El secretario político de Podemos considera que el partido ha sufrido un “viraje ideológico” en el último año. Su imagen junto a Pablo Iglesias organizando la estrategia para la fuerza morada en el primer congreso no se repetirá. Ambos someterán sus equipos y sus ideas a la votación de los inscritos. Rechaza que tras Vistalegre II tenga que haber un “todo o nada” y defiende que su proyecto recupera las banderas iniciales de Podemos. Encabeza la lista de 'Recuperar la Ilusión' junto a algunos de sus colaboradores habituales como Rita Maestre o Pablo Bustinduy, entre otros. Íñigo Errejón (Madrid, 1983), atiende a cuartopoder.es durante el viaje en tren hacia Valencia, donde realiza uno de los últimos actos de campaña.
— ¿Cómo llega Podemos a esta asamblea ciudadana a nivel interno y de esa fraternidad que tanto hemos escuchado?
— Llega en una situación que me parece preocupante. Pero cuidado, no porque estemos teniendo el proceso de Vistalegre II. Es un proceso que nos debíamos hace tiempo. No por una especie de amor al debate sino porque nosotros no construimos una organización madura y compleja. Construimos lo que en su momento había que hacer, una organización muy concentrada que aplazó muchos debates políticos para librar el ciclo electoral. Si no hubiéramos hecho eso hoy en día no representaríamos a 5 millones de españoles. Pero ahora que el tiempo político se ralentiza, que no parece que vaya a haber elecciones a la vuelta de la esquina, que tenemos que ser una organización con la capacidad de levantar la vista y mirar más lejos, nos debíamos el debate del rumbo político y el organizativo. De cómo comenzamos a desconcentrar, desmadrileñizar y democratizar una fuerza política que ha sido de cuño marcadamente presidencialista. Esto no fue una decisión de Pablo, lo decidimos todos juntos, yo también. Era lo que hacía falta y hay que modificarlo. Ahora bien, este debate lo podríamos haber tenido en condiciones que no fueran tan dicotómicas, de todo o nada, blanco y negro. La cultura del plebiscito se tiene que acabar en Podemos.
Si una lectura saco de este proceso es que nunca más podemos tener uno en estos términos. Porque está dejando mucha gente por el camino. Hay compañeros válidos que se han ido alejando de esta tónica permanente del todo o nada. Nuestra organización si quiere madurar, y lo tiene que hacer para representar a 5 millones de españoles, tiene que tener unos debate con una cultura del acuerdo, deliberación e integración más que del todo o nada.
— ¿Por qué cree que los inscritos deben votar la candidatura y el proyecto que representa 'Recuperar la Ilusión'?
"Estamos levantando las banderas, que últimamente se habían descuidado un poco, del proyecto inicial de Podemos" |
— Creo que estamos defendiendo el proyecto inicial. Estamos levantando las banderas, que últimamente se habían descuidado un poco, del proyecto inicial. De un proyecto que aprende la principal lección del 15-M, que era la de la transversalidad, de que en nuestro país ha habido un secuestro de la democracia por parte de los de arriba y a eso lo que hay ponerle es la unidad de los de abajo. No sólo la unidad de la izquierda sino algo más amplio y ambicioso donde cabe la izquierda tradicional pero más allá en torno a reivindicaciones de sentido común. Esto, con una voluntad inequívoca de victoria y de mayorías, no de resistencia. Y una voluntad inequívoca de Gobierno. No es decir que quiero ganar las elecciones sino ser capaz de demostrarle a los españoles no sólo que estás en disposición de señalar las vergüenzas de los privilegiados. Eso ya lo hacemos y lo hacemos bien. Sino que estás en disposición de hacer algo mucho más radical que es arrebatarles las riendas de tu país, conducir el Estado en su lugar. Creo que eso está presente en el ADN de Podemos desde el primer día. En Pablo cuando salió tras las elecciones europeas y todo el mundo esperaba que festejásemos y él dice que no había nada que celebrar porque habíamos nacido para cambiar el país y para eso hace falta construir una mayoría nueva para derrotar al PP. Eso creo que se ha descuidado en los últimos meses, hemos tenido un cierto viraje ideológico que nos ha desconectado de una buena parte de los españoles.
— ¿En qué se ha notado concretamente ese viraje ideológico del que habla?
