¿Qué ocurrirá con las personas refugiadas en Lesbos tras el incendio de Moria?
- "Hay un plan del Gobierno griego para encerrar a los refugiados y ahora tienen la gran excusa”, apunta Nasir Mahmoodzada, un refugiado afgano de 27 años
- “Necesitamos que haya mecanismos de reparto y responsabilidades a repartir entre todos los estados miembro", indica Jennifer Zuppiroli (Save The Children)
- “Hay que romper este ciclo de sufrimiento y construir un nuevo sistema migratorio. El enfoque no puede ser abandonar a las personas", indica González (MSF)
No era el primer incendio que se producía, muchas voces venían alertando de lo que finalmente sucedería. El fuego acabó por destruir Moria, en la isla griega de Lesbos, el mayor campamento de refugiados de Europa. El fuego se originó, según la principal hipótesis de las autoridades griegas, debido a una protesta de refugiados que se negaban a ser recluidos tras dar positivo por covid-19. Hay seis sospechosos detenidos. Sin embargo, la situación ya era insostenible. Más de 12.000 personas malvivían en unas instalaciones diseñadas para albergar a unas 4.000. Las condiciones terribles, el hacinamiento y la precariedad de las instalaciones fueron el pasto de las llamas.
Ya ha pasado más de una semana desde el incendio que arrasó Moria. Las autoridades griegas han amenazado con negar el acceso a la protección internacional a quienes no se trasladen al nuevo campo de refugiados, construido en la zona de Kara Tepe. Esta medida sería de una legalidad más que dudosa. Según el último comunicado de ACNUR, alrededor de unas 5.000 personas están siendo alojadas en este nuevo campamento que cuenta, de momento, con la capacidad de albergar a 8.000. Poco a poco, el hambre o la falta de agua van empujando hacia el nuevo asentamiento a quienes llevan varios días en la calle, a pesar de que el nuevo alojamiento levanta muchas suspicacias.
Idoia Villanueva, diputada de Podemos en el Parlamento Europeo, de vistita en Lesbos esta semana, explica que el nuevo campo está ubicado en una zona ventosa, húmeda, donde no existen viviendas por las duras condiciones del clima. Quienes allí se desplazan lo hacen con la esperanza de poder alcanzar un proceso de solicitud de asilo o protección internacional, pero "muchas personas se han quedado sin la documentación necesaria tras el incendio y los abogados no pueden acceder al nuevo campo", indica la diputada. "Existe mucha confusión, hay muy poca información y una violación fragrante de derechos humanos por parte de la UE y Grecia", apunta. "Lamentablemente no pensamos que vaya a ser una solución temporal. Por eso es tan importante reubicar a las personas", señala.
"Se están repitiendo los mismos errores que en Moria porque no eran errores, porque era una política decidida. Lo que quieren es quebrar a estas persona. Cuando ponen instalaciones precarias, con cuartos de baños llenos de mierda, con agua que no sale, la imposibilidad de poder limpiarse o ducharse, hay una finalidad: que no vengan a Europa", señalaba también desde el nuevo campamento este viernes el eurodiputado y miembro de Anticapitalistas, Miguel Urbán.
“Manifestamos un rechazo frontal a este nuevo campo", indica a cuartopoder Raquel González, responsable de Relaciones Externas de Médicos Sin Fronteras (MSF), organización que vio impedida su labor de garantizar la atención sanitaria más básica durante esta operación de traslado. Fue un mal presagio. “No se trata de una solución de tránsito hasta que vean cómo se tramita su solicitud de protección internacional o asilo”, prosigue. “El problema es la generación de estos hotspots (centros de identificación y registro) como solución indefinida sin ningún tipo de posibilidad de futuro para la gente que lleva años, meses viviendo en unas condiciones infrahumanas”, indica.
Estas pésimas condiciones las conoce bien Nasir Mahmoodzada, un refugiado afgano de 27 años que llegó a la isla griega en 2016 y que vivía en el campamento de Moria arrasado por las llamas. La situación ya era extrema: un baño para decenas de personas, dos médicos para todo el campamento, y colas para todo. “No era vida, era un infierno”, manifiesta a este medio. La situación incluso empeoró para los habitantes del campo cuando estalló la pandemia, ya que se les impedía salir del recinto por motivos sanitarios. “Desde marzo ha estado cerrado, solo unos pocos podían salir con un permiso para ir al hospital o al abogado”, explica.
