 y 22 de abril en la Conferencia de Salud Mental, los trastornos psíquicos aquejarán a más del 15% de la población, es decir, a más de siete millones de personas. Millón y medio de ellas sufren algún padecimiento grave que dificulta su vida.
Aunque la ministra Jiménez reconozca que ni siquiera cuando había superávit fiscal se ha podido cumplir el objetivo de prevención y asistencia, no hay que desesperarse, pues, según le dice a Llamazares, se han cubierto satisfactoriamente otros frentes como el de “la participación, la formación de profesionales y la investigación”.
Con esto ya sabemos que los enfermos mentales y sus familiares se pueden asociar, que contamos con especialistas suficientes y que los investigadores del cerebro humano son competentes y avanzan a buen ritmo. Y también sabemos que cuando los parados, a los que han jodido la vida, sufran algún desequilibrio mental resistente a los ansiolíticos que les recete el médico de cabecera, pueden acudir a los especialistas, que los hay, y muy buenos, y pagarse el tratamiento.
La asistencia sanitaria pública tiene tantas carencias que, encima, no se va a ocupar de los enfermos mentales producidos por un sistema capitalista injusto en el que somos productores de usar y tirar. Faltaría más…
No saben ustedes los problemas que padezco con mi hermana desde que perdió el trabajo. Yo creo que me está volviendo loca a mí.
Trabajo en un centro de profundos de una asociación privada con subvenciones públicas. Las familias de los enfermos mentales no quieren saber nada de ellos. Muy pocos se los llevan de paseo los fines de semana. Muy pocos pagan el puñado de euros que nos cuesta llevarles de excursión. Subirlos en el tren y trasladarlos es un drama. No hay plataformas en las estaciones y todo son obstáculos y barreras. El ayuntamiento pagaba la luz y el agua del centro y lleva dos años sin hacerlo. No nos la han cortado gracias a un crédito. Las familias se quedan con la escasa paga que les reconocen a los mayores de 18 años y no aportan ni un euro más de la tasa marcada por la asociación. Si supieran el sueldo que cobramos se reirían: yo gano 400 euros, de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Un panadero nos trae el pan gratis. Tenemos comida de sobra porque muchos comerciantes y un gran almacén también realizan sus aportaciones al centro, donde viven 24 seres humanos, aunque no lo parezcan. Y Sanidad les da la medicación gratis. Les ahorro los detalles sobre las pastillas que se toman para no lesionarse, pero se pueden imaginar el menú. Gracias por dejarme este espacio para llorar.
Tengo a mi hija tratada como UNA PRESA en Fontcalent. Mi hija ha sido declarada INOCENTE del tema que le acusaban. ¿Por qué no hay MAS CENTROS para ENFERMOS MENTALES y desde luego MÁS CERCA DE SU FAMILIA.900KM