La operadora que preside César Alierta anunció ayer en su Investors Day en Londres un ERE del 20% de su plantilla española en los próximos tres años. Fue el gran titular de ese encuentro, que se celebra periódicamente y levanta un enorme revuelo mediático, ya que en dicho meeting siempre se anuncian novedades de enjundia.
Una noticia mucho menos glamourosa de lo habitual, ya que en anteriores ocasiones (Río, Sevilla, Barcelona, Londres, Valencia, Madrid...) esta reunión con los inversores se saldó con anuncios de mega dividendos, recompras de acciones, proyecciones de caja estratosféricas... siempre saldados con un tirón brutal en Bolsa.
Ayer las informaciones no tuvieron ese encanto lo anterior y así lo certificaron los mercados: Telefónica cedió un 1,06%, hasta 17,8 euros por título. Nada grave, por supuesto. La caída fue inferior a la del Ibex y la compañía continúa siendo, con mucha diferencia, la mayor de nuestro mercado, con 81.000 millones de euros de capitalización. Pero otras veces el valor se disparó, al calor de gestores de fondos que salían del encuentro relamiéndose ante las rentables novedades que se anunciaron.
Telefónica sabía que tenía que pasar ese cáliz tarde o temprano y así lo ha hecho. Era algo cantado. Aunque está feo que uno se autocite, lo comenté aquí (en el último párrafo) y aquí, en un artículo que nacía por los cantos de sirena que me llegaban, entre otras partes, de la propia operadora.
Evidentemente, la cuestión se ha aguantado todo lo posible, por la cuestión política. Era inevitable. No en vano, al poco rato de conocerse la noticia, el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, ponía el grito en el cielo, ante la perspectiva de unos cuantos miles de trabajadores en la calle en los próximos meses, con una complicada perspectiva de recolocación.
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“No es un buen momento”, decía Gómez, aunque ¿cuándo lo es? ¿Cuándo es un buen momento para atravesar una enfermedad? En fin... No faltan voces que dicen que debería haberse abordado con mucha más antelación y, sobre todo, suavidad. Cuando acabó el anterior ERE, hace ya más de un año, habría que haberlo empalmado con otro, dicen fuentes bien relacionadas con la operadora. Los sindicatos, por su parte, ya han avisado que no tenderán, ni mucho menos, una alfombra a la compañía para que lleve a cabo sus planes.
La cuestión era inevitable, ya que España es un mercado maduro. Las líneas de teléfono fijo caen de manera sostenida y en estos tiempos de crisis, desde luego, no va a mejorar el ARPU, que es, para los poco entendidos, el ingreso medio por cliente.
Telefónica sigue siendo una grandísima empresa. La mayor de España y probablemente, la mejor de Europa. Tiene un flujo de caja que hace languidecer de envidia a un banco central.
Pero ahora tiene ante si el reto de volver a conquistar a los mercados. Debe presentar nuevas vías de crecimiento en España, ya sea cable, negocio para empresas... u otra sorpresa que no acertemos a contemplar. Que todo quede en un simple ajuste de costes sabe a muy poco.
Es preciso encontrar nuevas líneas de ingresos para que los números en España vuelvan a ser boyantes. Sería muy triste tener un líder mundial con crecimientos imparables en mercados emergentes que no es capaz de frenar una caída en España, fruto de la mordida de cuota de mercado de otros incumbentes a los que antaño se despreciaba.
Ojo, Alierta afronta lo que tiene que afrontar al poner a más de 5.000 trabajadores bien remunerados en la calle. Pero Telefónica no es la única. La banca también está conteniendo un montón de puestos excedentes, no sólo derivados de las fusiones de las cajas.
De nuevo, los bonus (actualización)
Lo malo es que estas noticias llegan, una vez más, a la vez que se anuncia un generoso plan de incentivos para empleados y directivos. Los famosos bonus. La operadora ya tuvo que sufrir ayer titulares en los que se criticaba a la compañía por estos despidos masivos, justo después de haber obtenido beneficios récord (el ejercicio anterior superó los 10.000 millones de euros, cifra no alcanzada nunca por una empresa española). Ahora, es de suponer que los empleados que vayan a ser despedidos preferirían un plan de retención de puestos de trabajo antes que otro de recompensa a los que se quedan.
No dejarían de tener razón. El anuncio del ERE es el reconocimiento de facto por parte de la compañía de que no tienen capacidad de incrementar el negocio español y sólo pueden recortar costes. Viene ahora a la memoria un personaje tan controvertido como Ruiz-Mateos, que contaba una vez que puso al frente de una de sus empresas un directivo que lo primero que hizo fue presentarle un plan de ajuste de personal. El polémico empresario jerezano le dijo, con bastante razón: "si no es capaz de ponerme en orden la empresa con plantilla disponible, el que sobra es usted".
Ojala Telefónica dé con la tecla y sea capaz de, además de maximizar el retorno para el accionista, ser un claro vector de riqueza y empleo en este país. Si no lo hace la mayor y mejor empresa de Europa, preocupémonos muy en serio en este país.
Lo que muchas empresas, entre ellas Telefónica, es que tiene que conjugar el «maximizar el retorno para el accionista» con la restricción de lo socialmente aceptable. Y la sociedad no va a entender que tras 10.000 millones de beneficios, 6.000 en dividendos y 450 en bonus se despida al 20% de los empleados (y más con un ERE con coste a la Seguridad Social).
Esto es un escándalo y una desverguenza social; las grandes empresas de las que habla ZP, con las que se reune en La Moncloa, las que iban a dar 30.000 becas, resulta que en vez de crear destruyen empleo. ¡Intervención ya, y por decreto!
Ignorando los comentarios de Alselmo y puntualizando los de José, me gustaría significar que en los ERE de Telefónica, siempre han existido 2 vertientes nunca bien explicadas.
De una parte, es verdad que al ser un despido se pasa al INEM, como parado y de el se cobran las prestaciones a las que haya lugar.
Pero de otra parte, no es perjudicial para la Seguridad Social, ya que el ex-empleado concierta un convenio especial con la Seguridad social y así sigue anfianzando las arcas y recursos de la misma.
Un saludo.
Telefónica despedirá 6000 empleados, pero ¿cuántos recuperará de la bolsa del paro, al externalizar trabajo?. Digamoslo todo, hombre
Es curiosa la doble moral que se emplea en este asunto. Un empleado de Telefónica no podria cobrar un paro , cuyas arcas ha estado engrosando con su salario año a año y sin embargo si que podría cobrarlo un empleado de banca, cuya empresa se lo quita de encima a pesar de seguir dando beneficios y haber contribuido en buena medida a la recesión que nos castiga a todos.