Mahmoodzada tampoco alberga la esperanza de que la situación vaya a mejorar con el 'nuevo Moria', situado a dos kilómetros de la capital de Lesbos, Mitilene. Todo indica que quedará restringida la entrada y la salida del recinto, como ya ocurría en el antiguo campamento. “Ellos dicen que no es un campo de refugiados cerrado, pero sí que lo es. No son tan tontos de construir un campamento tan cerca del centro y dejarlo abierto con 12.000 personas refugiadas. Hay un plan del Gobierno griego para encerrar a los refugiados y ahora tienen la gran excusa”, apunta Mahmoodzada.
El Gobierno anunció el año pasado su plan para clausurar los campos de refugiados no solo en Lesbos, sino en sus otras islas de Chios y Samos. El plan consistía entonces en llevarles a otros lugares en el continente que los activistas y las ONG califican de “centros de detención” parecidos a los CIE en España. Lara Lussón, periodista que también ha sido cooperante en Lesbos, duda de que al Gobierno griego le interese trasladar al continente a las personas refugiadas que ahora tiene “controladas” en la isla. “La desaparición de Moria es la excusa para levantar un edificio de hormigón que actúe como cárcel y del que ya no se pueda salir”, indica. “No se puede permitir que realice este campo de detención ni que se deporte a estas personas”, añade. De hecho, Acnur ha reportado los testimonios de varias personas que en los últimos meses, tras desembarcar en la costa griega, habían sido devueltas al mar de manera ilegal.
¿Qué esperar de la UE y los países miembro?
“La reacción por parte del Gobierno griego y por parte de Europa ha sido replantear un campamento de refugiados con medidas de contención aún más grandes. Se está repitiendo un modelo que se ha demostrado fracasado”, indica Jennifer Zuppiroli, técnica de incidencia política en migraciones de la ONG Save the Children. La organización indica que en Moria “se han documentado muchos casos de niños con ansiedad, depresión y que han intentado suicidarse”, y señala que “después del incendio han aumentado las autolesiones y los intentos de suicidio en los menores”. La situación “es completamente insostenible”, apunta.
De las más de 12.000 personas que habitaban en Moria en el momento del incendio, al menos había 4.000 niños y niñas, y unos 400 estaban solos sin sus familias. Estos últimos sí serán acogidos por una decena de países de la UE, la mayoría por Alemania y Francia. El Gobierno alemán ha anunciado además la recepción de otros 1.553 refugiados. La cifra de personas acogidas por los estados miembro está muy lejos, sin embargo, de ser una solución para la crisis generada. “Necesitamos que haya mecanismos de reparto y responsabilidades a repartir entre todos los estados miembro. Necesitamos medidas de acogida obligatorias, que no dependan del color o voluntad de los gobiernos”, indica Zuppiroli.
Si todas las personas que vivían en el campo de Moria se repartieran entre los 27 estados miembro, cada uno debería asumir alrededor de 500 personas. Sin embargo, algunos gobiernos como el español se han plantado ante el reparto voluntario alegando la presión que ya recibe en su frontera sur, como una manera de demandar que este tipo de mecanismos de distribución de personas solicitantes de asilo o protección internacional pueda usarlos también nuestro país.
Para las ONG y los activistas que trabajan con personas refugiadas no solo se trata de esta necesidad de evacuar a las personas varadas en Lesbos, que también -actualmente la mayoría son personas afganas cuyo país atraviesa un conflicto no reconocido oficialmente-. “Hay que romper este ciclo de sufrimiento y reconstruir un nuevo sistema migratorio. El enfoque de la migración no puede ser abandonar a las personas o dejarlas en la frontera en condiciones inhumanas y sin posibilidad de acceso al derecho a la solicitud de asilo, a la educación, a la salud. Necesitamos el fin del abuso sistemático a los Derechos Humanos en las fronteras”, añade González.
Mientras tanto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado que la semana que viene presentará una propuesta en aras de lograr una política común sobre los refugiados y migrantes que hasta la fecha no se ha logrado. De momento, ha anunciado que el “nuevo campo” de Moria tendrá una gestión compartida entre la UE y el Gobierno griego. "Estoy convencida de que España se pondrá de acuerdo con los demás países para la acogida de estas personas", indica desde Lesbos Villanueva. "España debería liderar este pacto migratorio abogando por una defensa de los derechos humanos en las fronteras", añade.
España y Malta pidieron este jueves que el proyecto que prepara la CE sea “humano, justo y solidario” no solo con las personas migrantes, sino también con todos los países de la Unión. “Todavía no hemos visto ningún borrador. Solo sabemos que con los años la evolución ha ido a peor y las políticas migratorias cada vez han sido más restrictivas”, comenta González. El futuro de las personas refugiadas en Grecia y en todas las fronteras de Europa dependerá del desarrollo del acuerdo migratorio entre los 27.
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