— Creo que hemos tenido un discurso en algunas cosas más identitario que levanta más algunas de las viejas causas tradicionales de la izquierda y sin embargo le habla menos a la mayoría de nuestro país, que está en precario y lo pasa peor, de las cosas que podemos hacer hacia delante. Esto no tiene nada que ver con renegar con ninguna de esas causas que hemos vivido de forma familiar, personal y en nuestra biografía militante. Tiene que ver con que la mejor manera de honrar las luchas del pasado no es mencionarlas. Es ganar hoy. Con las condiciones de la España de hoy. Creo que hemos abandonado un poco eso. Creo que no hemos hecho una lectura lo suficientemente buena sobre qué paso entre el 20-D y el 26-J. Las fuerzas del cambio nos dejamos un millón de votos mientras que el PP acosado por la corrupción no sólo mantuvo apoyos sino que creció. No hemos hecho autocrítica de por qué sucede eso. Yo no creo que suceda porque tuviéramos que haber apoyado a Sánchez y Rivera. Creo que estuvo bien no apoyar y nuestras bases acertaron. Pero creo que hay que hacer autocríticas sobre cómo los privilegiados en España todavía son capaces de presentarse como lo malo conocido. Y nosotros como una especie de promesa hermosa que no se acaba de concretar. Si eso fuera así, en mi opinión, Podemos tendría que marcarse como tarea fundamental ser capaces de encarnar una idea de orden alternativa. En todas la revoluciones lo que más miedo les ha dado a los poderosos no ha sido el momento en el que la gente denuncia lo que hacen mal sino cuando dicen que no les necesitan porque pueden garantizar el orden, diferentes, más justo y democrático. Esa tarea queda.
"Hemos tenido un discurso en algunas cosas más identitario que levanta más las viejas causas tradicionales de la izquierda y sin embargo le habla menos a la mayoría de nuestro país" |
Representamos a 5 millones de personas, pero hay millones de compatriotas que sufren la precariedad, contratos basura, no saben si van a tener jubilación y que siguen confiando en los partidos políticos tradicionales. Ante eso, normalmente la posición de las fuerzas políticas transformadoras ha sido regañar a esa gente. Y lo que tenemos que preguntarnos es por qué pasa eso y cómo entroncamos mejor con elementos que ya están en el sentido común de España que nos permitan darle la vuelta a la situación. No creo que el Gobierno de Rajoy cierre el proceso de cambio español. Ha comprado tiempo estando en minoría, poniendo en riesgo el sistema de partidos del régimen del 78 y la Restauración es muy débil, tiene mimbres débiles. La única esperanza posible para ellos es que nosotros volvamos a ese lugar testimonial que normalmente han ocupado las fuerzas políticas de izquierda antes del 15-M . Y por tanto que nos convirtamos en una especie de Pepito Grillo del que se habla muy bien porque señala lo que no funciona pero que nadie lo considera como alternativa real para poder transformar la sociedad.
— Esa concepción de que el Gobierno de Rajoy es débil es una de las diferencias que se vislumbran con el diagnóstico de Iglesias. ¿Qué más diferencias considera que hay?
— En términos organizativos creo que estamos dando más pasos para democratizar la organización. En el sentido de que sea obligatorio consultar a los inscritos en todos los acuerdos electorales y de investidura de Gobierno. Pero también que los inscritos no sólo sean consultados sino que puedan organizar las consultas. Estamos avanzando en la federalización, que los municipios tengan más autonomía y que las listas no se hagan exclusivamente a dedo desde Madrid. Estamos avanzando más en que la Comisión de Garantías tenga un régimen de incompatibilidades más estricto. Básicamente el mismo que queremos para España. Si no queremos que haya un diputado que sea juez, no nos gustaría que en Podemos alguien fuera del poder legislativo y el judicial. Estamos avanzando en la composición de la dirección en que haya más dirigentes elegidos como representantes de sus territorios. Tenemos que saldar esa brecha que hacía que fuéramos la fuerza más avanzada y que más pasos se ha atrevido a dar en términos de plurinacionalidad y derecho a decidir pero que luego se organizaba de una forma muy madrileñocéntrica. Insisto, creo que eso fue necesario en su momento pero hoy no hay excusa para cambiarlo.
— ¿Y en lo político? Usted hace mucho hincapié en la utilidad. ¿No está siendo útil Podemos?
