El estigma Sue Lyon: cuando una película arruina tu carrera
- Las pasadas navidades nos dejó Sue Lyon, mundialmente conocida por Lolita, por la que logró el Globo de Oro a la actriz revelación
- Esta lista de famosos intérpretes solo son algunos clamorosos ejemplos de que Hollywood no suele perdonar los errores o los grandes fracasos
Las pasadas navidades nos dejó Sue Lyon, nacida como Suellyn Lyon y mundialmente conocida por Lolita, por la que logró el Globo de Oro a la actriz revelación. Lyon, modelo que en 1960 fue elegida en al absurdo concurso Miss Sonrisa por la comunidad de dentistas de Los Ángeles, nunca pudo demostrar su talento. Lo tenía, ademas de una estupenda voz, pero el personaje de la ninfa perversa la marcó de por vida. De hecho, el siguiente papel por el que la reclamó Hollywood fue el de una jovencita seductora en La noche de la iguana, de John Huston. Y tras trabajar a las órdenes de John Ford (en la feminista Siete mujeres), todo fueron trabajos de cuarta y hasta apariciones en películas españolas como Tarot, de José María Forqué, o Una gota de sangre para seguir amando, de Eloy de la Iglesia. Se retiró hace cuarenta años con La bestia bajo el asfalto, una disparatada película con cocodrilo gigante y guión del hoy prestigioso director John Sayles.
Pero como ella, muchas estrellas de Hollywood, fugaces o no tanto, acabaron con su estilo de vida, los grandes sueldos, las portadas y toda su carrera de manea abrupta por una película. Hollywood es un lugar bastante despiadado que tiende al encasillamiento y no perdona los grandes batacazos. Como dijo Woody Allen en Delitos y faltas, “el mundo del espectáculo es peor que una jungla: en lugar de devorarse, dejan de llamarse por teléfono”. Y es exactamente eso lo que les sucedió a todas estas actrices y actores, muy solicitados y cotizados en su día.
Linda Blair, más conocida como “la niña de El exorcista” y otra pupila marcada por Hollywood, se ganó enseguida a todo el equipo del complicadísimo rodaje de la película de William Friedkin. En la audición para el papel, y a cuenta de la famosa escena del crucifijo, el director le pregunto si sabía lo que era masturbarse. A lo que ella contestó: “Yo sí, ¿y tú?”. La película, un hito en el cine de terror, fue uno de los mayores éxitos de Warner y tuvo su secuela (El exorcista II: el hereje), también con Blair. Pero fue un monumental fracaso y a partir de ese momento le llegó un temprano declive. Demasiado temprano, con problemas con el alcohol, detención por consumo y trafico de cocaína y hasta internamiento en un psiquiátrico. Hoy es una mujer de 60 años, vegana y fundadora de Linda Blair WorldHeart Foundation, destinada a proteger animales ante el abandono o la crueldad. Happy end.
Malcolm McDowell, nacido como Malcolm John Taylor, vio cómo su carrera de actor despegaba a lo grande cuando recibió la llamada del descubridor de Sue Lyon: Stanley Kubrick. El metódico director había admirado su trabajo de joven rebelde en la película If...., de Lindsay Anderson, venía de rodar su obra maestra 2001: Una odisea del espacio y volvía a apostar por el cine futurista. Pero esta vez mucho más sucio, provocador y polémico. En el largo e intenso rodaje de La naranja mecánica, McDowell y Kubrick fueron uña y carne, amigos que compartían sentido del humor y largas partidas de tenis de mesa. En aquel rodaje, McDowell sufrió una lesión en la córnea (en la escena de la proyección) y en una de sus improvisaciones se le ocurrió cantar, mientras pateaba a una de sus victimas, el tema de Cantando bajo la lluvia. Pero tras el estreno, y una vez usado para sus fines, Kubrick dejó de ser su amigo y ni le contestó a las llamadas. A McDowell le dolió mucho y su carrera quedó marcada de por vida por el personaje de la película (Alex DeLage), algo que recordó Roger Lewis, biógrafo del autor de la novela La naranja mecánica, Anthony Burgess:“Su cara de chico guapo se desvaneció y fue condenado a interpretar papeles de villano en películas para televisión del Canal 5”.
Elizabeth Berkley, conocida por la serie Salvados por la campana, vio su gran oportunidad de dar el salto al cine de Hollywood con Showgirls, por la que cobró 100.000 dólares, una miserable cifra para ser la protagonista si pensamos que solo el guionista, el cotizado Joe Eszterhas, ganó casi 4 millones por esta porquería. Aun así era una oportunidad porque la dirigía Paul Verhoeven, que había catapultado a la fama a Sharon Stone gracias a Instinto básico, también con guion de Eszterhas. Pero la película, hoy de culto para algunos flipados, fue un inmenso desastre y la crítica la machacó con tal saña que hasta la agente de Berkley le comunicó que no la representaría más debido a la mala fama que daría a su empresa. Aunque Woody Allen contó con ella para La maldición del escorpión de Jade, Berkley quedó apestada y volvió a la televisión para no regresar nunca más a Hollywood.
