Bonus es una palabra maldita y, ciertamente, es una de las claves de la crisis financiera actual que sufrimos todos. En los últimos tiempos, el asunto se ha puesto nuevamente en el candelero por la valiente medida de Rodrigo Rato de congelar una retribución escandalosa a ex ejecutivos de Caja Madrid; esa caja que, sin ir más lejos, se metió de lleno en el charco de Fadesa, siendo el principal acreedor de la mayor suspensión de pagos conocida en España. Pero esto no es más que una vieja historia. El malditismo llegó, sobre todo, por las estratosféricas retribuciones variables de los presidentes de los bancos de inversión de Wall Street.
No hay nada malo en una retribución variable que tenga como fin el reparto equitativo de los beneficios de la empresa. Entiéndase, no por partes iguales, sino proporcionales a los méritos Eso es bueno. Es un claro estímulo de la productividad; sirve para mantener en tensión a la plantilla ante la posibilidad de una recompensa y es un elemento en definitiva de… justicia social. Y societaria, si se apura, aunque ahora hablemos de conceptos más éticos que mercantiles y jurídicos.
Lo malo es que el modelo anglosajón ha generado una práctica según la cual es el propio presidente quien establece el bonus a percibir por él mismo, orientando a la compañía hacia la consecución del mismo. De esta manera, cuantos más productos estructurados colocara su firma, más ganaba él. ¿Qué importa si no hay subyacente real sobre los mismos? El presidente (y su equipo, claro, que tontos del todo no son) cobra y luego ya veremos qué pasa cuando venzan esos sofisticados instrumentos financieros.
Lo hemos visto: han quebrado Lehman (ensalzada siempre como la mejor banca de negocios del momento), Bear Stearns y las demás no lo han hecho porque han sido rescatadas. Al final, esas entidades sólo habían colocado papelitos en los mercados. Puro humo, que no iba ligado a capital en ningún caso. Artificios e ingeniería financiera que no han resistido una corrección de precios.
Hay otro modelo más burdo y español, consistente en hacerse con la caja de la empresa y diferir pagos hasta que todo salta por los aires. Probablemente, el mejor ejemplo es el de la Marsans de Díaz Ferrán y Pascual. Este grupo obtenía al contado un dineral y pagaba a sus proveedores a equis días. Muchos. Más de 30, con toda seguridad. ¿Cómo es posible que una empresa tan intensiva en caja haya quebrado de una manera tan bochornosa? La respuesta sólo es una. Y ojo, es extrapolable: cuando cae una empresa con mucha caja (la madre del cordero para una compañía), se puede decir sin equivocarse que los gestores han usado el dinero de las arcas de la empresa como si fuera el suyo propio. Woody Allen rodó una película llamada Toma el dinero y corre. Viene a cuento su recuerdo, al menos el título.
No tan atrás quedan los tiempos en los que Stan O´Neal, consejero delegado de Merrill Lynch ganaba bonus de 160 millones de euros. Richard Fuld, pese a hundir Lehman, fue indemnizado con 53 millones. Durante su estancia en la firma ganó más de 400 millones. Y un largo etcétera que el lector sólo tendrá que comprobar ‘haciendo un poco de Google’. ¿Quiénes inflaron la burbuja financiera? Ellos y otros como ellos.
Por eso, la medida de Rato me proporciona cierta alegría. No desmesurada, pero bueno, porque si decimos que la culpa de esta crisis la tienen los bonus desproporcionados, no es ninguna tontería.
Esto es exacto,
Díaz Ferran y Pascual se han estado llevando el dinero de sus empresas de forma descarada y reiterada durante mas de una década- que yo sepa-. Ahora la justicia dice que no tienen dinero para pagar lo que les deben a sus empleados y que son insolventes.
Menuda desvergüenza de estos delincuentes y de la justicia que no hace justicia.
Gracias, Manel, por estas informaciones tan instructivas. Hay que saber por qué se está tan cabreado por las cosas que pasan. Y conocer, lo más cerca posible, las caras de los auténticos enemigos.
Perdonen, pero según he escuchado, no lo cobrarán tanto en cuanto no se devuelva al papá estado lo que se le adeuda.
Después será reintegrado a sus dueños estos bonos que ahora se le retienen (supongo que con intereses de demora).