— No todo lo que podría. Eso no es un debate entre calle e instituciones. Es un debate sobre cómo estar en la calle y en las instituciones. Por lo que respecta a la calle, he vivido que los partidos no generan olas de movilización popular. Los partidos la pueden acompañar, la pueden regar, poner a su disposición pero no las generan. Así que está bien que acompañemos las protestas pero no las vamos a masificar porque en ellas de repente hay uno, dos o cuatro diputados. La clave es que Podemos se atreva a echar raíces para construir ese movimiento popular. Eso tiene que ver con algo más transformador que la capacidad de protesta. Es la capacidad de que los círculos y militantes de Podemos, en cada barrio y pueblo creen y multipliquen el tejido asociativo. No tiene que ser directamente político siempre, tiene que ver con clubs deportivos, con hinchadas de fútbol, festivales de música, abrir Moradas, etc. En eso hemos ido avanzando gracias al programa Impulsa que va regando tejido asociativo y comunitario.
"Tenemos que ser más capaces de llevar la iniciativa y liderar acuerdos. Hay que aislar al PP y arrancarle victorias" |
Con respecto a las instituciones, tenemos que ser más capaces de llevar la iniciativa y liderar acuerdos. Hay que aislar al PP y arrancarle victorias. La mejor posibilidad de abrir un ciclo de luchas contra este Gobierno tiene que ver con demostrarle a la gente que es derrotable. Es decir, siempre pongo la misma metáfora, no nacimos diciendo que está todo fatal. Decíamos sí se puede. Lo más movilizador que hay no es describir que la situación es fea sino conquistar victorias que motiven conseguir más. Yo no me fío del PSOE, C's y las fuerzas nacionalistas. Pero he visto como Podemos los ha arrastrado y obligado a posicionarse en cosas que a lo mejor ni siquiera creen. Pero se tienen que mover porque les marcamos el paso. Hace dos años hablar de la renta básica en este país era antisistema y populista. Hoy se abre camino, es un objeto legítimo de discusión. Eso es porque tenemos la fuerza puntual de arrastrarles en determinadas cosas. Eso lo tendríamos que llevar a todas las instituciones. Cuando Ada Colau es capaz de que el PSC le apoye la municipalización del agua no lo hace porque crea que ellos son un partido de cambio, es que como lleva la iniciativa les pone en una tesitura: si me apoyas te atraigo hacia mi proyecto de ciudad y si no lo haces pagas el precio de no hacerlo. No podemos imaginar el cambio político como hacer que desaparezcan de golpe el resto de actores políticos sino ser capaces de arrastrarlos hacia las posiciones que defendemos. Es fundamental romper el intento de renovar el bipartidismo. El PP aprueba todo con el PSOE y a cambio les dejan las migajas de modificaciones cosméticas que permiten a los socialistas presentarse como útiles.
Yo sé que el PSOE no es oposición al PP. Pero el problema es que ese juego falso de vasos comunicantes favorezca el bipartidismo. E instaure en la cabeza de los españoles que al fin y al cabo hay dos partidos grandes y que los pequeños eran cosas del momento del río revuelto. Para mí este es el núcleo de una de nuestras discusiones. Podemos es una fuerza que para ganar necesita río revuelto y momentos de excepcionalidad o Podemos puede ganar construyendo una normalidad alternativa que permita decirles a los de arriba que no sólo son unos sinvegüenzas sino que tenemos un proyecto nacional alternativo en el que cabe todo nuestro pueblo. Es verdad que esto puede parecer abstracto y teórico. Pero de aquí se derivan luego concreciones en las diferencias que estamos presentando. Y la última cosa lo dije al principio. Es urgente que Podemos recupere las banderas originales de la transversalidad y el proyecto de mayorías. Y hablarle a la gente en términos de sentido común y no sólo a los convencidos.
— Hay dos nociones de esa transversalidad entre lo que piensa Pablo Iglesias y lo que piensa usted.
— Sí. Creo que la transversalidad es la capacidad de dibujar una frontera que separa los de arriba de los de abajo. Creo que ese ha sido el proyecto emancipador a lo largo de toda la historia, unir a los de abajo. Eso ha tenido diferentes nombres pero en definitiva es lo mismo: representar a los de arriba como una misma cosa que aunque tenga diferencias internas comparte unos intereses privilegiados de minoría y que no coinciden con el desarrollo de la comunidad general. Y darle a los de abajo los afectos, las herramientas y la confianza necesaria como para convencerles de que pueden gobernar su país. Ese proyecto, que en otras ocasiones he llamado nacional-popular, no intenta ganar ahora las batallas perdidas hace 30 o 70 años. Plantea las discusiones en los términos actuales. Sobre todo que tiene la capacidad de marcar el rumbo a los otros partidos en vez de obsesionarse con lo que ellos dicen. Últimamente Podemos ha caído en una discusión estéril sobre la relación con los otros partidos. El Podemos ganador que puso patas arriba el sistema político español obligaba al resto a hacer lo que hacíamos nosotros. Ahora nos ha pasado últimamente que cuando ponemos un tema en la agenda y obligamos a que se muevan, cuando lo hacen entonces lo vemos demasiado mainstream y nos deja de gustar.
