El profesor Cagiao: “España está arruinando el Estado de Derecho para conservar la unidad”
- Charlamos con el autor del libro ‘Micronacionalismos. ¿No seremos todos nacionalistas?’ (Catarata, 2018)
Cuando ves los mundiales, es muy probable que no desees que gane el equipo de tu jugador favorito, ni quien creas que juega mejor. Seguramente, la camiseta que lleves sea la de la Selección española, aunque el resto del año te niegues a llevar esa bandera en la muñeca. Es uno de los “micronacionalismos” que relata Jorge Cagiao, profesor titular de Civilización Española Contemporánea en la Université de Tours, en su último libro.
En ‘Micronacionalismos. ¿No seremos todos nacionalistas?’ (Catarata, 2018), este experto se queja de que, pese a los muchos estudios que hay sobre nacionalismos, los políticos prefieren recurrir con más frecuencia a las pasiones que a los análisis de los hechos. El autor aboga por quitarle el barniz de “demonización” que solemos aplicar a esta palabra y que el lector se rinda ante la evidencia: los ciudadanos han sido educados bajo la idea de nación y la toman como referencia para todo: desde los partidos a los que votan hasta los deportes que siguen.
Cagiao resume la utilidad política de este concepto en dos funciones: “la legitimación democrática del sistema (la igualdad)” en un Estado y la “homogeneización cultural y lingüistica” del territorio. En el libro, de 107 páginas, reflexiona sobre el nacionalismo que mejor se camufla, el español, y lanza una idea que hará que muchos frunzan el ceño: la unidad de España sí puede someterse a votación. Cuartopoder.es charla por videoconferencia con el profesor. La distancia se nota en la conversación y en su propia visión.
– Le devuelvo la pregunta que le hace a los lectores en el propio título del libro: ¿todos somos nacionalistas?
– Siempre cabe la posibilidad de que alguno no lo sea, pero vivimos en Estados organizados como nación. Lo que explican los estudiosos es que las naciones son productos humanos, como el capitalismo o el Estado de derecho. Esos productos tiene que sostenerlos alguien. Nacemos en sociedades que hacen que desde muy pequeños vayamos asimilando un conjunto de valores, principios y creencias que harán que cuando seamos adultos seamos nacionalistas, entre otras muchas cosas, lo sepamos o no. A veces, incluso, rechazamos el término. Creo que todos somos nacionalistas y hay que intentar verlo alejándose de esta imagen gruesa que dibuja el nacionalismo como algo diabólico, como una guerra perpetua. Pensamos en el Holocausto, Yugoslavia o las guerras étnicas. Estos conflictos sí tienen que ver con el nacionalismo, pero estamos convirtiendo las expresiones radicales del nacionalismo en una definición que se supone que vale para todos y esto es exagerado.
–En España, en comunidades como Comunidad Valenciana o Catalunya se habla de que los ciudadanos tienen identidades complejas, ¿se puede ser a la vez nacionalista catalán y español a la vez o son excluyentes?
– No son excluyentes, pero en este asunto se habla de nacionalismo como proyecto político, no solamente cultural. Es lo que estamos viendo en Catalunya o lo que hemos visto en Euskadi. Cuando un nacionalismo periférico trata de asumir esa dimensión política, y en última instancia aspira a un Estado propio, es cuando ambos nacionalismos chocan de manera incompatible. En ese choque, el catalán tiene que decidir si adherirse al proyecto del nacionalismo español o del catalán. En ese sentido sí serían incompatibles. Lo que no es incompatible es lo que llevamos muchos años viviendo en España: la convivencia de una identidad nacional española en la dimensión política con una identidad de tipo regional que permanece en una dimensión cultural, pero que renuncia a explotar la dimensión política.
–En el libro usted asegura que si el Estado español convocase un referéndum de autodeterminación en Catalunya es muy probable que lo ganase, ¿por qué?
