España ya es Grecia en Espera: cada vez más familias que agotan el paro viven de un paquete de ayuda semanal
Entre las milésimas de las cifras del PIB, en una realidad tan lejos de los datos que llegan a Bruselas como lo está un electrón del átomo del que forma parte, hay pueblos de escasos 4.000 habitantes que en los años ochenta comían de la remolacha azucarera, el olivar, el algodón y la uva. Pueblos que vivían de un campo que sepultaron bajo hormigón en los noventa y comienzos del siglo XXI, cuando nacieron en su seno hasta 50 empresas para alimentar el ladrillo de las capitales de provincia y la costa y que conocieron entonces por primera vez lo que era el pleno empleo.
Pueblos cuya riqueza pasajera, hinchada con dinero fácil que llegaba desde la banca del norte de Europa, estalló con la burbuja inmobiliaria y cuyas familias van agotando la prestación por desempleo y los ahorros sin que vean posible que llegue dinero para revertir la deriva de su economía, convirtiendo por ejemplo el campo en explotaciones de regadío, más intensas en mano de obra que el secano. Bienvenidos al municipio de Espera, Cádiz. Un botón de muestra en unos cuantos aspectos de lo que ha sido y es la economía de España. Una maqueta social de Atenas entre Sevilla y la capital gaditana, entre la sierra y la campiña. Donde en lugar del Partenón es el Castillo de Fatetar el que vigila la población desde su particular Acrópolis pero donde, como en la ciudad helena, un número creciente de familias (75 ya), hasta hace poco integradas en la estructura social, depende ahora del paquete de productos básicos que se distribuye semanalmente de forma gratuita.
Para formar parte de ese grupo, que fue pensado para otro fin tras un acuerdo de hace años de la asociación humanitaria Cáritas con el Ayuntamiento, hay que estar desempleado y que los ingresos familiares no superen los 481 euros, es decir, el 75% del salario mínimo interprofesional, explica a Cuartopoder.es Pedro Romero Valverde, alcalde de Espera. Cumplir con esos requisitos no parece complicado en una localidad donde el 58% de la población activa está en paro (70% si se incluyen quienes cobran los 426 euros que da el subsidio agrario durante seis meses).
El PP quita hierro al drama: "Algunos piden ayudas para cremas antiarrugas"
Pero como prueba de lo que es España, en Espera también hay un cristal bifocal. Mientras Romero asegura que el número de familias que necesitan ayuda es muy superior a las que figuran inscritas en la lista de beneficiarios de la ayuda y que “mucha gente no se inscribe porque le da vergüenza” que se conozca en el pueblo su complicada situación, Juana Fernández, representante del Partido Popular en el municipio, los ojos en Espera del partido en el Gobierno central, declara que “de esas familias habrá quien necesite la ayuda” pero que “otras no”. Le consta, asegura en conversación telefónica, que hay quienes “la piden para conseguir cremas antiarrugas o hidratantes”.
Ninguno de esos productos se encontraba en los carros de alimentos básicos que llegaron a Espera tras la acción de los miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en un establecimiento de Carrefour en Arcos de la Frontera hace diez días. Los responsables en Andalucía de la cadena francesa de supermercados pactaron con los participantes en la acción, entre los que se encontraba el alcalde de Espera, precintar los carros y entregarlos al día siguiente a representantes de los tres municipios elegidos por el SAT. Lo que llegó a Espera fueron productos básicos como legumbres, arroz, azúcar y aceite.
La representante del PP reconoce que “hay gente que lo necesita y que en el pueblo no hay trabajo”, pero insiste en que “Cáritas debería revisar las ayudas porque un porcentaje de esa gente está abusando, quizás por la cultura de estar acostumbrado a las ayudas”. La situación de desesperación de algunos hogares que describe el alcalde no es tan alarmante para Fernández, que hace hincapié en que “se trata de un pueblo y todo el mundo tiene familiares para que le ayuden”.
El programa de ayuda municipal, que nació antes de que la crisis económica barriese el país, estaba pensado para familias desestructuradas, para personas con problemas de alcoholismo o drogadicción, lo mismo que en Atenas ahora son familias las que acuden a las listas de ayuda que se crearon pensadas para inmigrantes y toxicómanos. “Hace cuatro años daba asistencia a cinco o seis familias”, recuerda Romero, pero ahora el programa se ha convertido en una delgada tabla de salvación para todo tipo de familias que se están quedando sin nada. “Cáritas está realizando una impresionante labor para que ninguna persona se quede sin recursos”, declara el alcalde, que asegura que el Consistorio está destinando entre 1.500 y 6.000 euros cada trimestre para “complementar la ayuda que se dispensa a las familias inscritas en él”.
Cambiar otra vez de rumbo
“Cuando se va acabando el paro surge una situación muy complicada”, explica Romero, “una situación dramática en un pueblo sin industria y que ya no tiene el recurso de la construcción”. El alcalde considera un error “que el campo sea de secano, siendo Cádiz una provincia de pantanos que permitirían la transformación al regadío”. Pero en este mundo austero parece complicado pensar en dinero público destinado a las obras necesarias para operar ese cambio.
Que los habitantes de Espera pueden dar la vuelta a su ocupación principal es algo de lo que da fe el pasado. Una historia que, de vuelta a los fríos porcentajes del PIB, encaja en la evolución de la economía nacional. Si en el año 1996 el sector primario español (agricultura, pesca y alimentación) pesaba un 4,7% en la producción total de bienes y servicios del país, en 2008, comienzo de la crisis, el porcentaje se había reducido al 2,4%. En el mismo periodo, la construcción pasaba de pesar un 6,6% en el PIB a suponer el 10,4%. Si en 1996 el PIB del sector primario experimentaba un crecimiento del 19,6% respecto al año anterior, el último gran crecimiento del sector, en 2008 caía todavía un 2,6% respecto a 2007. Entre uno y otro momento ya se sabe lo que ocurrió, pero cabe destacar las cifras del PIB del sector primario en los años 2004, 2005 y 2006 (-2,3%; -4,9% y -5,9% respectivamente) frente a las del sector de la construcción en los mismos ejercicios, con crecimientos interanuales del 14,5%; 16,2% y 12,8% respectivamente. Solo invirtiendo esa situación y devolviendo brío al sector de la industria se logrará el cambio. Pero para eso se necesitan recursos, que se haga realidad la política de crecimiento.
Eso también inyectaría dinero a las finanzas públicas. La situación financiera del Ayuntamiento de Espera, espejo de nuevo en miniatura del resto del país, también se va estrechando. Espera arrastra un problema de deuda municipal que, según el alcalde, procede en su mayoría (tres millones de euros) de “una deuda con la Seguridad Social por el antiguo PER” que tienen que afrontar en el peor momento. Además deben otros dos millones de euros a bancos y proveedores. “Cada vez hay más impagos en los impuestos municipales porque las familias no tienen con qué pagar”, explica. “Tampoco existe el recurso de las licencias urbanísticas” de otros tiempos, añade, aunque matiza que Espera, al no estar situado en la costa, no creció físicamente mucho con la burbuja inmobiliaria.
Me da verguenza cuando voy comprobando día a día en manos de quienes y quienas estamos…
Tenemos lo que nos merecemos.