PERIODISMO / Se la recuerda al cumplirse, el año pasado, los 150 años de su nacimiento
Carmen de Burgos, ‘Colombine’, en el limbo de los justos
Una pregunta tonta: ¿por qué una figura destacada de la llamada Edad de Plata de la Cultura española es casi una sombra olvidada por todos? Carmen de Burgos (Almería 1867- Madrid 1932), la primera periodista profesional en la redacción de un diario español, corresponsal de guerra en Marruecos, escritora de novelas cortas y cuentos, activista cultural, comprometida en la defensa de causas de los más débiles. Escribía como 'Colombine' porque así se lo pidió su jefe, Augusto Figueroa, editor y director de Diario Universal, y cuando hacía crítica literaria, firmó como 'Perico el de los palotes', en un rasgo de humor o un intento de salvar el pellejo, ya que de Burgos carecía de pelos en la lengua cuando se ponía a opinar.
Vale, por tanto, acordarse de ella, una vez cumplidos los 150 años de su nacimiento, y saber que Carmen de Burgos escribió sin descanso a favor del voto de las mujeres, del divorcio y otras reivindicaciones que le valieron algún aplauso de escritores como Giner de los Ríos y Blasco Ibáñez pero también la descalificación y el ataque de la Iglesia que procuró desacreditarla por todos los medios. Cosa que a esta señora le importaba un comino y lejos del desaliento, atizaba más fuerte a la divina institución en sus proclamas periodísticas.
Se hizo maestra para separarse de un marido tarambana y viajó gracias a una beca por Francia, Italia y Mónaco para estudiar los métodos de enseñanza modernos. Como lo de alternar con sus colegas masculinos no estaba bien visto –no admitían “señoritas” en el Ateneo de Madrid- Burgos creó una tertulia en su casa, Los miércoles de Colombine, al modo de los salones franceses, para tratar de sacudir de la solapa hispana la caspa castiza que le irritaba tanto. No faltaron los nombres de la bohemia artística del momento, de los que Rafael Cansinos-Assens ha dado buena cuenta en La novela de un literato (Alianza Ed. 2005). De su salón, surgió la Revista Crítica, en la que firmaron Juan Ramón Jiménez, Díez Canedo, Zamacois y Ramón Gómez de la Serna, entre otros.
Fue querida y respetada por las figuras del momento, Galdós, Marañón, y mantuvo una larga relación amorosa con el autor de las Greguerías, que acabó mal para ella, de esa manera clásica en que el de la Serna se encaprichó de otra joven. Murió, por infarto, en 1932, en plena conferencia sobre la sexualidad femenina. Murió con los botines puestos, como era de esperar en una peleona de su talla.
Tras la guerra civil, el régimen franquista silenció su nombre y sacó sus libros de las bibliotecas y las librerías. Tabla rasa sobre 'Colombine'. Hay estudiosas de su obra que la han ido reuniendo y hoy puede leerse alguna cata en este enlace.
Hay un libro excelente, de Concepción Núñez Rey, Carmen de Burgos Colombine, en la edad de plata de la literatura española (Fundación José Manuel Lara, 2005) cuya lectura proporciona una gran fuente de datos además de una buena cantidad de horas de placer.
Es irreprimible una sensación melancólica cuando se asoma una a la vida y milagros de mujeres que lo dieron todo en años no precisamente fáciles para ellas y de las que no queda nada o apenas nada. Aunque algunos nombres de mujeres en esa Edad de Plata se van restaurando, como hace, entre otras autoras, Inmaculada de la Fuente en sus libros, pero la tónica general sigue siendo -ustedes disculpen- un campo de nabos. Véase, si no.
En el tiempo de la hiperinformación, resulta aún más chocante. Pero, ya se sabe que la tarea de indagar, buscar, revolver entre papeles es propia de ratones de biblioteca. Quizás sea esa la nota melancólica. La biblioteca.