ENTREVISTA
Andreu Escrivà: “Toda acción contra el cambio climático suma, pero solo la colectiva transforma”
- Hablamos con el científico, escritor y divulgador por su libro 'Y ahora qué hago: cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción'
Esto del cambio climático a veces abruma. Disponemos de mucha información y, en el mejor de los casos, queremos empezar a hacer algo y no sabemos por dónde. Mucha gente le ha preguntado por esto a Andreu Escrivà (València, 1983), licenciado en Ciencias Ambientales, máster en Conservación de Ecosistemas y doctor en Biodiversidad. Con la intención de darles respuesta surge el libro Y ahora yo qué hago: cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción (Capitan Swing, 2020). Es un libro didáctico, entretenido y de apariencia sencilla al mismo tiempo que plantea debates complejos, un equilibro difícil de lograr. El manual aborda dilemas entre capitalismo y cambio climático, responsabilidad individual y acción colectiva o cuál es el mejor camino para lograr evitar el desastre. Escrivà, divulgador científico, ha querido activar resortes que nos saquen de la dañina parálisis porque se nos agota el tiempo para actuar.
– Por lo que cuentas en el libro, tu intención al principio era escribir una especie de manual de consejos para pasar a la acción ante el cambio climático. Al final das una visión mucho más amplia. ¿Cómo fue ese proceso?
"No te agobies, pero sobre todo escoge tus batallas"
El combustible fundamental de 'Y ahora yo que hago' son todas las preguntas que me hacía la gente en la presentaciones de mi libro anterior, 'Aún no es tarde'. En un primer momento pensé que lo que la gente quería era un recetario, pero conforme me fui enfrentando a esa tercera parte del libro, me di cuenta de que no funcionaba porque no había coherencia. En la primera y la segunda parte yo recogía reflexiones muy profundas sobre el capitalismo, nuestra percepción del cambio climático, de nuestro papel en el mundo... De pronto, vi que eso no lo solucionaba con "ve a comprar con bolsa de tela y compra a granel". Le di un poco la vuelta y decidí explicar lo que yo le diría yo a un amigo: "No te agobies, pero sobre todo escoge tus batallas". Si tú te obsesionas muchísimo con el envoltorio de patatas, por poner un ejemplo, no vas a luchar por una semana de cuatro días laborables. Tu cabeza tiene un espacio limitado para luchas ambientales y para pensar determinados temas. En el anexo final, sí que añadí unas pautas, cuando el libro estaba acabado y el objetivo estaba cumplido. Creo que son útiles y la gente las agradece. Sin embargo, realmente creo que lo más útil de mi libro no es que te dé muchas respuestas si no que te haga cuestionarte muchas cosas.
– ¿Nos han infantilizado al darnos mensajes muy simples y cerrados sobre lo que debemos hacer para combatir el cambio climático desde nuestras casas?
– Yo quería combatir que teníamos el paso de la acción personal muy acotado. Creo que, por el interés de muchas empresas y algunos gobiernos, hemos confundido durante mucho tiempo la acción individual con el enfoque individualista. Toda acción, incluso la colectiva, es individual. Quedan mucho mejor esos consejos infatilizantes de ir haciendo deberes, porque de alguna manera no nos salimos de los márgenes que se nos marcan. Mientras tú seas un ciudadano verde dentro de los márgenes no te cuestionas qué pasa fuera de ellos. Si tú cambias a lámparas led, separas el plástico, apagas las luces y vas a comprar a granel, igual no te cuestiones que Repsol extraiga millones de barriles de petróleo al día o que se impulsen soluciones urbanísticas o de movilidad. Espero que el libro consiga en parte combatir esa idea de los ecogestos. Como todos necesitamos empezar a hacer algo por algún sitio, espero que ofrezca formas de actuar que no se queden en uno mismo. Cuando te unes a una asociación de barrio es una decisión personal, pero tiende a construir una acción colectiva. Toda acción personal suma, siempre hay que decirlo para no desincentivar, pero solo la acción colectiva transforma.
– También dices en el libro que “abominar del capitalismo” como responsable principal del cambio climático, sin ningún tipo de atenuante, puede ser inútil. ¿No debemos señalar al sistema como culpable?