El otro día en Málaga vino un señor, de CCOO y ahora jubilado, que me dijo que la transversalidad no era ningún invento nuevo ni del 15-M. Dijo que empezó a militar en la dictadura y no preguntaban a nadie sobre la ideología y qué opinaban sino si querían defender su salario, tener derecho a descanso o representantes sindicales libremente elegidos. Esta idea de recuperar la capacidad de poder hablarle a mucha gente con ideas de sentido común y no de encerrarnos en nosotros mismos, conformar una organización más dura y de resistencia que le habla más a los ya convencidos es una diferencia fundamental que nos estamos jugando ahora. Pero no lo es para Podemos, es para España. Si no recuperamos la transversalidad en la construcción de mayorías es mucho más difícil que haya cambio político en España. Y más fácil que el PSOE y el PP intenten una restauración que nos devuelva a un tiempo pre 15-M.
— ¿Qué opina de artículos como del Carlos Fernández Liria publicado en este medio y en el que se ataca al equipo de Iglesias?
— El de Carlos es durísimo. En general hay que hacer una llamada a la responsabilidad en el sentido de que al día siguiente tenemos que seguir juntos y garantizar que no haya nada que lo dificulte. Fernández Liria o Luis Alegre son personas que han estado tradicionalmente en posiciones diferentes a las que defendía yo en Podemos. En el caso de Luis creo que fue de las primeras personas que entendió la hipótesis populista de Podemos. Hemos tenido desencuentros. Ahora está fuera de la organización, no está en posiciones de dirección. Lo que nos tenemos que preguntar es qué está pasando para que se produzcan este tipo de manifestaciones o los pasos atrás de Carolina Bescansa y Nacho Álvarez. En ocasiones se producen con manifestaciones duras. Yo siempre he dicho que no voy a hablar de ningún compañero porque los dirigentes no estamos para eso. Estamos para tratar de ofrecer nuestras ideas y facilitar que al día siguiente sigamos remando juntos. Pero nos tenemos que hacer la pregunta autocrítica de qué está pasando para que desde aquella foto de Vistalegre I a la actual haya tanta gente que ha sido importante desde el principio y que ahora da un paso atrás o un aldabonazo como estos.
— ¿Tiene una respuesta para esa pregunta?
"Una buena parte de la gente que acompañó a Podemos en las primeras elecciones ha sido desplazada a los márgenes" |
— Una buena parte de la gente que acompañó la construcción y desarrollo de Podemos en las primeras elecciones, en la estrategia, en las campañas y marcar el rumbo político ha ido siendo desplazada a los márgenes. Ha habido una sustitución por un equipo diferente en torno a Pablo. Esa sustitución es legítima pero a mi entender se corresponde con un cierto viraje ideológico que amenaza que nos volvamos a encontrar en los espacios tradicionales de la izquierda tradicional. Cuando digo esto quiero ser extraordinariamente cuidadoso. Porque ha habido compañeros que han podido entender que cuando en nuestras discusiones decimos que no queremos estar en posiciones de la izquierda tradicional supone un desprecio.
— De hecho, en IU provocó mucho enfado su campaña del martes pasado.
— Nunca he hecho una mala declaración contra IU ni ninguno de sus dirigentes. Es imposible encontrar una mala declaración y tengo mucho respeto. Es verdad que creo que son compañeros con los que hemos ido coaligados en muchos procesos electorales, con buenos resultados en algunos casos. Es posible que en el futuro tengamos que seguir caminando juntos en términos electorales. Pero creo que nosotros tenemos nuestro propio rumbo, discusiones y códigos. Creo que Podemos tiene que seguir siendo radicalmente autónoma e independiente. Si creyera que la solución a los problemas de nuestro país estuviera en otra organización me habría metido en ella. Y en segundo lugar porque creo que seguimos apuntando a un objetivo más ambicioso y más radical. Está bien buscar la unidad de la izquierda pero es más ambicioso aún buscar la unidad de los de abajo, de los golpeado por la crisis, de los que se sienten maltratados por un Gobierno que ha servido a los privilegiados. Como creo que nosotros buscamos lo segundo, hay tareas para el cambio político que sólo son moradas y que tenemos que hacer nosotros.
