Violencia, estigma y multas: los problemas que las prostitutas quieren solucionar
- El Día para Eliminar la Violencia contra las Personas que ejercen el Trabajo Sexual se organizó el coloquio 'Pregúntale a una puta', con ellas como protagonistas
- “Me aterroriza que mis compañeras sean perseguidas y tengamos que escondernos. Para mí la violencia física e institucional están al mismo nivel”, señala una de ellas
En nuestro país no existen registros oficiales sobre cuántas prostitutas han sido asesinadas en 2019. No figuran así en las estadísticas de víctimas de la violencia de género del Ministerio de Sanidad. En el Día Internacional para Eliminar la Violencia contra las Personas que ejercen el Trabajo Sexual, el pasado 17 de diciembre, se organizó un coloquio para escucharlas a ellas, mujeres que ofrecen sexo en la calle, en un burdel o a domicilio. Bajo el título 'Pregúntale a una puta' el público pudo charlar con ellas sobre la violencia que sufren, pero en este diálogo inusual también hubo espacio para reflexionar sobre la prostitución y realizar varias reivindicaciones.
La violencia adopta múltiples formas para quienes se dedican a vender sexo. Puede venir “de la gente que pasa, de los vecinos que nos gritan, de los clientes o de la Policía, que nos están multando un día sí y otro también”, explicó Ninfa, miembro de la Asociación Feminista de Trabajadoras Sexuales (Afemtras). Esta violencia ocurre cuando “se vulneran los derechos de los colectivos”, opina esta mujer trans, que lleva ejerciendo la prostitución más de 15 años en las calles de un polígono de Villaverde (Madrid).
Mientras el debate sobre la prostitución, de momento alegal en España, sigue sin traducirse en ningún marco legal, denuncian “el acoso policial” y la indefensión a la que se ven sometidas. Varios colectivos de trabajadoras sexuales explican que habitualmente son castigadas con multas por “desobediencia a la autoridad” o la “exhibición obscena”, artículos contemplados en la controvertida 'ley Mordaza'.
“En la prostitución hay violencia en todo los niveles, pero la que más me preocupa es la institucional”, indicó Evelyn Rochel, del Sindicato OTRAS, quien consiguió en febrero que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) le reconociera una relación laboral en el Flower's, uno de los mayores burdeles de la región. “Me aterroriza que mis compañeras sean perseguidas y tengamos que escondernos. Para mí la violencia física e institucional están al mismo nivel”, indicó a las personas que acudieron a esta charla, en la Plaza de los Comunes (Madrid), organizada por Afemtras y el colectivo Liga Feminista Pro Derechos.
Las prostitutas que acudieron a la charla procedían de realidades distintas. Además de Ninfa y Evelyn, estuvieron presentes Beyoncé y Asumpta, quienes trabajan en la calle y pertenecen al colectivo Afemtras. Belén Ledesma, delegada territorial de OTRAS en Valencia, explicó que después de haber sido explotada en pisos regentados por madamas decidió aliarse con otras compañeras y ahora trabaja por cuenta propia en su casa. Al hablar de violencias, ella prefiere poner el acento en “el estigma puta”, que es una “señalización” de personas que están “en los márgenes", pero también "una competencia intragénero femenina, entre las mujeres que quedan dentro de la sociedad y las malas mujeres que quedan fuera”.
En esa misma línea se manifestó Laura Lux, que no pertenece a ningún colectivo y trabaja como 'escort'. Explicó sentirse “más realizada que en cualquiera de los otros trabajos que ha podido tener”, mientras cubría su rostro con una máscara. Todavía, se disculpa, no le es fácil mostrar su cara en público. Así aseguró no haber sufrido ese tipo de violencia u hostigamiento policial, pero sí haber enfrentado “estigma” o “paternalismo”. “Tengo que justificarme porque se supone que tendría que estar muerta de hambre o muy tirada por hacer algo así”, se manifestó sobre la incomprensión que reciben quienes eligen dedicarse al sexo. Por su parte, Belén, delegada territorial de OTRAS en Madrid y también trabajadora por cuenta propia, lamentó haber recibido “las mayores violencias verbales” por parte del entorno feminista.
¿Qué quieren las prostitutas?
España es uno de los estados del mundo con más prostitución. Según algunos estudios, podría ser el tercer país, detrás de Tailandia y Puerto Rico. Parte del feminismo apuesta por la abolición -el PSOE de Pedro Sánchez también se decanta por esta postura- al considerar que prostitución y trata están completamente ligadas y son incompatibles con el objetivo de conseguir una sociedad igualitaria. Las organizaciones de prostitutas presentes en este debate defendieron el modelo de despenalización de Nueva Zelanda para garantizar derechos laborales y humanos a las mujeres que ejercen la prostitución o el trabajo sexual.
