“Mientras se escuche una gaita y haya sidra en el lagar…Pues eso. Muchas gaitas y un solo lagar, aunque este último nos haya salido un poco veleta. Les prometo que me leeré (más de una vez) de cabo a rabo y en su integridad el informe de la comisión de expertos sobre la reforma de nuestro sistema tributario. Después les daré mi modesta opinión sobre el asunto. Mientras tanto, no sería honrado que elucubrara sin ton ni son sobre un tocho publicado ayer que tiene 444 páginas.
Pero ya les anticipo que, tras las explicaciones de Manuel Lagares, la música que suena en la partitura de los expertos fiscales que reconocen su jefatura me lleva a sugerir a los sabios de la cosa que no se lo piensen más y abandonen el oficio de gaiteros. Los contribuyentes esperábamos una sonata de Mozart, y Lagares y sus amigos nos han invitado a una zarzuela del parque de La Bombilla, a que les digamos que se dejen de gaitas, a que pongan, si no les parece mal, los pies en el suelo y dejen de levitar como los budas de Montoro que son. Que sepan lo que realmente les pasa a muchos –la mayoría- de los contribuyentes españoles.
Yo me malicio que, invisible detrás del sonido de la gaita, está la música tramposa del tongo carnavalesco que están bailando los miembros de la comisión con el Gobierno que les ha pedido asesoramiento técnico. Que me perdonen los sabios, pero la prueba del algodón de mi sospecha es su propuesta de que vuelva a tributar en el IRPF la vivienda habitual. Yo soy más ingenuo que el hermano de Caín pero, aún así, lo de jorobar fiscalmente a los titulares de su vivienda única y permanente me huele muy mal, apesta a incienso de paripé, parece una película de polis buenos (los del Gobierno) que le ponen los grilletes a los polis malos (los sabios, los magos, los miembros del grupo de expertos).
Manuel Lagares repite como máximo consejero áulico en un proceso de reforma fiscal. A finales de los 90 Lagares ya fue el padre intelectual del IRPF auspiciado por José María Aznar en su primera legislatura. La criatura intelectual de Lagares ha pasado la reválida del tiempo (distintas etapas económicas, distintos gobiernos), ya que desde su nacimiento legal –el 1 de enero de 1999- ha conformado el Impuesto sobre la Renta, en sus líneas maestras, hasta la actualidad. El IRPF no ha cambiado mucho desde entonces, todo lo contrario (a despecho de las últimas fórmulas magistrales del fundador), y su padre putativo, seguramente, estará orgulloso del muchacho. El Lagares de 1999 (que, debo reconocerlo, no estaba ni está en mi santoral) era un neocon de la fiscalidad liberal, la que predica que hay que dejar la mayor parte de la renta de los individuos muy lejos de las garras del Estado. No obstante, después de leer su informe en lo que atañe a las rentas inmobiliarias, creo que ha abandonado su antiguo capullo y ha devenido en un señor de horca y cuchillo fiscal dispuesto a atracar al personal. Pero no al dueño del rancho de La Ponderosa (que probablemente estará a nombre de una sociedad anónima), sino al personal mediopensionista, al pequeño propietario al que acosa con la desenvoltura de Luis Candelas. Lo demuestra su visión de la vivienda habitual como hecho imponible.
Lagares es un síntoma patológico del sistema tributario español. Durante veinte años –desde 1979 a 1998-, la tenencia de la vivienda habitual había tributado como una renta más. Llega Lagares y, gracias a su inspiración, se suprime la renta estimada de la vivienda habitual. Esta decisión es coherente con el establecimiento, en 1999, de un mínimo exento de tributación, que es la renta no gravada por destinarla el contribuyente a satisfacer sus necesidades básicas personales y las de su familia. Todos los ministros de Hacienda que han sido y se han sucedido en el tiempo desde entonces (Rato, Montoro 1, Solbes, Salgado , Montoro 2…no sé si me olvido de alguno) le han dado la razón al catedrático de Hacienda Pública onubense, que ahora tiene una mano para dibujar el futuro de las pensiones y la otra para hacer lo mismo con los nuevos tributos de los españoles.