Halle Berry consiguió que le tomaran en serio en Bulworth, interesante comedia negra de Warren Beatty, tras la que participó en Dorothy Dandridge (Globo de Oro a la Mejor Actriz), en el taquillazo X-Men, pero el gran (e histórico) momento se su carrera llegó cuando ganó el Oscar (primera estatuilla a la Mejor Actriz ganada por una mujer negra) gracias al drama Monster's Ball. Pero tras unas muy equivocadas decisiones (el horrendo Bond Muere otro día y la espantosa Gothika) llegó a su vida Catwoman. Y todo se fue definitivamente al traste.
Geena Davis debutó gracias a Sydney Pollack con el pequeño papel de April en la estupenda comedia Tootsie. Pero tras ella tardó cuatro años en encontrar su gran oportunidad y fue gracias a La mosca, de David Cronenberg. Después llegaron Bitelchus, El turista accidental, Thelma y Louis, Ellas dan el golpe, Héroe por accidente y finalmente, la película que acabó con su estrellato: La isla de las Cabezas Cortadas. Dirigida por su entonces pareja (Renny Halin), costó 98 millones y solo se recuperaron 10. Hollywood nunca se lo perdonó.
Hayden Christensen recibió la llamada de George Lucas para ser nada menos que Anakin Skywalker en la segunda entrega de la segunda trilogía de la saga galáctica. Pero después de eso solo vinieron malas decisiones y un espanto llamado Jumper, un batacazo que lo acabó de enterrar en Hollywood. Nadie se acuerda él y ahora solo hace películas de tercera.
Roberto Benigni encontró su gran oportunidad gracias a la empalagosa La vida es bella, un bombazo mundial que le llevó a ganar el Oscar. Pero se empeñó en llevar a la pantalla el gran proyecto de su vida: Pinocchio, una producción de 40 millones de dólares rodada en los estudios Cinecittà y para la que empleó 28 semanas de rodaje, ocho meses de preproducción y otros ocho de postproducción. La película no funcionó en taquilla como se esperaba y hasta el poderoso Harvey Weinstein, su distribuidor, evitó organizar ninguna proyección para la crítica. Tras verla montada se olía el fracaso. Pinocchio resultó ser un sueño convertido en pesadilla y la famosa página Rotten Tomatoes la nombró tercera peor película de su década. Y lo peor de todo es que el insoportable Beningi vuelve a intentarlo con un nuevo Pinocchio que estrenará este año y en el que interpreta a Geppetto. Qué cruz.
Meg Ryan fue otra de las “novias de América” que tan bien le funcionan a Hollywood en taquilla. Meg era la bonita rubia patosa y a la vez una buena actriz capacitada para el drama y la comedia y que cosechó grandes éxitos con películas como Top Gun, El chip prodigioso, Más fuerte que el odio, Cuando Harry encontró a Sally, The Doors, Algo para recordar, French Kiss, Tienes un e-mail... hasta que hace ya más de veinte años le llegó el proyecto Prueba de vida, con Russell Crowe. Desde aquel fiasco Meg Ryan no significa nada para Hollywood.
Pero estos famosos intérpretes solo son algunos clamorosos ejemplos de que Hollywood no suele perdonar los errores o los grandes fracasos. Y además tiende a encasillar a sus estrellas, aunque eso acabe con ellas como intérpretes y artistas.
Como bien dijo el gran director de cine Sidney Lumet, todo el que trabaja en Hollywood sabe que solo hay un “periodo caliente”, ese momento de felicidad que dura (con suerte) unos años y en el que todo el mundo te reclama, te quiere y te paga cantidades desorbitadas. Luego llega la oscuridad y el olvido, ese ostracismo o ninguneo que también vivieron estrellas como Demi Moore, Alicia Silverstone, Orlando Bloom, Paul Hogan o Cuba Gooding, Jr. Pero seguro cada uno de ustedes recuerdan a unos cuantos más. Hagan memoria.
De algunos de estos casos discrepo. Hollywood perdona algunos desastres fílmicos, lo que no perdona a las mujeres es adentrarse en los 40 años. Hasta los 60, que empiezan a recibir papeles de abuelas, viven el síndrome del teléfono estropeado, ese que antes sonaba sin parar y ahora está permanentemente mudo.
No atribuyas a los desastres taquilleros lo que simplemente en machismo.