La Iglesia nunca saldrá del euro

¡Cuánta verdad guardaba en su mochila el que dijo “las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella”! Parados, funcionarios, quizás dentro de poco los abuelos y demás pensionistas…, todos sentimos detrás del cogote el aliento ominoso de los ajustes del Gobierno. Sí, los recortes y las privaciones que llevamos soportando durante los dos últimos años y los sufrimientos que en el futuro nos impongan desde fuera los acreedores que vengan a rescatarnos (¿de quién –digo yo-, de nuestra ineptitud cristalina o del propio coeficiente moral de nuestros salvadores, que me parece más plano que una llanura apestada de cosacos?). Pero no todo está perdido para la causa de la razón occidental. Como en los cuentos de Astérix y Obélix, una vieja aldea resiste y resistirá siempre al invasor. Que en la actualidad no son precisamente las legiones de Roma, sino unos tipos mucho más bárbaros que las tribus germanas de la Antigüedad, aunque, como ellas, hayan levantado sus campamentos en la otra orilla del Rhin.

Subvencionada, exenta de impuestos y fortificada contra los ajustes presupuestarios como si fuera el más inexpugnable de los castillos berroqueños. La aldea es inmortal y más dura que el granito. No lo digo yo, lo dice su fundador y lo confirma la Dirección General de Tributos. En una consulta vinculante planteada por una orden religiosa que se dedica a la enseñanza concertada, la Dirección de Tributos contesta (18-6-2012) eximiendo del pago del Impuesto sobre Sociedades a dicha orden dada su condición de “instrumento de la Iglesia Católica”. Como la Iglesia es una entidad que no persigue un fin lucrativo, sus centros de enseñanza, aún siendo innegable que desarrollan una explotación económica como las demás empresas del sector, resultan exentos del gravamen societario. No termina aquí la inmunidad fiscal de las organizaciones eclesiásticas. Porque, en protección del “cumplimiento de su objeto o finalidad específica”, el amparo legal igualmente se extiende a las rentas “procedentes del patrimonio mobiliario e inmobiliario de la entidad, como son los dividendos y participaciones en beneficios de sociedades, intereses, cánones y alquileres”. En virtud de este presupuesto normativo, la Dirección General de Tributos también ha reconocido la exención a los alquileres percibidos por el arrendamiento de un local comercial propiedad de la orden religiosa, que era la segunda cuestión sobre la que esta última había expuesto sus dudas al Ministerio de Hacienda.

Las llamas del infierno de la recesión abrasan y consumen a los impíos pero no traspasan el umbral del paraíso en el que se educan los justos, incluidas todas sus instalaciones y pertenencias. Es un espacio sublime de la más elevada espiritualidad pero asimismo es un tax haven sellado con la doble garantía otorgada por el Estado español: un circuito privilegiado para sus entradas de capital y una guardia pretoriana que prohíbe el acceso a los recaudadores de gabelas y otros publicanos, aunque sean los señores de negro si damos pábulo a la metáfora del jocoso Montoro. En una sociedad dual hacer el bien no tiene precio. Y contar el dinero es un vicio de gente ordinaria, como Eva y Adán, que ya ni siquiera pueden sostenerse con el sudor de su frente porque han sido expulsados del Paraíso y también del mercado laboral.

Caridad buena, la que empieza por mi casa, y no por la ajena. Con el aval del Estado, oiga. Y a vivir, que son dos días.