Hay que dejar de tener las discusiones en función de nuestra relación con otras formaciones y redefinir un rumbo morado que marque la iniciativa y que vuelva a ilusionar y seducir a gente que viene de votar cosas muy diferentes. Eso no tiene nada que ver con ningún tipo de menosprecio con los compañeros que legítimamente luchan en otras organizaciones. Pero sí con reivindicar nuestra autonomía porque hay una parte de la sacudida política que hemos protagonizado nosotros no por repetir las viejas fórmulas sino por hacer las cosas de forma distinta, con un discurso y una práctica diferentes. Básicamente, una visión del país que dice que una fuerza nacional-popular y patriótica como la nuestra se tiene que hacer cargo de los problemas también de la gente que no le va a votar. Pero no como táctica electoral sino como posibilidad de construir un proyecto histórico que transforme España en beneficio de los humildes. Hacerse cargo de los problemas de la gente sin esperar que estén convencidos o te vaya a votar. Insisto en que es imprescindible que nos preguntemos qué pasa, qué no hemos construido bien, para que haya gente que entendió cuál era la idea morada original y que ahora haya ido dando pasos atrás o con declaraciones muy duras.
— ¿Dónde se ve después de Vistalegre II si no gana su proyecto? Ha dicho que miembros del equipo de Iglesias no le quieren en posiciones tan relevantes como ahora.
"Si hay un resultado por el que sale una dirección nueva que no está de acuerdo con mis tesis o quiere apartarme de las posiciones de relevancia, yo aceptaré el puesto que me toque" |
— Me gustaría seguir sintiéndome útil para la transformación de mi país. Creo que tenemos una oportunidad histórica que no se va a repetir. Creo que las oportunidades históricas no pasan en balde. Si las aprovechas puedes transformar la realidad. Si no, siembran resaca, desilusión y orfandad. Estoy profundamente comprometido con el proceso de cambio y con ser útil desde donde pueda. Ahora bien, si de repente hay un resultado por el que sale una dirección nueva que no está de acuerdo con mis tesis o quiere apartarme a mí de las posiciones de relevancia en la que ahora estoy, aceptaré donde me pongan. Incluso aceptaré estar en posiciones muy secundarias o en ninguna posición si esa es su decisión. Pero es muy importante que en vísperas del proceso seamos responsables y no pongamos la situación de cada uno como condicionante del debate de ideas. Es decir, creo que la gente tiene que votar en libertad y con tranquilidad. Tiene que decidir cuál es el mejor rumbo, modelo organizativo y estrategia para ganar y los mejores compañeros para una dirección amplia y plural. Después de eso, donde quedemos cada uno de nosotros es un dato secundario. Yo asumo lo que sea.
Podría haber ido en la lista que presenta el equipo de Pablo, en un papel muy cómodo y seguramente manteniendo las posiciones que tengo ahora. ¿Por qué no lo he hecho? Porque me ha parecido imprescindible defender las ideas que nos han traído hasta aquí, defender el proyecto de mayorías y vocación de Gobierno, un Podemos útil y con una muy buena parte del equipo insustituible que nos ha permitido llegar hasta aquí. Ahora bien, asumo que el coste por defender eso puede ser que ya no esté en una posición de tanta relevancia. Asumo lo que venga. Pero lo pongo después de la discusión de ideas. Por mi parte lo único que puedo decir es que aceptaré el puesto que me toque. Estaré en mi puesto el lunes y esa es la mejor contribución que uno puede hacer a rebajar el clima de tensión, estrés o desgarro emocional que se está viviendo ahora.
— El tándem que ha defendido junto a Iglesias no sé si es posible. Él ha insistido en que si no gana su proyecto no será secretario general. ¿Tiene algún tipo de esperanza en poder convencerlo? ¿Por qué cree que la figura de cartón del sábado pasado ha sentado tan mal?
