Casi cualquier cosa que uno se imagine que pueda llevar en las manos durante la manifestación del próximo sábado 15 de septiembre serviría para proclamar el estado de hartazgo, hastío y cabreo en el que tiene sumido la política de ajuste de caballo del Gobierno de Mariano Rajoy a una parte, cada vez mayor, de la población. Desde un tupper con cuatro albóndigas a una cajita de Fortasec, ya sabes, la cosa esa para no cagarse, pasando por una entrada de cine o el volante de una consulta ambulatoria -en el caso de que el manifestante sea un inmigrante-. También se podría llevar una libreta de ahorro de Bankia, un puñadito de preferentes, un carrito de Mercadona -uno de los hiper favoritos de Sánchez Gordillo, según la derechona-, la última factura de la luz, una hoja de las de sellar el paro sin sitio para más sellos, la silla de ruedas de la abuela, una rama de pino achicharrada por el fuego y, por qué no, unas bombonas de oxígeno envenenado de la marca Draghi, ese que te mantiene vivo, pero como atontado, en las profundidades abisales. Si llevas en el bolsillo una copia de las llaves que te quitaron en el desahucio tampoco pasa nada. Lo cierto es que ya no tenemos manos pa'tantas putadas.
Ayer por la mañana se reunieron los responsables de CCOO y UGT de Madrid, las federaciones encargadas de organizar el acto, y acordaron algunas cosas, como los lugares y las horas donde se juntarán las distintas mareas y marchas, hasta diez, que confluirán a las 12.00 horas en la Plaza de Colón.
Ya por la tarde, los secretarios generales de CCOO y UGT, así como del resto de sindicatos convocantes y de las más de 150 organizaciones sociales que apoyan la manifestación, mantuvieron un encuentro para ultimar el manifiesto conjunto que se leerá al término de la marcha, nuevas movilizaciones para las próximas semanas y la organización del referéndum popular sobre las reformas fuera de programa que el Gobierno está aplicando sin saber qué piensan del asunto tanto los que le votaron como los que no lo hicieron.
En la reunión se acordó también que el rechazo al manoseado rescate será uno de los ejes de la manifestación del sábado, que los convocantes esperan multitudinaria. De hecho, ya por la mañana, durante una asamblea con delegados de Madrid, Cándido Méndez afirmaba que "un rescate sería sepultarse, definitivamente, en lo más hondo del precipicio y que la única condicionalidad añadida que puede aceptar el pueblo español sería, simplemente, pagar la deuda". O sea, como remató unas horas después un dirigente sindical: "El rescate que se necesita es el rescate social".
Yo creo que a la manifestación me llevaré unos manguitos de linotipista, manchados de sangre, eso sí, por aquello de la cosa corporativa.