Cientos de miles de personas respaldan el pulso de los sindicatos a Mariano Rajoy

Ya a primera hora de la mañana nos advertían por la radio del calor que hace en el mundo y nos decían que un iceberg del tamaño de Manhatan, o más, se había ido a vivir solo. Y así fue. El planeta está que arde, en lo climatológico y en lo otro. Ayer, a un montón de grados a la sombra, la respuesta social a la convocatoria de CCOO y UGT de ochenta manifestaciones para protestar contra los recortes del Gobierno, aprobados ayer con el único apoyo del PP, fue un éxito y reunió a centenares de miles de personas en las calles de otras tantas ciudades españolas, que están pasando de la alerta amarilla a la naranja a toda leche.

800.000 según los organizadores, 40.000 según la Delegación del Gobierno, 100.000 según la estimación mágica de El País –yo, que también tengo poderes mágicos, creo que la estimación mágica de El País se ha quedado un poco corta esta vez-, quién sabe. Un montón de gente ocupando un día más el centro de Madrid para decir que así solo vamos a la ruina. Cientos de miles de personas debajo de la caló diciéndole al Gobierno, y a otros que quieran escuchar, que “sí se puede”, el lema de la noche.

Lo cierto es que la gente volvió a responder ayer al llamamiento de los sindicatos y lo cierto es que todavía lo hace con aire de fiesta, aunque algunos incidentes en el centro de Madrid, en los que no he conseguido discernir el papel que jugaron un grupo de bomberos, calentaron el ambiente al final de la noche. Llama la atención, por lo menos a mí me llama la atención, la simpatía que despierta en este tipo de acontecimientos reivindicativos el paso por las calles de algún colectivo provisto de casco o uniforme representantivo. Es así. Supongo que tendrá que ver con algún gen que empiece por ‘ñ’ o con alguna cosa peor, pero así es. De hecho, en la manifestación de ayer, los mayores aplausos se los llevaron los antidisturibios cuando por megafonía se anunciaba que se habían quitado los cascos en solidaridad con la protesta. Luego parece que se los volvieron a poner y, según las agencias, detuvieron a siete personas. Se registraron hasta 27 heridos. Seguro que este asunto lo pilla el amigo Pérez de Albéniz y nos hace una crónica de esas que tiembla El misterio, pero qué le vamos a hacer, uno tiene sus limitaciones.

El mensaje que lanzaron ayer los sindicatos está claro: volveremos. Así se repitió en un comunicado al término del acto. Volveremos durante el verano con movilizaciones en los sectores más afectados por los recortes, volveremos en septiembre con una gran concentración en Madrid, volveremos a exigir durante estos meses un referéndum para sancionar, o no, unas reformas que no han pasado por las urnas y volveremos a convocar una huelga general, la segunda huelga general al Gobierno del Partido Popular en menos de un año. Una huelga que, están convencidos, se va a volver a ganar.

En la manifestación de Madrid hubo también famoseo y cosas de esas. Yo estuve un rato con un colega que se ha quedado en paro en el último ERE del El Mundo y con su chica, que también está en paro, y que todavía mantienen la calma. Porque el problema, concluimos tras la pinta, no es estar en el paro, sino no tener ningún sitio donde buscar y mantener la calma… Ese es el problema.

Las manifestaciones en otras ciudades españolas fueron, según las crónicas de las agencias, como la de Madrid: multitudinarias y amables. Es posible que si esto sigue así, las manifestaciones se hagan cada vez más multitudinarias y menos amables, pero, de momento, lo son. Decenas de miles de personas congregadas en Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, A Crouña, Vigo… Ayer se libró un nuevo asalto de un pulso que descompensa el brutal poderío político alcanzado por el Partido Popular en las elecciones del 20-N. Pero, posiblemente, por lo menos así lo piensan algunos dirigentes sindicales con los que hablé ayer durante la lenta marcha, las fuerzas se vayan compensando con el desgaste social y el Gobierno, más pronto que tarde, se vea atrapado en sus propias encuestas.

El pulso está echado y los sindicatos van a mantenerlo hasta la próxima huelga general, que anuncian para después del verano… Que el pesimismo no te lleve al onanismo, digo al paroxismo… Seguiremos informando.