"El capitalismo como sistema es absolutamente perverso, pero para mí hay que señalar al consumo y al crecimiento, ya que nos tocan más de cerca"
– Claro que hay que señalarlo. Es la parte más delicada, la que más quebraderos de cabeza me está dando. El capitalismo es insostenible, cualquier tipo de capitalismo no puede jamás ser un arma ni ser el marco en el que desarrolle de forma efectiva y eficaz la lucha contra el cambio climático. Pero he detectado que muchas veces se utiliza el capitalismo como un subterfugio para evitar cualquier tipo de acción o implicación personal. Si hasta que no cambie el sistema no se puede hacer nada, mucha gente lo acaba usando como una especie de excusa. Cuando yo digo que “no hay que abominar” me refiero a que no debemos decir que es imposible cualquier tipo de lucha frente al capitalismo porque entonces ya estamos derrotados de antemano. Es una cosa que me gustaría haber enfatizado mas en el libro. El capitalismo como sistema es absolutamente perverso, pero para mí hay que señalar al consumo y al crecimiento, ya que nos tocan más de cerca. En una conversación climática es muy fácil decir que el capitalismo es el malo de la película, me aplaudiría mucha gente. Sin embargo, me parece que es mucho mas transformador hablar de consumo, crecimiento, acción colectiva y de alternativas o vías para superar el sistema y actuar dentro de él hasta que llegue ese momento.
– Me interesa la parte en la que explicas por qué no reaccionamos ante el cambio climático. Aquí criticas a los medios de comunicación en algunos sentidos. ¿Por qué cuesta abordar el cambio climático de una manera seria y atractiva?
– Hay una parte de que la catástrofe siempre vende más. Uno siempre está tentado a poner un titular un poco sesgado o un poco catastrófico. Y además, el periodismo son las condiciones en las que se ejerce, muchas veces no hay tiempo. Creo que ahora está empezando a importar el cambio climático y el periodismo en este momento tiene que saber aprovechar la oportunidad tanto en medios especializados como medios generalistas, buscar otras historias el cambio climático. Por ejemplo, cuéntame en la sección de motor que pasa con los coches eléctricos. Es muy difícil y tampoco yo soy nadie para dar lecciones, pero en el libro sí que hago un reproche directo a los medios: haber dado tanta voz a los negacionistas durante mucho tiempo. Es como si se invitara a hablar a las tertulias a alguien que niega la evolución o la gravedad. Eso ha hecho que mucha gente durante muchos años, e incluso ahora, perciba que no hay consenso en el cambio climático. Como pongo en el libro, la percepción del consenso científico es uno de los resortes que hace a la gente actuar. Mientras prolongamos el debate sobre si el cambio existe o no, estamos evitando dar espacio al debate de qué soluciones hay.
– ¿En España corremos el riesgo de que se expanda el negacionismo con el cambio climático como ha ocurrido en EEUU?
"No haríamos bien en subestimar que el negacionismo pudiera tener mas presencia en España de la que tiene"
- Creo que España está razonablemente protegida contra el negacionismo, incluso Rajoy asumió que el cambio climático era real. A nivel científico él lo asumió, otra cosa es que se hiciera lo adecuado. El negacionismo es un fenómeno estadounidense, después ha tenido unas réplicas importantes en Australia y en Inglaterra, los dos países angloparlantes y con una cultura similar. En Europa sigue sin ser demasiado problema, pero empiezan a saltar señales de alarma porque hay algunos partidos de ultraderecha que replican la idea. Para no tener que discutir sobre soluciones, niegan el cambio climático. El problema está en que he empezado a detectar muchas actitudes, supongo que mucha gente también, de negación de la ciencia. Esa negación de la ciencia es muy fácilmente contagiable. Tan pronto niegas el cambio climático como las mascarillas u otras medidas de salud pública. Hay que ir con mucho cuidado porque si dejamos que coja un poco de impulso esta semilla de negación de la ciencia, puede ir extendiéndose y convertirse en algo muy difícil de apagar. Los negacionistas en EEUU han aumentado con la llegada de Trump al poder. Tener figuras públicas que manifiestan dudas ante la ciencia provocan escepticismo ante la población. El problema es que si los partidos de derechas se escoran hacia posiciones negacionistas hacen que las políticas más transformadoras e innovadoras frente al cambio climático parezcan más radicales. Amplían ese campo de juego y no tenemos que jugar ese campo. Visto lo visto de cómo va el mundo, no haríamos bien en subestimar que el negacionismo pudiera tener mas presencia en España de la que tiene.
