Los políticos buscan cuadrar el círculo en el G20, pero los mercados no compran humo

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Rajoy y Obama se saludan, ayer, durante la celebración de la cumbre del G-20 en Los Cabos, México. / Diego Crespo (Efe)

El lunes iba a ser un remanso de paz, al calor de unas elecciones griegas que apostaban por el europeismo y no iban a poner en jaque a la moneda única. Pero el Ibex sufrió un desplome del 3% y la deuda mantuvo su vía crucis, dejando la rentabilidad de referencia en el 7,15% y el diferencial con Alemania en 575 puntos.

Los inversores dejaron claro que no tragan con películas de buenismo: quieren datos concretos sobre el rescate bancario español. Información sobre el tipo de interés del programa de apoyo del Eurogrupo, la duración del préstamo, el impacto en las cuentas del estado, y, en definitiva, de dónde procederá el dinero.

Show me the money, como dice la máxima. Los políticos españoles y europeos han pretendido lanzar un mensaje de optimismo rayano en la euforia con el anuncio de un rescate del que no se conoce nada todavía. Han intentado convertir en bueno el desastre, pero no ha colado.

Mientras tanto, en México, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy y el de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, insisten en que las cosas no están tan mal como hace dos o tres años y que la crisis bancaria no tiene nada que ver con los ataques a la deuda soberana. Y pretenden que nos lo creamos.

No es cierto y no se puede engañar a la sociedad así. España, por ejemplo, precisa de ayuda externa para los bancos y si hace falta de fuera es porque el Estado no puede proporcionarla. Por tanto, es una ayuda indirecta al país, aunque nuestros gobernantes repiten una y otra vez que el país va bien y que nuestra economía no está tan mal. Ojo, no les falta algo de razón, ya que hay un componente virtual en esta crisis que excede en mucho de lo real.  Ese desastre llamado José Luis Rodríguez Zapatero tenía razón cuando le dijo a Al Jazeera que el origen de todo esto está en EE UU, su banca de inversión sofisticada que llenó de activos tóxicos los mercados y su banco central que inauguró el siglo XXI regalando el dinero.

Nuestra economía no tiene un problema de deuda sobre PIB. Sus porcentajes son inferiores a los de Alemania, Francia o Italia. ¿Por qué atacan al bono, entonces? Por la deuda privada, que es la que tanto ha hundido a los bancos y porque los inversores -los celebérrimos especuladores- saben que cuando esta falle, pasará a ser pública... o el país caerá. En España, sumando deuda pública y privada se supera el 400% sobre PIB. Por supuesto que el Gobierno que preside Mariano Rajoy tiene que afrontar un ataque soberano, aunque desde el Ejecutivo insistan en que el problema son los bancos. Como si fuera poco.

Mientras todo eso ocurre, la expectativa ante la cumbre del G20 es una nueva zanahoria en el palo, aunque los mercados cada vez la muerden menos. Todo el mundo quiere saber de dónde y cómo llegará el dinero al sistema español, aunque las palabras de Angela Merkel nada más llegar a México, insistiendo en que no permitirá que se relajen las reformas y la austeridad en los países rescatados suena a más de lo mismo.

El rescate no es la solución

Conviene recordar, además, que los países que han recibido inyecciones del Euro (Irlanda, Portugal y Grecia) no han relajado las rentabilidades de su deuda, permitiendo a sus estados financiarse más barato. No. Irlanda tiene su bono a 10 años por encima del 8%, Portugal entre el 10-12% y Grecia; sin comentarios: cuando va bien, baja al 26%, cuando hay tensión, sube por encima del 30%.

Algo tiene que pasar y algo real. Que convenza. De momento, por delante está la reunión del G20. Después, la del Eurogrupo, donde se espera que se conozcan más detalles del rescate a la banca española (si hubiera noticias firmes, la sorpresa sería monumental, de todas formas) y una reunión del Consejo Europeo a finales de mes donde también se aguarda algo de mano blanda para algunas políticas económicas. Eso esperan los expertos, aunque luego aparece la canciller y echa un jarro de agua helada sobre las expectativas.

Con semejante panorama, ¿es extraño que los operadores tumben las cotizaciones si, además, con el escaso volumen de negocio, las manejan a su antojo? Si los políticos demuestran esta enorme falta de homogeneidad y encima con tanta improvisación, es imposible que cuenten con el favor de los mercados. Puede que sean unos malditos, pero lo que no son, seguro, es tontos.

3 Comments
  1. erbauer says

    Supongo que cuadricular un círculo es ponerle un a cuadrícula encima, es algo extremadamente fácil. Lo complicado es cuadrar el círculo.

  2. administrador says

    gracias, erbauer

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