LITERATURA
Literatura ‘indie’ (autopublicada) con M de mujer
- "Unas han triunfado, otras esperan en el lento devenir de las mareas literarias su oportunidad, pero todas ellas son brillantes, emocionantes"
Escondidas entre las bambalinas del gran escenario del mundo, acostumbradas en la historia de la literatura a parapetarse tras un nombre masculino o simplemente relegadas al banquillo editorial por si falla el titular… También, condenadas a subgéneros concebidos para su condición. Con la revolución digital y tras largas travesías por el desierto de las redes sociales, han conseguido romper esos corchés viejunos e irrumpir como una sexta ola en todos los géneros literarios tradicionalmente masculinos. Han revertido las tendencias y así en casos como por ejemplo la novela negra, hoy en día mola más escribir con nombre femenino.
A finales de la primera década de este milenio, el mundo editorial observaba con suspicacia y de reojo un movimiento del que pocos se atrevían a aventurar su recorrido: una multinacional de la logística se precipitaba en el mundo de las letras. Posibilitaba la autopublicación gratuita y ofrecía márgenes comerciales para los autores inimaginables hasta ese momento. Además, se adentraba en un mundo hasta entonces marginal o inexistente en las editoriales: el libro digital. A su sombra nacía lo que más tarde se ha venido a llamar la Generación Kindle y un premio literario que cumple ya siete ediciones.
Abrió una esclusa retenida durante siglos. Por ella se han precipitado toda clase de leyendas e historias, buenas y malas, pero siempre escritas con la libertad más salvaje que te ofrece el no llevar riendas, anclajes o cortapisas. Una década después, el golpe de timón empieza a mostrar frutos, bellos pimpollos, historias emocionantes, thrillers apasionantes… Los sellos editoriales han cambiado costumbres y hoy en día buscan en esas redes digitales nuevos autores con mochilas de miles y miles de seguidores.
Pero sobre todo ha consolidado una generación de escritoras de gran calidad y arrebatadora personalidad. Algunas de ellas han remado ya en las aguas turbulentas de esos sellos editoriales y han regresado con más pasión a sus orígenes. Otras, fieles a sus principios, navegan por mares inciertos donde no existe la promoción literaria, la exposición en librerías o la aparición en los grandes medios de comunicación. Han profesionalizado sus portadas, han gastado cantidades ingentes en correcciones y revisiones literarias, y se dejan la piel para estar presentes en las redes sociales.
Unas han triunfado, otras esperan en el lento devenir de las mareas literarias su oportunidad, pero todas ellas son brillantes, emocionantes, y han dejado poso y arraigo en mí.
Antonia J. Corrales ha creado un lenguaje propio: mujeres de agua, hombres de viento… Y le ha dotado de símbolos propios como el popular paraguas rojo. Miles y miles de seguidores y seguidoras se han apropiado de toda esa simbología que encierra un sentir, un ser y un estar, y lo han convertido en una parte de su vida. Eso o te conquista y seduce con ese mundo mágico que convive entre nosotros y que tan bien expresa: con la palabra precisa, el ritmo justo y las emociones a flor de piel:
“Fue entonces, a aquella edad tan temprana y frágil, cuando comprendí que ser diferente de los demás era peligroso, pero también supe que solo las personas diferentes poseen un don, aunque ese don podía destrozarme la vida. Y la bruja que habitaba en mí se apagó entre aquellas paredes frías y solitarias como lo hizo la protagonista del cuento de La cerillera cuando la llama del último fósforo se extinguió entre sus manos”.
Rosa Grau y sus mundos, originales y propios, en los que te hipnotiza y te divierte con su humor inteligente e inagotable ironía, y cuya última novela comentamos ya en cuartopoder.
Blanca Miosi, uno de los exponentes más significativos de la Generación Kindle, una veterana cuya última novela, El vendedor de naranjas, está arrasando en las listas de ventas de Amazon en Estados Unidos. En estas páginas comentamos su anterior publicación: Hijo del pasado.
Carmen Grau, una aventurera de la vida y la literatura, llena de talento con un punto de sensibilidad exquisito. Y así, con una naturalidad muy personal, convierte en sencillo lo difícil y te lo hace disfrutar. Tiene varios libros de viajes y una sola novela bastante recomendable: “Nunca dejes de bailar”:
«Mi padre no dice nada. Un abrazo en el entierro, eso fue todo. (…) Me da más pena que mi madre. Ella al menos habla con sus amigas. Él calla y yo me pregunto a qué pozo van a parar todas las emociones que sentimos los hombres y que la educación nos hace reprimir para aparentar una fortaleza varonil que no existe, que no es más que una coraza que nos aísla y recluye a cada uno en nuestra propia soledad. Mi padre y yo hemos estado sentados uno frente al otro, solos, y no hemos sido capaces de expresar nada».
Ana Ballabriga que escribe a cuatro manos con David Zaplana, compañero de viaje de la vida y de las letras. Dos de sus novelas, mis preferidas: Tras el Sol de Cartagena y La paradoja del bibliotecario ciego. Eba Martín, a la que me gusta llamar la reina del terror gótico, es capaz de convertir la escena más sangrienta en un charco de risas y de ello ofrece grandes muestras en su colección de Seres Malditos. También ha hecho popular un personaje realmente inquietante: Ángela. Un fragmento de El origen:
«La auxiliar se descubrió corriendo hacia un lugar vacío, donde segundos antes se encontraba su compañera, chillando y llorando. Pero ahí ya no había nadie. Ni rastro de ella ni de la cosa esa recién nacida. Confundida, Ana barrió la sala con la mirada. La madre de los bebés se encontraba inconsciente en el suelo, junto a una vitrina. Estaba perdiendo mucha sangre. El bebé “normal” seguía en la incubadora, en la posición en que recordaba haberla dejado, aún con el cordón umbilical intacto».
María José Moreno, Rocío Castrillo, Mercedes Pinto Maldonado, Lorena Franco, Cecilia Barale, Isabel Salas, Aida Soilán, Mayte R. Ochotorena… Y una de mis preferidas, con una enorme alma de poeta, de una lírica precisa y una prosa moderna, de una sensibilidad extraordinaria, una autora que tarde o temprano saldrá de detrás de esas bambalinas que esconden a la literatura femenina: Beatriz Cáceres. Para ella cada novela es un reto, un nuevo experimento, una búsqueda de la heterodoxia. En estos momentos escribe, al tiempo, tres de ellas, entre poema y poema. Tiene dos novelas autopublicadas: La sombra del secreto y A tres pasos de Luna que podéis leer por entregas en Libretería.
A todas ellas las he leído y seguido durante esta última década y todas de una manera u otra me han conquistado, independientemente de su género o de su estilo. Hay más, muchas más. Os animo a esta búsqueda del tesoro que no facilita míster Google, que difícilmente encontraréis en librerías y de las que no nos hablarán los medios, pero que cuando lleguéis a ellas encontrarán un lugar en vuestros recuerdos.
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