Llegó hace nueve meses a la secretaría general de UGT en un momento complicado para el sindicato, acosado por casos como el de los ERE y las 'tarjetas black', y reconoce que el aterrizaje no ha sido fácil, que se han cometido errores y que se van a poner todos los medios para no repetirlos. Asume también que la organización ha estado "tocada", pero recuerda que en momentos de crisis y de despidos masivos el trabajo de los sindicatos se desarrolla fundamental en las empresas y que esa labor suele quedar fuera del foco mediático. Pero es optimista y piensa que el mapa político ofrece posibilidades para revertir las tornas, sobre todo si actores políticos fundamentales como PSOE y Podemos liquidan sus conflictos internos y se ponen "a remar" en la calle y en el Parlamento.
P.– ¿Por qué regresar a las calles ahora? ¿Solo porque el mapa político y parlamentario parece más propicio? ¿Las razones no son las mismas desde hace cuatro años?
R.– Hay varias razones para volver a las calles ahora. La primera, porque el país está creciendo. Se está creando riqueza, cosa que no ocurría hace cuatro años. En segundo lugar, porque la coyuntura política es mucho más favorable. Un parlamento sin mayoría absoluta seguramente ayudará a conseguir objetivos concretos, entre ellos, recuperar los derechos perdidos. Y, en tercer lugar, porque el sindicalismo ha pasado un momento muy duro, entre otras cosas, porque se cerraban fábricas un día y sí y otro también y por tanto la lucha estaba centraba en los ámbitos de la empresa, en el centro de trabajo, y eso es mucho menos visible mediáticamente que las movilizaciones generales.
P.– Durante estos cuatro años ha habido mucha gente que se ha preguntado: ¿pero dónde están los sindicatos?
R.– Los sindicatos hemos estado presentes en decenas de miles de empresas de este país. Nuestros más de 90.000 delegados y delegadas han dado el callo en una situación extremadamente complicada.
P.– ¿Casos como el de los ERE o las ‘tarjetas black’ han influido también en ese retraimiento?
R.– Sería ridículo negar que hemos estado tocados y que estamos obligados a recuperar el prestigio social. Y eso se hace en la calle junto a los trabajadores y trabajadoras.
P.– ¿Y han vuelto para quedarse?
R.– Esta es una lucha que tiene unos objetivos muy claros y no vamos a parar hasta conseguirlos. Estamos decididos a recuperar los derechos que se han arrebatado a los trabajadores. Esto no ha hecho más que empezar. La movilización no tiene límites ni está temporalmente limitada.
P.– ¿Y cuáles son esos derechos irrenunciables que hay que recuperar?
"Si las empresas no quieren reducir la brecha salarial, tendremos que obligarlas por la vía fiscal" |
R.– Hay que revertir los recortes sociales en educación, sanidad o dependencia, lo que servirá también para generar empleo. Hay que emprender una reforma fiscal a fondo para que las personas que tienen más paguen más y una lucha decidida contra el fraude, que, según las cifras, representa casi una cuarta parte del PIB, lo que supondría 50.000 millones más de ingresos al año. Además, hay que reducir la brecha salarial en las empresas porque es inmoral y no tiene sentido que haya directivos que cobren 20 ó 25 veces más que un trabajador de esa misma compañía. Y si las empresas no están dispuestas a hacerlo, habrá que obligarles por la vía fiscal, porque este país reparte muy mal y de forma muy injusta su riqueza.
P.– ¿Y la reforma laboral?
R.– Hay que derogar las reformas laborales para restablecer los derechos en la negociación colectiva, que debe ser un elemento fundamental en la redistribución de la riqueza; hay que acabar con la posibilidad de que un empresario, de manera caprichosa, pueda cerrar una empresa porque, aunque después de unos años los tribunales den la razón a los trabajadores, el daño ya está hecho y es irreversible.
P.– La reforma laboral ha conseguido imponer un clima de miedo en las empresas. La amenaza del despido, del paro, de la miseria, han amordazado a cientos de miles de trabajadores de este país.
R.– La disyuntiva de que hay que elegir entre lo malo y lo peor es mezquina, no sirve. Nosotros, como sindicato, no podemos reprochar a nadie que esté trabajando por un sueldo de miseria, pero sí estamos obligados a impedir que eso sea posible. La reforma laboral ha dado carta de naturaleza a la humillación, a situaciones cercanas a la esclavitud para decenas de miles de personas que han encontrado uno de esos empleos de los que el Gobierno se siente tan orgulloso. Es con todo esto con lo que tenemos que acabar y nosotros estamos decididos a hacerlo tanto desde la lucha en la calle como impulsando en el Parlamento, a través de los grupos que compartan estos objetivos, las iniciativas políticas que sean necesarias.
P.– Las dos huelgas generales convocadas por los sindicatos contra la reforma laboral no consiguieron pararla. ¿Si ahora el objetivo se logra en el Parlamento no supondría un reconocimiento de que la huelga general es un instrumento fallido?