Mientras tanto, miles de trabajadoras siguen en la calle bajo la indefensión de carecer de ningún marco legal que las proteja. Ante la pregunta "¿vosotras qué queréis?" las respuestas eran diversas, como eran diversos los recorridos de las mujeres que hablaban, aunque mayoritariamente se inclinaban a conseguir “derechos” o “garantías laborales” para poder tener seguridad tanto laboral como económica y huir de la exclusión.
“La patronal de la prostitución existe, hubo un margen para que se asociaran y se organizaran, pero nunca llegó eso para las trabajadoras sexuales. Nos estamos asociando, 'cooperativizando' y hemos creado un sindicato para protegernos. Estamos luchando por una cuestión de derechos humanos y laborales”, explicó Ninfa, quien contó cómo empezó en la prostitución como única opción para poder pagarse los tratamientos hormonales como mujer trans y lleva ya dedicándose al sexo 15 años.
Otras mujeres, antes de definir con exactitud el modelo legal ideal, hacen sus peticiones urgentes. “Queremos derechos”, añade Evelyn, quien pide a los expertos y líderes políticos que sean ellos busquen la solución. Para Beyonce lo más urgente es “la despenalización del trabajo” porque al multarles tanto a ellas como a los clientes “se está penalizando a las trabajadoras”, argumenta.
Desde otro punto de vista, la 'escort' Lucy Lux denuncia “los porcentajes abusivos” que pierde del dinero que gana si trabaja "para terceros” y también la inseguridad: “Cuando voy a trabajar a un piso nadie sabe dónde estoy”. Más allá de las leyes, pide “una evolución de la mentalidad” para no sentir vergüenza y “empezar a hablar con menos hipocresía del trabajo sexual”.
También hubo referencias a la complejidad del mundo de la prostitución. La mayoría no había coincidido con víctimas de trata y se desvinculaban de este problema que consideraban ajeno a su situación personal. Belén Ledesma denunciaba, por su parte, “esa reducción de la realidad” entre “una puta privilegiada o puta feliz” y “la eterna víctima”. “Como veis aquí hay un cuerpo muy complejo y todas compartimos el estigma o la vulneración de derechos. Hay ideologías neoliberales muy interesadas en la reducción del debate”, denunció antes de pedir que se escuchase a todas las mujeres implicadas.
… La profesión más antigua del mundo todavía sin reconocer ni regular. El tercer país en uso de tal servicio, con una ley mordaza y la misoginia del creyente político/a; un Estado aconfesional, fariseo hasta la médula, con un sectarismo religioso ultra digno de otros tiempos. En aquellos, bien que ciertas mujeres le buscaban al marido el desfogue sexual… para ellas no quedarse preñadas. Un trabajo, tan antiguo, como denigrante; el tener que soportar borrachos, chulos explotadores, enfermos, fetichistas, abusos, amenazas y persecución oficial.
Querer abolir el trabajo sexual, es y perdonad la frase: «Como prohibirnos cagar en un més». La fisiología, no entiende de religiones, ni de pederastas… ¡ eso ! ¿ y si suprimen los pederastas ?. O se hacen unas listas públicas de los abusadores, con nombres y apellidos, como aquella famosa de los amnistiados fiscales….
La regulación, sitio, sanidad, cotización a la seguridad social, derecho de admisión, higiene laboral, derechos, garantías de una normalización más humana… Quitaría, de la visión en calles de ciertos aspectos degradantes y poco edificantes. Hay que ayudar a las y los agentes que ofertan el servicio sexual, que desean estar integrados en otra sociedad más madura y en el siglo XXI, acorde con los Derechos Humanos Universales de hoy día.
Felicidades por el artículo, en general es bastante neutral y expresa la opinión de varias trabajadoras sexuales, que al final somos las más interesadas en que mejoren nuestros derechos.
Un apunte importante: el modelo regulacionista es el alemán y no es ni mucho menos el preferido por las trabajadoras sexuales (Hetarira, CATS, OTRAS…). El modelo de Nueva Zelanda es la despenalización, es el que buscamos las trabajadoras sexuales para minimizar nuestro estigma y no perder derechos que para nosotras son fundamentales.
Este punto es importante porque el debate se está polarizando «Abolición Vs Regulación». La realidad es que hay otros modelos y el que preferimos las trabajadoras es la despenalización (modelo neozelandés), que ya está demostrando tener mejores resultados que el abolicionismo. En wikipedia está explicado con informes y encuestas: https://es.wikipedia.org/wiki/Abolicionismo_de_la_prostituci%C3%B3n