— Cuando yo en un acto pongo una imagen de Pablo es porque estoy pidiendo el voto para Pablo como secretario general. Exactamente igual que lo he pedido en todos los procesos internos sino en los procesos hacia fuera. En el Cine Palafox había 800 personas dentro y 200 fuera. Esas 1.000 personas se han dejado las manos pegando carteles con la cara de Pablo. Está apoyando que Pablo sea secretario general. Otra cosa es que haya quienes quieran convertir el proceso de debate en un plebiscito de todo o nada. Pero hay que recordar que hay tres votaciones diferenciadas. Uno cuando entra a votar primero se encuentra los documentos, luego las listas y al final la del secretario general. Si se quería que todo fuera lo mismo, que se hubiera presentado un proyecto con una sola urna. Lo digo porque el proyecto que ganó en la consulta de diciembre no fue el mío, fue el que defendieron Pablo Echenique y Pablo Iglesias. Permitía hacer opciones diferentes y plurales. No tiene sentido que salga eso y que se intente reducir todo a un todo o nada.
— ¿Su candidatura no concibe Vistalegre II como un congreso que dirimirá el liderazgo del partido?
— Creo que soy la persona que más ha contribuido e ideado, soy el autor intelectual en alguna medida de un tipo de formación que descansa de forma muy fuerte en el liderazgo de Pablo. Ahora hay que evolucionar hacia una organización más desconcentrada. Pero el liderazgo no está en cuestión. Querría que la discusión sobre quien es el secretario general no nos tapara la discusión de ideas que tenemos. Claro, y hay gente que dice, ¿cómo puede Pablo asumir una parte de la estrategia que no es suya? Bueno, es que yo cuestiono que no sea suya. Porque es la estrategia que él lleva poniendo en marcha los últimos dos años. Yo hice un discurso el sábado que a mucha gente le gustó pero que no tiene nada de innovador. Es el Podemos de 2014 y 2015. He visto a Pablo capitanear esa estrategia mejor de lo que lo he hecho yo. Lo que pasa es que tenemos ahora una discusión sobre el rumbo. Puede que alguno como táctica de campaña quiera convertirlo en un plebiscito. Mi mejor contribución a que podamos tener un debate de ideas sin traumas es decir que todo o nada no. Yo pongo las mejores ideas encima de la mesa para recuperar un Podemos con vocación de mayorías, amplio, no de resistencia sino de ofensiva.
Si a Pablo lo hubiera podido convencer no estaríamos en esta situación. Así que creo que no puedo ser yo. Pero pueden hacerlo nuestras bases. Estoy convencido de que va a prevalecer la responsabilidad. Y que si hay un mandato de 120.000 personas que le dicen a Pablo que lo quieren al frente pero poder tener una dirección plural, cambiar el modelo organizativo, que el rumbo recupere una parte del Podemos original, estoy convencido de que prevalecerá la responsabilidad. Yo no he sido capaz, la gente sí puede y todos estaremos a la altura. En Vistalegre es muy importante lo que vote la gente. Pero es igualmente importante la gestión que hagamos el lunes de los resultados. Eso no va a ser a todo o nada. Somos una organización amplia y compleja. Hay que instalar una cultura del acuerdo y que haya espacio suficiente para que los debates no sean dramas ni traumas. Hay que contribuir a ello con nuestra actitud individual pero nunca más un proceso como éste en el que la lógica plebiscitaria nos obliga a desconectarnos tanto de nuestro país y perder por el camino a gente extraordinariamente valiosa.
— ¿Tiene conocimiento de una supuesta operación, 'Mate Pastor', diseñada por la corriente errejonista aprovechando las dimisiones de 9 consejeros en Madrid el pasado marzo y que pretendía debilitar a Iglesias?
"Las teorías de la conspiración contra Pablo son falsas" |
— He leído lo que se ha publicado y tengo que decir que las teorías de la conspiración contra Pablo son falsas. Porque es cierto que en el conflicto de Madrid se produjeron fricciones duras. Y que en el transcurso de ellas los diferentes grupos de mensajes de Telegram echaban chispas por todos los lados. Todos hemos leído cosas que nos gustaría no haber leído, desagradables. Todos. Ahora bien, intentar construir de ahí una especie de teoría de conspiración contra Pablo no sólo es falso sino que tiene un problema dañiño y peligroso: construir la cultura del enemigo interno. Es esa cultura que se instaló mucho en los partidos de la izquierda en algunos momentos del siglo XX. Ayuda a que cualquier diferencia política quede disipada bajo la acusación de traición. Por tanto se mata el debate político se instaura en las organizaciones un cierto clima de miedo a poner ideas diferentes encima de la mesa. Creo que en Podemos la cultura del enemigo se manifiesta en la idea de que hay quienes sobran. Al revés, hay quienes faltan. Pero no sobra nadie. Creo que tenemos que tener un debate sano entre compañeros que no recurra ni al fango ni a las teorías de conspiración.
