Seguramente, las decenas de miles de personas que se concentraron ayer en las calles del centro de Madrid para reclamar trabajo, dignidad y derechos no necesitaban que nadie les recordara por qué estaban allí. Los recortes están siendo tan brutales y las reformas tan sectarias y tan escoradas hacia los más débiles que ni una resaca de caballo haría olvidar a un manifestante medianamente serio el motivo de su presencia en la protesta. Pero por si a alguno se le había olvidado ahí estaba Esperanza Aguirre para recordárselo. Hasta ayer, desplazarse en metro desde Esperanza hasta Banco de España -mi trayecto, que tiene un aquel como de recochineo- costaba un euro; a partir de ayer, un euro y medio; y a la vuelta, lo mismo. Total, un café, como dice el Gobierno.
La de ayer fue, sin duda, la concentración más numerosa de los últimos años en Madrid (CCOO y UGT, los convocantes, cifraron la asistencia en 100.000 personas) y algo parecido debió de ocurrir en el resto de las ochenta manifestaciones convocadas por todo el país si hacemos caso de las ediciones digitales de la prensa local y de las imágenes colgadas en las redes sociales: decenas de miles de manifestantes en ciudades como Barcelona, Sevilla, Valencia, Bilbao...
La manifestación de Madrid soportó un auténtico chaparrón, al que el secretario regional de CCOO, Javier López, contestó con un arrebatado "Los trabajadores madrileños se mojan, pero no se arrugan", en alusión a Esperanza Aguirre, que, solo unas horas antes, calificaba las protestas como "gamberradas" y "algaradas en la calle". Cosas de los nuevos liberales.
Lo cierto es que la marcha no fue un atronar de energía, de cánticos, de consignas, quizás porque la cosa no está para mucha bachata, y concitó las presencias habituales -como la del coordinador federal de Izquierda Unida, Cayo Lara, y la de una docena de furgonas de la Policía-, y otras menos habituales, como la de dirigentes socialistas entre los que se encontraban, por ejemplo, su portavoz en el Congreso, Soraya Rodríguez, o los ex ministros de Trabajo Valeriano Gómez y Jesús Caldera. En la manifestación de Valencia participó la vicesecretaria general de PSOE, Elena Valenciano, que acusó al Gobierno de poner en la picota los derechos sociales conseguidos en los últimos treinta años. Lo cierto es que los dirigentes socialistas andaban un poco más sueltos que el año pasado, cuando en vísperas de las autonómicas y municipales, los candidatos socialistas al Ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, y a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, se dejaban caer por la manifestación, pero sin hacer mucho ruido, quizás, por aquello de que la concentración se había convocado contra la reforma laboral de su gobierno, el socialista, una reforma que también se firmó sin el visto bueno de los sindicatos y que le costó una huelga general a un apagado Zapatero.
Los secretarios generales de CCOO y UGT aprovecharon sus intervenciones para recordar algunas cosas al presidente del Gobierno. Cándido Méndez denunció que las políticas "ultraconservadoras" del Partido Popular ya han empezado a destruir empleo e Ignacio Fernández Toxo le devolvió el guante a Mariano Rajoy advirtiendo que cada reforma contra los intereses de los trabajadores que apruebe los viernes el Consejo de Ministro tendrá su contestación en la calle.
La protesta global del Primero de Mayo, quizás la más antigua y multitudinaria de las que se convocan cada año en el planeta, fue secundada por millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo. "Nos persiguen porque saben que somos la última trinchera", dijo Toxo... Y lo peor es que igual lleva razón.
SOBRAN RAZONES PARA OTRA HUELGA GENERAL
El PP dijo en la campaña electoral, » No tocaré ni las pensiones, ni la sanidad, ni la educación, ni subiré los impuestos” y lleva cinco meses desde las elecciones, en los que cada “viernes negro” acomete una medida brutal contra el estado de bienestar y los derechos sociales y laborales, al tiempo que anuncia con el mayor descaro y desvergüenza, que no parará cada viernes de acometer una medida nueva contra el sufrido ciudadano. Estas medidas van siempre contra los mismos, la clase baja y media y muchos de ellos se manifiestan engañados y que de haber sabido esto, no les hubieran dado su voto, les mintieron para conseguir la mayoría. Si hubiéramos conocido estas políticas antes de votar, ¿Habrían alcanzado la mayoría? , yo creo que no. Con estas políticas, el PP nos va a retroceder al siglo 19, en cuanto al estado de bienestar y los derechos sociales y laborales. Esto sin ninguna duda, es motivo de otra HUELGA GENERAL