Alemania lanza un guiño a Guindos tras sufrir un pescozón de las agencias de ‘rating’

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Imagen de archivo de una comparecencia ante la prensa de Luis de Guindos, a la izquieda, y el titular alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que ayer se volvieron a reunir en Berlín. / Efe

El Banco Central Europeo (BCE) sigue implacable y dice ahora que no comprará deuda española bajo ningún concepto sin que se sepa el motivo, porque en el pasado bien que lo ha hecho. España está agonizando, con  todos los tramos de la curva a medio y largo plazo por encima del 7% y las Comunidades Autónomas acogiéndose al Fondo de Liquidez, algo que tampoco es un drama pero ahuyenta todavía más a los inversores internacionales. Pero ayer, Alemania nos hizo un guiño, justo el día en el que la agencia de calificación Moody´s le amenazó con bajarle el rating. Los motivos: la presión sobre Grecia, España e Italia, que acabará pasando factura incluso a Alemania. Y ahora, es posible que empecemos a llevarnos bien poco a poco.

Imaginemos dos supuestos. Uno, en el que a España se le va la deuda al 9%, le ponen más pegas al rescate bancario firmado y así no acaba nunca de llegar y las Comunidades Autónomas van cayendo una tras otra, incapaces de afrontar pagos de nóminas ni afrontar vencimientos. Eso supone un colapso insostenible que se traduce en una intervención, troika, Gobierno de tecnócratas y reformas que rozan la crueldad. Nuestro país se queda sumido en una especie de UVI permanente, como Grecia y la posibilidad de salir del euro empieza a ser real.

La recesión se acentúa, crece la contestación social y provoca un contagio inmediato hacia Italia, con Francia calentando en la banda más que nunca como siguiente candidato a ser blanco de los ataques soberanos. Un Hollande que ha hecho grandes promesas sociales se ve obligado a claudicar, al estilo Zapatero y la Eurozona, tal como la conocemos, enferma de muerte.

Pero otra podría ser que Alemania entrara en razón, preocupada por la recesión de los países del sur de la Eurozona que, tarde o temprano, afectará a sus exportaciones. Así, Ángela Merkel permitiría al BCE que nos insuflara oxígeno, mientras se realizan las reformas apropiadas. España iría haciendo los sacrificios precisos, sanearía su banca y poco a poco volvería la serenidad, incluso sin descartar una crisis de Gobierno para relevar a un Luis de Guindos y/o un Cristóbal Montoro que se han quemado en plaza pública.

Buena reunión ayer

Suena mejor esto último, ¿no? Parece que es lo que puede llegar, después de la última reunión de Guindos con su homólogo alemán, tras la que se urgió a la implementación de lo acordado en la cumbre del 29-J, donde Rajoy y Monti realizaron un plante a Merkel ante la asifixia financiera de España e Italia.

Una vez ratificado el Mermorando de Entendimiento (MoU), deberían llegar los 30.000 millones de euros a España antes del martes que viene y se debería trabajar en la capitalización del Mecanismo de Estabilidad (Mede), para que comprara deuda y aliviara la presión de los mercados sobre España. Con una ayuda suplementaria del Mede (o ESM por sus siglas en inglés), se podría implementar un rescate light.

A partir de ahí, el Gobierno debería trabajar con tranquilidad. Incluso no estaría mal que estudiara alguna medida de derechas incluida en su programa, como bajar impuestos para favorecer la actividad o incentivar el ahorro privado.

Habrá que ver. Seguramente, la llegada de esos 30.000 millones deberá facilitar algo las cosas. El ministro luxemburgués de Economía, Luc Frieden, miembro del Eurogrupo, ha dicho que no se contempla el rescate sobre España y que hay que implementar ya las medidas de ayuda a nuestro país, antes de que suban las rentabilidades de la deuda. Es una buena señal.

El aviso de Moody´s tiene una lógica absoluta: asfixiar indefinidamente a España e Italia también tendrá consecuencias para Alemania. A pesar de que Merkel salió, chulesca, enseguida, a decir que seguirán siendo el referente del mercado, la amenaza de pérdida de la triple A no es ninguna broma. Tal vez comprendan que les ha llegado el momento de repartir juego.

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