— ¿Hay riesgo de ruptura en Podemos?
— No lo creo. Lo que sí creo es que cualquier Podemos que salga de Vistalegre, si no se hace cargo de que todos los que hemos concurrido al proceso somos imprescindibles, es un Podemos que saldría un tanto mutilado. Por tanto creo que Podemos, para no salir tocado sino reforzado, necesita asumir que necesitamos a las mejores cabezas y compañeros juntos. En las posiciones que diga la gente. Pero que no se instale una cultura de la revancha, rodillo y sectarismo que impida que sigamos siendo un partido en el que funciona una cierta meritocracia en el buen sentido. Que ayuda a que las posiciones más relevantes en el partido son las que nos ayudan a avanzar más en España y no las que recompensan más el trabajo exclusivamente hacia dentro. No creo que estemos en modo alguno en una situación de riesgo de ruptura. Pero si no cerramos bien el congreso, tanto en los debates políticos como en la integración posterior, el Podemos que saldría sería un Podemos más débil. Y en lo político, si el Podemos que salga no mantiene, en mi opinión, la hoja de ruta de la radicalidad democrática, transversalidad y mejores aprendizajes del 15-M, corremos el riesgo de quedar atrapados en el espacio digno pero testimonial de las izquierdas tradicionales en nuestro país.
Preocupante la visión tan equivocada del momento político en alguien de quien se presupone un mayor nivel intelectual. Errejón y sus seguidores tienen una capacidad inaudita de apropiarse de las esencias de Podemos. Para ello utilizan eslóganes como “ganador”, “transversal”, “construir pueblo” o “mayorías”, nunca explican el cómo lo harán. Contestan al falso repliegue identitario del que acusan a Iglesias con un identitarismo a la contra de “recuperar el morado”, triste y más si ofendes a tus aliados. “Hay que sumar a los que faltan”, pero para ello sólo valen los que estaban desde el principio, es decir sus amigos que él colocó. El origen real de Podemos está en el Teatro del Barrio, no en la famosa foto de la candidatura ‘Claro que Podemos’. “Tenemos que llevar la iniciativa y arrancar victorias parlamentarias”, repite hasta la saciedad. ¿Qué victorias? ¿De qué recorrido? ¿Con quién? Claro que hay que hacer una oposición seria, pero no estamos ante un Gobierno débil como ellos dicen en sus documentos. El PP tiene como rehenes a PSOE y C`S y la posibilidad de convocar elecciones si se rebelan. Los socialistas han elegido, como en los últimos cuarenta años, ponerse al servicio de los de arriba. Podemos debe situarse como oposición al régimen, no sólo al PP. Las condiciones de vida no van a mejorar en los próximos años, ése será el momento de Podemos si salen unidos. El que pierda tiene que aceptar que el otro dirija, ni más ni menos.
Partes de un diagnóstico que creo equivocado y no comparto en absoluto (la ventana de oportunidad se está cerrando).
Ya tengo claro a quién no voy a votar.
Efectivamente, los errejones tienen razón, si eres de izquierdas pierdes el voto de la derecha. En lo que no reparan es en que si eres de derechas pierdes el voto de las izquierdas. Cierto, hay gente más indefinida que al final es la que decide las votaciones: los ignorantes, los que ignoran qué tipo de gobierno conviene a sus intereses de clases medias o escalafones sociales más bajos. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Les damos palmaditas en la espalda o les invitamos a razonar? Los errrejones quieren darles palmaditas en la espalda.
Errejón. un globo que se desinfla. Lo peor es que no podrá volver a su antiguo trabajo: Ya no tiene edad para becário.
Lo transversal es lo universal .. ejemplo .. los anti desahucios , fue una resistencia , pero no lograron ni pudieron universalizarla , la universalidad es el derecho a la vivienda , las viviendas se las quedaron los bancos , pero no fue así en las mareas, en Madrid y Baleares o Galicia.. no se defendieron solo así mismos sino el derecho a la educación pública y a la sanidad pública o a la lengua ,, ese es su triunfo , no solo es España sino Europa y la globalización , Son los derechos humanos universales y los bienes comunes ..esa es la transversalidad lo universal.