–Hay estudios en ese sentido y hay que analizar los casos de Canadá con Quebec o del Reino Unido con Escocia. En ambos caso ha habido referéndums y ha ganado el ‘no’. En Escocia una vez y en Québec dos: en 1980 y 1995. En este tipo de procesos no solo opera la cuestión nacional en la que se vote construcción de un estado sí o no. Los ciudadanos tienen en cuenta muchas otras cuestiones, entre ellas, el futuro económico. Son sociedades en las que sus ciudadanos viven bien. En España hay mucho paro, pero los ciudadanos siguen teniendo ciertas comodidades y las aprecian. Por tanto, hay miedo a lo desconocido y un referéndum de independencia no deja de ser una elección arriesgada. Uno no sabe cómo le va a ir a un estado nuevo. La gente tiende a encontrar en el ‘statu quo’ una tranquilidad que quizá no encuentra en un voto rupturista. Estamos en sociedades acomodadas y capitalistas y, por tanto, tenemos ciudadanos acomodados a los que el riesgo no les gusta nada.
– ¿Y por qué cree usted que el Estado Español no ha jugado esa baza?
–Creo que hay muchas pistas para responder. En España hay una cultura democrática frágil que no ha tenido suficiente tiempo para consolidarse y evolucionar como en otras sociedades. En España, la democracia llega en el 78, pero antes hubo 40 años de dictadura. Tenemos una cultura democrática pobre, frágil y poco consolidada si se compara con otras sociedades democráticas avanzada. Nos encontramos con un nacionalismo de Estado que, quizá, no ha sido lo suficientemente filtrado por la cultura democrática que sí encontramos en Canadá o Reino Unido. En España hay un cierre del sistema para evitar por todos los medios que pueda llegarse a un referéndum.
–Uno de los últimos referéndum que se hicieron fue el Brexit. Viendo cómo se han desarrollado los acontecimientos después, alguno pensará que no es tan buena idea.
–La pregunta que yo le haría a esa persona es qué hubiera pasado si no se hace ese referéndum. Si todo fuese bien, yo sería de los primeros que defendería que no es necesario. El problema de España es que el rechazo al referéndum no ha solucionado nada. Vivimos en tensión política y el propio sistema se ha visto seriamente impactado por la situación de Catalunya. Ha habido que hacer dos elecciones. Nos encontramos con una situación explosiva a nivel político que genera graves disfunciones en el sistema español. Hay quien ha dicho, y con parte de razón, que España es ingobernable si los nacionalismos periféricos se plantan, es lo que hemos visto en los últimos años. No es imposible que un referéndum de independencia también trajese problemas, pero podría ser un instrumento eficaz para resolver los de hoy. En función de ese resultado habría que seguir resolviendo más.
–Otra de las tesis del libro es que en España se recurre poco a los estudios y a las experiencias de otros países, ¿qué lecciones puede importar España de Quebec o de Escocia?
–Lo mejor es salir rápido de un problema como este y salir por arriba, con la cabeza alta, dialogando, no arruinando el Estado de Derecho para conservar la unidad, que es lo que se ha hecho en España. Se ha destrozado el Estado de Derecho para impedir el referéndum y además el problema sigue estando ahí. La democracia se distingue por adaptarse a los problemas y resolverlos de forma civilizada. Es un problema que ha generado la crisis política más importante que ha tenido España en 40 años y parece que muchos están de acuerdo en que está muy bien seguir con esta crisis durante 3 o 4 años más. Es muy alarmante y llama poderosamente la atención.
DE LOS MAS DE 190 ESTADOS QUE HAY EN EL MUNDO, TODOS DEFIENDEN EN SU LEGALIDAD LA UNIÓN DE LOS MISMOS, EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN NO ESTA RECONOCIDO INTERNACIONALMENTE, SALVO ALGUNAS EXCEPCIONES Y QUE NO SON LAS DE CATALUÑA NI DE NINGUNA REGIÓN DE ESPAÑA. ADEMÁS, SI LO PERMITIMOS, DONDE PARAMOS EN LA AUTODETREMINACIÓN, COMUNIDAD, PROVINCIA, LOCALIDAD, CALLE, VIVIENDA….? POR LA EXCEPCIÓN DE DOS PAÍSES QUE HAN PERMITIDO UN REFERÉNDUM (Y HABRÍA QUE CONOCER BIEN LOS MATICES DEL PORQUE HIZO) AHORA RESULTA QUE SI ESPAÑA NO LO PERMITE SE CARGA SU ESTADO DE DERECHO, PENOSO.
