Francisco Polo: “El activismo 'online' no apacigua conciencias, las crea”

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Lucía Martín *

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Francisco Polo, director general de Change.org España. / Lucía Martín

Francisco Polo, director general de Change.org España, explica el funcionamiento de la organización y defiende la efectividad del activismo online en España, el país más activo en este tipo de protestas.

— Lanzó Actuable en 2010 y, en 2011, se unió a Change.org. ¿Cuál de todas las peticiones, desde su creación, le ha llegado al alma?

— Todas las campañas son importantes. Si quieres que te diga una, la que conocí hace unos días, por ejemplo, que conocí a Dori (Adoración Motos Barrado). Esta mujer, que tenía sobrepeso, fue al médico porque tenía una hernia y el doctor le propone una reducción de estómago. Se la hace y pasadas unas horas, se encuentra muy mal, va al hospital y la tienen que intervenir de urgencia porque aquello no paraba de sangrar. Desde entonces, por una serie de negligencias médicas, o presuntas negligencias, la han tenido que operar 8 veces. En la penúltima operación empezó a notar que algo iba mal, que le dolía mucho y además, olía muy mal. Se fue a urgencias y la intervienen inmediatamente porque la operación se había gangrenado, le tuvieron que hacer un agujero en el estómago y le quitaron el ombligo. Su petición es NoPuedoVivirAsí, es una auténtica salvajada lo que han hecho con su cuerpo. Y contaba ayer que ella era gordita pero feliz y que la gente ahora le dice que dónde se ha ido. Me quedé muy tocado por lo que contaba.

— Hay un activismo online muy potente pero, al mismo tiempo, parece que una parte es activismo de salón que hace que la gente luego no salga a la calle. ¿Cree que uno resta al otro?

"Lo único que hay de salón en este país es la política"

— No, lo único que hay de salón en este país es la política, porque te llaman cada cuatro años para que te levantes del sofá de tu casa, votes y se olviden de ti otros cuatro años. Este activismo online es activismo en el sofá, de la misma forma que hay activismo en tu comunidad de vecinos, con los padres de los amigos de los hijos en el cole… Esto no es activismo soft: hay un estudio de 2011 sobre las dinámicas de este tipo que dice dos cosas: las personas que participan en peticiones online son el doble de propensas a participar en cualquier otro tipo de acción. Y además, son más influyentes que cualquier persona que no firma una petición. El activismo online no es que apacigüe conciencias, sino que las crea. En Change.org hay muchos casos de gente que ha iniciado una petición que le afectaba personalmente y luego se percata de que hay otros en casos similares y eso le lleva a crear una asociación o actos de calle… La gente entiende que la petición online es el primer paso de algo mucho más grande y eso es también Change.org. Hablamos de empoderamiento y de conseguir provocar cambios, no de ganar peticiones. Buscamos empoderar a la gente para que pueda ganar su campaña.

— ¿Se pasa el día firmando peticiones?

— (Ríe) No, pero firmo muchas, varias cada día. Somos una plataforma abierta, tenemos más de 1.500 peticiones al mes, y luego, dentro de lo que podemos, tenemos un pequeño equipo de campañas. Seleccionamos 4 ó 5 cada semana, para aconsejarles sobre cómo escribir un mejor texto para llegar a más gente, cómo elegir una imagen más atractiva, cómo hacer una entrega de firmas… Y esas campañas con las que el equipo trabaja me llegan más, son las que conozco y firmo.

— ¿Recuerda alguna especialmente kafkiana?

— Hay una que cuento a menudo y que demuestra por qué tenemos que ser una plataforma abierta. Es una petición de hace varios años. Nos habíamos reunido en USA para ver cómo seguir trabajando y nos llegó una petición de que de una vez por todas, Epi y Blas salieran del armario. La firmamos, nos reímos y al cabo de unas semanas la petición había dado la vuelta al mundo y varios medios de comunicación se hicieron eco, tanto, que hasta Barrio Sésamo se vio obligado a contestar. Lo interesante fue que en algunos países hubo editoriales que decían que por qué nos tiene que extrañar que en dibujos animados hubiera parejas gais, se generó ese debate. O sea, de una petición de broma surgió una reflexión interesante.

— ¿Cuántas de las peticiones caen en saco roto? ¿Controlan eso?

"España es el
país que más
se moviliza
del mundo
"

— Como empresa tecnológica y social que somos, medimos el impacto con datos. España es el país con mayor penetración de usuarios: un 26% de los usuarios de internet en España, es el mayor porcentaje que existe. Es el país que más se moviliza del mundo. Eso supone 9 millones de usuarios en España. De estos, más de 4,5 millones han experimentado victorias en Change.org. El verano pasado hicimos una encuesta entre la ciudadanía española y obtuvimos este dato: el 76% de los españoles está convencido de que las peticiones online sirven para cambiar las cosas. Y el 81% decían que en el caso de necesitarlo, iniciarían una petición.

— Deme algunos ejemplos de victorias.

— Hay muchísimos: la petición iniciada por Tania Sanchís, de 19 años, la mayor de tres hermanas que quedaron huérfanas. Heredaron una deuda de sus padres de 245.000 euros con BBVA. 43.166 firmas fueron las necesarias para convertir en victoria su petición. O la victoria de Anna Riera, que pedía a Inditex que se retirasen los maniquíes “anoréxicos” de sus tiendas. Fueron necesarias 111.822 firmas.

— ¿Hay muchas campañas contra entidades bancarias?

— Hemos visto muchas victorias relacionadas con desahucios. Hay tres grandes causas que firman los españoles: justicia económica en global (desahucios, recortes…); la segunda, la de los animales y, en tercer lugar, la de derechos humanos.

— ¿De qué se nutre Change.org?

— De la publicidad. Tenemos un modelo muy similar al de YouTube. Allí puedes subir un vídeo gratuitamente, si eres una empresa, pagas para que el contenido sea promocionado. Lo mismo en Change.org. Cuando eres una ONG, nuestros principales clientes, pueden patrocinar el contenido para que se vea más y en el anuncio pueden comunicar directamente con el que firma. Cuando tú firmas hay una opción en la que dices "quiero conoce más de esta ONG", o de esta acción… Eso permite a las ONG conectar con personas interesadas en su acción y al usuario conectarse con la asociación para un mayor activismo

— ¿Pero eso se hace por defecto al firmar la petición o hay que autorizarlo?

— Hay que autorizarlo. Es lo que se llama el marketing de permiso, te solicitamos compartir tus datos con esa organización en concreto.

(*) Lucía Martín es periodista.
1 Comment
  1. Cristóbal Pasadas says

    «… las personas que participan en peticiones online son el doble de propensas a participar en cualquier otro tipo de acción». Sin entrar en contradicción absoluta con lo que aquí se afirma, los estudios que yo conozco tienden a demostrar que es un poco al revés: las personas que ya participan de una u otra forma en cualquier tipo de activismo social presencial son las que más tienden a participar también en el activismo en línea.

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