– Aunque no lo abarcas en el libro, hay que preguntar por el tema obligado. ¿Hasta qué punto existe la conexión de cambio climático y coronavirus?
"La maquinaria del sistema es tan brutal, que incluso parando nuestras vidas seguíamos contaminando"
– El libro no tiene ese epílogo, porque así recalcamos la necesidad de la acción climática independiente de cualquier otra cosa y lo que contaba tiene sentido per se. Me preocupa que se considere que el cambio climático es todo. La perdida de biodiversidad no se produce por cambio climático. Se produce por especies invasoras, por destrucción del hábitat, por caza furtiva y, después, por el cambio climático. No es uno de los mayores factores actualmente. Otra cosa es que en el futuro esa perdida de biodiversidad esté muy acrecentada por el cambio climático. Sí que es verdad que el coronavirus tiene su origen en la degradación ambiental, el consumo de animales salvajes etc. También está la falsa percepción de que el confinamiento era una forma de luchar contra el cambio climático, pero no lo es. Cuando en Madrid se vio el cielo muy limpio era porque había bajado la contaminación, no el cambio climático. Tenemos que saber delimitar correctamente. Si hay alguna lección es cómo de resiliente y de resistente es el sistema porque incluso con todos encerrados en casa emitimos más del 80% de lo que se suele emitir. La maquinaria del sistema es tan brutal, que incluso parando nuestras vidas seguíamos contaminando. Esa visión sí que es buena, pero es terrorifica, porque realmente escenifica que el nivel de los cambios que tenemos que hacer es enorme. No vale con los cambios individuales.
– En el libro hay alguna crítica relacionada con Greta Thunberg. ¿Qué opinas de su papel en la lucha contra el cambio climático?
– Greta Thunberg ha conseguido algo que toda la gente que nos dedicamos a estos temas no hemos conseguido. Cómo ha movilizado a la gente y el mensaje que ha dado creo que tiene un mérito enorme que hay que reconocer y que ha sido útil. Ahora bien, mucha gente la ha cogido como una especie de salvadora, prácticamente como una virgen María que dice la verdad revelada. Creo que no es bueno, y ella misma lo rechaza probablemente. No es bueno que en ningún movimiento político y social haya liderazgos tan absorbentes que parezcan casi religiosos. Y sobre todo creo que hay mucha gente que se queda simplemente con el apoyo a Greta Thunberg. Es como subcontratar la acción climática a lo que diga Greta. Creo también que deberíamos ir mas allá en las manifestaciones climáticas, saber distinguir objetivo de herramienta, y construir un movimiento más horizontal que vertical.
– Haces una defensa en el libro del Green New Deal 'nuevo trato verde', el plan para abordar la crisis climática y financiera. Es una visión menos disruptiva que la deseada por algunos sectores ecologistas. Cuéntanos tu visión.
"Creo que el Green New Deal es el camino por las buenas al decrecimiento"
– Estoy muy de acuerdo con la propuesta que hacen Héctor Tejero y Emilio Santiago de conseguir el Green New Deal como una especie de prórroga, un tiempo extra. Yo también lo veo como una propuesta que nos ayuda a plantear escenarios futuros. Es verdad que hay empresas y gobiernos que piensan que el Green New Deal es un objetivo. Yo creo que el plan realmente transformador es aquel que tiene fecha. Si ahora mismo no actuamos lo suficientemente rápido, las posibilidades de otros futuros van a quedar cerradas completamente. Y creo que para esto el Green New Deal es nuestra mejor baza. Tiene que ser bajo unas determinadas condiciones: sin discusión académica perenne, que sea eficientemente rápido -no me vale que se despliegue de 2030 a 2080-, que reduzca las emisiones, pero que además batalle contra la desigualdad social o no persista en relaciones de dominación colonialistas del norte con el sur, por ejemplo, con la extracción de minerales necesarios para placas solares y baterías. Soy muy consciente de que hay determinados pasos que ahora creo que aún no podemos dar porque nos caeríamos. Creo que es un flaco favor al ecologismo contraponer el Green New Deal al decrecimiento como si fueran dos opciones excluyentes. Creo que el Green New Deal es el camino por las buenas al decrecimiento. Al mismo tiempo tenemos que definirlo bien y no dejar que lo vacíen de contenido y se lo apropien quienes ni creen ni trabajan por lo que significa.
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