De todos modos tenemos suerte que politicos como ustedes que se podian ganar la vida mejor de otro modo se dediquen a la politica real.. ¡¡animo juntos podemos!!
la ventana de oportunidad es ahora para los populistas pro-trump sionistas de alt right y extrema derecha
En este país la realidad es ficción y la ficción zombismo, si miras la estadística de declaraciones de hacienda te encuentras de que… clase media son 6 millones, cobrando entre 21 mil euros y 60 mil, clase alta un 3%… luego 4 millones de parados 7, 2 millones que cobran menos de 12 mil euros, 5 millones de mileuristas, y jubilados una mayoría con renta menor a los 12 mil euros y todos se creen de clase media . Por lo tanto transversalidad plebeya hay de sobra y de ampliar clase media también, centrarse solo en la clase media fue ya lo que le pasó a la socialdemocracia tanto en componentes como en ideas y su crisis viene del ocaso de esa clase y el liberalismo clásico y su clase liberal lo mismo, vea se usa con los neoliberales progresistas del partido demócrata.
La transversalidad funciona cuando la situación política, social y económica está tan deteriora que los ciudadanos quieren castigar a los causantes votando a otras fuerzas políticas no contaminadas, y no votan por ideología votan por hartazgo. Es un voto prestado que para que se mantenga en el tiempo necesita un conflicto permanente o un enemigo permanente, y eso en países democráticos no es posible y si lo es no habría democracia. Lo que los ciudadanos piden con su voto trasversal son soluciones concretas al paro, la corrupción, la situación económica, los políticos, la sanidad, la educación, las pensiones….. Soluciones que se pueden abordar desde la tecnocracia o desde la política y no desde la transversalidad. Zanjada la tecnocracia, con el “zoon polítikon” de Aristóteles, solo queda la política y las soluciones políticas son ideológicas. Sin llegar a gobernar, en el debe de la transversalidad hay un apunte de un millón de votos a los que los vaivenes de Podemos han retraído. Y gobernando, tendrán que aplicar políticas concretas para solucionar problemas concretos y esas políticas van, inevitablemente, cargadas de ideología: ¿Qué prevalecen, los derechos sociales o los derechos individuales? ¿la economía neoliberal o la economía social? ¿la educación privada o la pública y laica ……. Cada votante transversal tiene su ideología que había obviado para emitir el voto del hartazgo o voto prestado. En el momento en que el partido atrapalotodo llega al gobierno los votantes recuperan su ideología y no la ven reflejada en la acción de gobierno; de ahí al conflicto un paso.
Como he explicado más abajo y según los datos de hacienda del 2008 ANTES DE LA CRISIS y que son casi similares a los del 2011 y contando que en España del año 2 mil al 2 mil ocho pasamos de 42 millones a 47 millones a habitantes hay 4 millones de parados 7, 2 millones que cobran menos de 12 mil euros, 5 millones de mileuristas, y jubilados una mayoría con renta menor a los 12 mil euros y no se cuantos son ahora , todos se creen de clase media .Es una cuestión de mentalidad .
En otros lugares como en Francia votan le pen o votan brexit o votan trump y no hay ni ese paro ni tuvieron una crisis como aquí , pero aquí ante eso supongo que en los 5 millones de votos de podemos debe haber algunos digo yo por lo menos jóvenes con mas de un 40% en paro o los demás precarizados la sorpresa es como no hay más cabreados entonces .
Por otra parte la transversalidad de VOTO sino hay transversalidad de propuestas universales como pones algunas ,es imposible , pero también implica un cambio cultural y de mentalidad sino como entre el pp y el cs tienen más de 10 millones de votos , no son todos de clase media, aquí solo son 6 millones , y la clase alta un 3% ,pero no son 4 millones , ya sabemos que esto es consecuencia del consumismo , si dice uno que es obrero te miran como diciendo , ¡pobrecito! Para que dignifiques el trabajo hay que tener trabajo digno.
Esto no es un problema de sentido común , ya que aplicado asi es el menos sentido común que conozco.
La crisis en el sur de europa rompió por la izquierda , no por la derecha , como el brexit o trump o le pen, eso es la guerra entre pobres , la culpa la tiene la emigración y el extranjero , no la tiene la desigualdad ni la precariedad y los que votan a podemos son tontos cabreados.
Menuda explicación.
disculpas manu y javier es el mismo ya se ve … y está ultima era una constestación a sobrada15 . podemos además existe porque hubo un 15 m que no hubo en europa y detras de ellos las mareas y los desahucios y intentos de processos constituyentes , en el caso catalan lo aprovecharon los independentistas desde arriba