LITERATURA
Nada resulta lo que parece, ni siquiera lo evidente
- Comentario literario de la novela 'El cónsul infiltrado' de Esteban Navarro
Novela negra: El cónsul infiltrado
Autor: ESTEBAN NAVARRO
Edita en papel: Doce Robles. Libro digital autopublicado
Nada resulta lo que parece. Ni siquiera su nombre en clave, Ric, obedece a lo que el doble agente, el cónsul infiltrado, cree. Pero para conocer este detalle, tendrás que llegar al final de esta original novela: El cónsul infiltrado, de Esteban Navarro.
Ni siquiera lo evidente, lo que todo el mundo creía, que al cónsul francés de Zaragoza lo había matado ETA. Más tarde se demostraría que lo harían unos jóvenes marxistas-leninistas que hacían la revolución con pintura y un arma prestada del abuelo militar de uno de ellos. Tampoco el cónsul, como todos presumían, era un amigo de los falangistas ni de los nazis.
Esto es lo que sucede cuando la realidad y la ficción se suman y confunden, pero no por un descuido, si no adrede y con una excelente base documental. Quizás porque ahora, cincuenta años después, tampoco puede hablarse claro, quizás porque no se pueda conocer toda la verdad. El propio autor, Esteban Navarro, lo deja caer en su introducción: la novela está inspirada en “sucesos reales o que pudieron ser reales”, dice, y poco después añade “quizá (los hechos) no ocurrieron así, pero así es como yo los veo y así es como yo los cuento”.
La novela rescata del olvido, o del más absoluto desconocimiento, el crimen de Roger Tur, el cónsul francés de Zaragoza desde la Guerra Civil hasta su muerte en 1972. Y, con ello, Esteban Navarro recupera una pieza clave de nuestra historia: Zaragoza como refugio inadvertido de la Alemania nazi, como fortaleza inaccesible para los cazadores de nazis y como vía de escape hacia Latinoamérica.
En un mundo de delicados, extraños y nuevos socios: Estados Unidos y la España de Franco, y de nuevos enemigos comunes: la URSS de Stalin. En ese misterioso ambiente Esteban Navarro nos dibuja un hábil Mata Hari, cuya historia permanece en secreto, o descuidadamente en el olvido, hasta nuestros días. Esteban pone las cosas en su sitio y no donde las dejaron los intereses ocultos de la historia.
Este “estúpido asesinato” es el primero de tres crímenes, de tres historias verdaderas que esconden secretos o, si prefieres, verdades interesadamente ocultas. Tres historias que conforman una trilogía que se reúne al calor de, como al autor le gusta decir, el thriller histórico. Y nada mejor para darles vida que un ex policía, Esteban Navarro.
Los otros dos crímenes también encierran verdades ocultas: el de Carmen Broto que escandalizó la Barcelona de 1949. Una prostituta de lujo y una muerte donde iglesia, militares y guardias civiles parecen comprometidos. Esteban Navarro ha bautizado esta segunda novela como “La rubia de Tívoli”.
La que aún no tiene nombre es la tercera, saldrá en julio. Este otro crimen escandalizó la Sevilla de 1952. Dos estanqueras murieron salvajemente apuñaladas. Dos hermanos, delincuentes de poca monta, fueron rápidamente juzgados y ejecutados. Años después la historia nos trae otra leyenda, la del verdadero asesino, que confesaba su crimen en secreto al sacerdote que acompañó a los hermanos al patíbulo.
Para terminar este comentario, os dejo un fragmento de El cónsul infiltrado, quizás el que termina de convencer a los americanos de los buenos informes de Roger Tur:
«La prueba más eficiente, y que determina que creen ciegamente en la colaboración de Tur, es cuando finalmente los alemanes comienzan la que sería su gran ofensiva en la batalla de las Ardenas, iniciada el 16 de diciembre de 1944, y que pilla por sorpresa a los aliados. Un contacto en la embajada americana recuerda que el cónsul francés de Zaragoza ya les había advertido de que los nazis preparaban un gran golpe de efecto que les hiciera saber que el régimen seguía intacto en lo militar y que todavía podía sorprender.
Ese día los alemanes iniciaron en las Ardenas una descarga masiva de artillería; durante casi dos horas emplearon 1.600 piezas a lo largo de un frente de 130 kilómetros. Al final de la batalla, las fuerzas aliadas habían perdido alrededor de 100.000 hombre entre muertos, heridos y desaparecidos.
Carlton Hayes dijo:
—Quizás los informes del cónsul francés de Zaragoza sean más importantes para nosotros de lo que en un primer momento podríamos haber llegado a pensar.
Inmediatamente pone en conocimiento de un agente de la OSS, el servicio de inteligencia norteamericano, el hecho de que el cónsul francés de Zaragoza podía ser un importante colaborador. Pero la OSS, y dado que Roger Tur no es norteamericano, es reacia a utilizar su valiosa aportación en calidad de agente; sugiere que la embajada recoja cuantos informes entregue y que se los haga llegar a ello de forma confidencial para su posterior análisis y valoración. El servicio de inteligencia norteamericano todavía no sabe de qué parte está el cónsul francés. Nadie lo sabe».
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