Sin embargo, hoy es un día distinto de ayer. Es la hora de no dejar títere con cabeza, y Lagares no le hace ascos a la guillotina. Al más puro estilo carpetovetónico y haciéndole una peineta a las aventuras fiscales posmodernas, que no está el horno para bollos. Con un par. Si en el censo hay 38 millones de inmuebles urbanos y la mayor parte de ellos constituye el domicilio de sus propietarios, ¿por qué no volver a someterlos a tributación por el IRPF, sobre todo cuando se tiene la excusa perfecta de bajar los tipos de gravamen a cambio de ensanchar las bases imponibles y suprimir la floresta de las exenciones y deducciones del IRPF? Los expertos sólo dejarían fuera a los contribuyentes con rentas inferiores a 20.000 euros o a los titulares de viviendas con un valor administrativo inferior a 90.000 euros. Es decir, a personas que en estos momentos apenas pagan cuotas del IRPF. Con lo que el grueso de la recaudación correría a cargo de las clases medias.
Los sabios comandados por Lagares consideran que la actual determinación del valor catastral es defectuosa y está muy por debajo de los valores de mercado. Proponen un nuevo sistema de evaluación del parque inmobiliario (los futuros valores de referencia) y dicen que hay que convertir el IBI en un impuesto patrimonial (mucho más caro que el vigente) sobre la propiedad inmobiliaria. Mientras tanto, el IRPF debería gravar (en la base del ahorro) sin excepciones dicha propiedad de forma homogénea, da lo mismo que lo mismo da los inmuebles arrendados, la residencia de vacaciones y la vivienda habitual. Aunque, en su estructura definitiva, el IRPF sólo gravaría las rentas de las cesiones arrendaticias.
Los protocolos de los sabios de Hacienda ignoran que la vivienda familiar es el único patrimonio de la inmensa mayoría de los españoles. Ignoran que esas personas no pueden ser tratadas igual que las que tienen, aparte de su domicilio, otras viviendas residenciales y/o inmuebles que producen ingresos (monetarios y reales) por alquiler. Ignoran que es injusto tratar de forma igual a los desiguales y que no procede meter en el mismo saco (en la base imponible del ahorro) a elementos patrimoniales tan distintos como son la vivienda familiar y, por ejemplo, las rentas derivadas de una cartera mobiliaria. Y tampoco han caído en la cuenta de que (como una legítima iniciativa de apoyo al acceso a la vivienda y de protección a la familia) el Estado –que ha sido incapaz de regular de forma eficiente el mercado de alquileres- ha intervenido siempre como un agente no neutral a favor de la compra de la vivienda habitual (subvenciones directas y deducciones fiscales), orientando una demanda que –si el Gobierno hiciera caso a la comisión de expertos- ahora sería, insospechadamente, un huésped forzoso de Hacienda.
Pero no. Soraya Sáenz de Santamaría dijo ayer, en el lapso intermedio de 24 horas transcurrido entre la entrega del informe al Gobierno y su difusión oficial, que zapatero a tus zapatos y Lagares a tu lagar. Que el Gobierno no está dispuesto a someter al IRPF la vivienda habitual. ¡Qué peso nos ha quitado de encima la vicepresidenta! Seguro que el Gobierno no sabía nada y como un padre justo y bondadoso ha salido urgentemente a defender a su prole –las clases medias peladas- de los lobos de la tecnocracia fiscal, los desalmados de la ciencia lúgubre.
Pero dime con quien andas y te diré quien eres.
Miedo da, desde luego. Espero que se lea, Borsntein, y nos cuente, esos 444 folios, porque leerlos debe de ser un castigo para quien n esté familiarizado con la jerga, cual es mi caso. En cuanto al Parque de la Bombilla, sito en Madrid, no lejos del sitio de los fusilamientos del 3 de mayo, es un lugar magnífico donde puede sonar la gaita sin miedo a que nos metan un puyazo.
Por favor no utilice lenguaje sexista. ¿Por qué el es «Lagares»y ella es «Soraya»?
Lleva razón arubio; lleva muchísima razón. Le han pillado a Vd. Félix.
Qué críticas tan necias de Y más y arubio, cuando son los nombres por los que son más conocidos. Qué forma de ver gigantes donde hay solo molinos de viento…