La Bolsa española está atractiva, pero los presidentes de muchas empresas se empeñan en seguir (por desgracia)

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Imagen tomada ayer, 30 de abril, en la Bolsa de Madrid, que cerró el mes con una caída del 10%, la más aguda desde el pasado noviembre. / Emilio Naranjo (Efe)

La crisis puede estar cerca de tocar fondo en este país. Es cierto que España está inmersa en un túnel de oscuridad, muy presionada por unas cifras de paro que siguen aumentando y una tormenta bursátil que no presagia nada bueno, pero  nuestra economía podría estar cerca del suelo. Hay inversores que ven con interés a nuestras empresas, si no fuera por sus presidentes...

Desde luego, algunos inversores ya están recomendando comenzar a tomar posiciones en España. El PER medio del Ibex está por debajo del 8% y la rentabilidad por dividendo de algunos blue chip está por encima del 15%. El primer concepto indica cuántas veces están contenidos los beneficios de una empresa en el valor total. Cuando más bajo sea ese dato, más barata está una compañía. Sólo con las ganancias de 7 años se podría comprar todo el Ibex.
La rentabilidad por dividendo palidece ante cualquier producto financiero. Todas las principales firmas del selecto indicador superan el 10% con mucha diferencia. Claro que persiste la duda de saber si lo reducirán este año por la crisis, aunque los presidentes se afanan en jurar y perjurar que no lo harán.

Así, firmas como Citigroup han recomendado la semana pasada ir saliendo de la Bolsa de Alemania, para tomar posiciones en España. Con cuidado y sin hacer el loco, pero al hablar de consumo, recomiendan salir de Henkel y entrar en Inditex, a la que todavía otorgan un alto potencial de revalorización y si se trata de eléctricas, mejor Iberdrola que los colosos RWE o E.On.

El problema reside en que cuando el dinero se ponga en marcha de verdad, las Opas estarán más baratas que nunca. Pero de momento todavía falta tiempo. No hay nadie que esté boyante. Ni en la Alemania de la aparentemente todopoderosa Angela Merkel ni en EEUU, donde su deuda pública y privada es tan descomunal o más que la de España (porcentualmente) y donde su Reserva Federal hace lo que haga falta para evitar que haya colapsos de liquidez. Obama no tiene a una canciller que la afee la poca ortodoxia ni que esté inflando una burbuja sin arreglar los problemas de fondo.

Pero, por desgracia, seguimos siendo el objeto de preocupación internacional. Con mayor o menor razón, lo somos.

Será muy saludable para España que haya relevos en las cúpulas de numerosas empresas. Hay demasiado presidente que acumula lustros y están siendo un verdadero tapón para el país. No sólo en compañías financieras. También en constructoras, eléctricas, energéticas, firmas de servicios...

Apego al sillón

Estos antaño todopoderosos ahora se resisten a retirarse y para que no les afeen su gestión, han evitado en estos años anteriores que aflorara todo lo que tenía que aflorar.

Será bueno que haya una regeneración en las altas esferas de nuestras compañías punteras. Mucho gestor que todavía sigue en la poltrona ha presumido de crear colosos internacionales, pero lo que ha hecho en realidad es inflar de deuda a sus firmas. Ahí están esos ejecutivos en constructoras, que aunque están medio arruinados (por decirlo amablemente) no dejan el sillón. ¿Qué decir de esos banqueros imputados, que además de haber financiado lo infinanciable,  tienen sobre sus cabezas las pérdidas de los titulares de preferentes y convertibles? ¿Y esos presidentes de eléctricas que se creen que la empresa es suya, aunque sólo sean empleados de la misma? O algún ejecutivo telefónico que no sabe muy bien cómo ganará dinero en el futuro su compañía, aunque asegura a su entorno que morirá en el cargo.

Aquí no se marcha nadie. La sensación de que este país lo maneja un centenar de personas que, a pesar de haber sido responsables en la crisis siguen en los centros de poder, es generalizada. Sin embargo, esas prácticas penalizan al país, que no lo dude nadie. Los grandes fondos vigilan y no entregan su dinero así como así. Por muy baratos que estemos.

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