R.– En absoluto. Ese instrumento está ahí, en primera línea. Todo dependerá del desarrollo de los acontecimientos. Si el Gobierno veta las reformas que se aprueben en el Parlamento, si lleva la situación a un conflicto institucional, las movilizaciones se irán intensificando hasta el nivel que sea necesario. El solo hecho de que la huelga general pueda estar encima de la mesa es una baza para la negociación. El sindicalismo tiene que aprovechar siempre todas las oportunidades que aparecen, todo lo que sume. En cualquier caso, hablar de huelga general es hablar de una cosa muy seria y muy compleja que no se puede banalizar. Convocar una huelga general que tenga éxito en un país donde más de uno de cada cuatro trabajadores tiene un contrato temporal no es un asunto sencillo. Pero es nuestra responsabilidad hacer un trabajo pedagógico y de soporte con piquetes para que esas personas que tienen contratos de quince días, de un mes, puedan hacer huelga sin riesgo a perder su puesto de trabajo.
P.– En materia de pensiones, los sucesivos gobiernos han impulsado reformas y recortes en aras de una supuesta “sostenibilidad del sistema”. ¿Va a seguirle funcionando esa estrategia al Ejecutivo en esta legislatura?
"Hay que empezar a trabajar en la idea de la tasa para las nuevas tecnologías por su impacto en el empleo" |
R.– Desde la UGT no vamos a hacer ninguna concesión. A nosotros que no nos busquen para recortar derechos de los pensionistas. Este país no tiene un problema de gasto, tiene un problema de ingresos. Hay que mejorar los ingresos de la Seguridad Social. Tenemos un problema de recaudación y para eso ya hemos planteado soluciones a corto plazo: acabar con las bonificaciones a la contratación, en las que se nos van 3.500 millones de euros cada año, lo que no tienen ningún sentido y, menos aún, hacerlo a costa de los afiliados a la Seguridad Social; incrementar los salarios para incrementar las cotizaciones y luchar decididamente contra las bolsas de fraude. Y hay que empezar a pasar impuestos al sistema general de Seguridad Social, como ocurre en otros países de nuestro entorno, y ahí deberíamos empezar a trabajar también la idea de la tasa a las nuevas tecnologías. La eliminación de puestos de trabajo que se está produciendo por esta vía hace necesario repartir los beneficios vía impuestos, cotizaciones o reducciones de jornada. Si no, será difícil mantener el empleo en los próximos años.
P.– ¿En una negociación de este calado y teniendo en cuenta los precedentes, se fía la UGT de las intenciones del Gobierno?
R.– Soy de la opinión de que no debemos de fiarnos de ningún Gobierno, pero de este especialmente. Este gobierno ha arremetido sin tapujos contra las organizaciones sindicales porque sabe que para acabar con los derechos de los trabajadores tiene que acabar con los sindicatos.
P.– ¿Es Fátima Bañez, desde el punto de vista de las capacidades, la peor ministra de Empleo de las últimas décadas?
R.– La cualificación se le supone. Yo creo que el problema, más que la ministra, es el director de orquesta, que se niega a enmendar sus propias políticas en lo que respecta al respeto de la dignidad de las personas.
P.– ¿Cómo valora UGT la situación que atraviesa el partido hermano, el PSOE, tras la dimisión de Pedro Sánchez, la llegada de la gestora, la abstención en la investidura de Rajoy, el apoyo al techo de gasto y quién sabe si a los presupuestos?
R.– La situación del PSOE afecta a los trabajadores y afecta al país. Por eso hay que recordarles que tienen una responsabilidad con la sociedad y que tienen que superar esta situación cuanto antes porque el país, la gente, les necesita. Son necesarios para frenar la voracidad de esta derecha que se lo está comiendo todo.
P.– ¿Y qué opina de la situación de confrontación interna que atraviesa Podemos de cara a su próxima asamblea?
R.– Esta dirección de la UGT tiene puestas muchas esperanzas en que Podemos pueda ser una fuerza importante para salir de la situación en la que nos encontramos. Por eso, tanto Podemos como el PSOE deberían mirar hacia dentro el tiempo imprescindible y ponerse cuanto antes a remar con las organizaciones sociales, con los sindicatos, para revertir la situación, en muchos casos dramática, que atraviesan millones de parados y, cada vez, más trabajadores de este país.
¡¡Qué fácil resulta eso de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio!!
Incauto: Susana Díaz quiere que C´s entre en el gobierno.
¿Estará este hombre enterado de la deriva del Psoe?
Tenemos una ministra de trabajo que mete goles en portería vacía
Tenemos una ministra de trabajo que mete goles en portería vacía
¿podemos a remar?
….
Vamos, anda..
Ahora queréis la calle porque Podemos nunca la ha dejado, os sentís interpelados por ellos, pero mira, el tiempo de la crisis hemos visto reuniones con gobierno y patronal y ninguna reivindicación en la calle, las mareas de educación y sanidad, fueron solas no las apoyasteis. Así que menos hipocresía os habéis acomodados y estáis en esa situación muy calentitos.
Todavía no sabemos, cuando al principio de la crisis visitasteis a Merkel, lo que hablasteis con ella, pero yo me temo que fue el silencio de todos estos años.