LOS NACIONALISMOS DE LAS REGIONES SON EXCLUYENTES Y XENOFOBOS Y SON ALENTADOS POR SUS POLÍTICOS ÚNICAMENTE PARA CONSEGUIR MAS PODER, NO PARA SOLUCIONAR NINGÚN PROBLEMA. SOLO BUSCAN EL APESEBRAMIENTO DE SUS SEGUIDORES, EL RESTO A SUFRIR.
ESTA IZQUIERDA ACTUAL, QUE SOLO BUSCA EL REVANCHISMO, LA RUPTURA Y EL ODIO, PARA ROMPER ESPAÑA Y TAPAR SU INCOMPETENCIA PARA GOBERNAR, URGANDO EN LAS HERIDAS EN VEZ DE BUSCAR LA CONCORDIA Y LA UNIÓN, YA QUE EN ESTE MUNDO GLOBALIZADO, CUANTO MAS UNIDOS ESTEMOS MUCHO MEJOR PARA TODOS, PERO CLARO, HAY A QUIEN LE DA IGUAL LO MEJOR PARA TODOS, SI EL Y LOS SUYOS SIGUEN EN EL PODER.
España se carga el estado de derecho no por no autorizar el referendum, sino por lo que ha hecho para evitarlo: cargas policiales el 1-0; encarcelamiento de políticos por cargos estúpidos, cesar al Parlament y al Gobern (fuera de toda legalidad).
Los nacionalismos de las regiones son tan excluyentes y xenófobos como las vallas de Melilla, o los controles de extranjeros en Barajas (o en Malasaña), o como cualquiera de las fronteras que separa entre sí los «mas de 190 estados» de los que habla (y que habría que abolir y unificar, para disfrutar de ese «mundo globalizado» por el que aboga).
El resto de los calificativos (el hambre de poder, el apesebramiento, el revanchismo….) son etiquetas gratuitas (sin justificar), con las que podríamos estar de acuerdo o no (y, desde luego, no exclusivas de los nacionalistas, que no tienen más ganas de poder o de revanchismo que Rivera o Casado).
Y, por favor, no chille tanto.
Entonces, ¿qué hay que hacer según tú si una parte importante de la ciudadanía de un territorio se quiere separar? ¿Palo y tente tieso? ¿Bombardear? ¿Eliminar a esa parte de la ciudadanía?
Y SI PUEDE SER, LOS TAN SUPER DEMOCRÁTICOS Y Y DEFENSORES DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN QUE SOIS LOS COMUNISTAS, NO ME ELIMINÉIS LOS COMENTARIOS.
¿Quién es este mendrugo?
El Estado de Derecho que nos hemos dado, guste más o menos lo es. Y este preserva por encima de todo la Unidad de la Patria.
El Estado de derecho, señor mío, lo que defiende por encima de todo es a la gente común de los abusos del Estado, sometiendo a este al Derecho.
Cuando se usa el poder y la amenaza para impedir el mandato popular,
la paciencia se colma, las costuras de la sociedad recientas y entramos
en un terreno inhóspito donde la política es imposible. Todo empezó con
la pausa y el consenso, aceptando las reglas de juego más estrictas,
rebajando las espectativas, deglutiendo las renuncias cepilladas en las
comisiones del Congreso y, a pesar de todo, doce jueces de un tribunal
se lo cargaron todo de un plumazo cuando la decisión política avalada
por parlamentos y urnas se destruyó en la oscuridad de los despachos.
Desde el simulacro de consulta del 9-N que derivó en penas de
inhabilitación y multas millonarias, el 1-O con las cargas policiales
contra gente indefensa, con más de mil heridos, el desenlace del 155 y
gente inocente en la cárcel, elecciones forzadas por el Estado el 21-D,
resultando además que no se podía investir a quién, por lógica
electoral, debía ser el President. No parece que los fascistas y
corruptos del Partido Podrido, sus Socioslistos, C’s. Fachas, la
Injusticia Española, el Tribunal Inconstitucional y un rey impuesto que
no queremos, consigan hacernos desistir de nuestras aspiraciones
independentistas. Rajoy no consiguió la victoria absoluta que persiguía
y sus Socioslistos, en su intento de acabar con el independentismo,
podrían acabar tambíen con la democracia. Porque esto es lo que está
ocurriendo en este país de pandereta y corruptos. Si me pegan, me
divorcio. Som República !!*!!