Hollywood cambió radicalmente a finales de los setenta al descubrir un verdadero filón para la taquilla: producir películas de serie B con más dinero del habitual en este tipo de películas y exhibirlas a la vez en cientos de salas de todo el país. La estrategia empezó con Tiburón. Cuando los capos de Universal vieron la reacción del público en su estreno, se reunieron en los baños del cine y decidieron proyectar la película en 1.500 salas. Se hicieron de oro. El fenómeno volvió a repetirse con Star Wars y con ella llegaron a las salas de todo el mundo decenas de películas simplonas, infantiles y todas sus secuelas. Muchas secuelas.
Curiosamente, hoy ocurre todo lo contrario: aunque siguen con las secuelas y las agotadoras adaptaciones de tebeos, los estudios también buscan prestigio y financian, con grandes presupuestos, obras de autores independientes. Ocurrió con la pretenciosa y aburrida Interestellar (producida por Warner y Paramount y distribuida por Fox, algo inaudito) y vuelven a hacerlo con La llegada. En ella, gigantescas naves extraterrestres llegan a la Tierra. Una de ellas, claro, llega a los Estados Unidos. Allí un militar contrata a una experta lingüista (estupenda Amy Adams) para saber si los alienígenas son pacíficos u hostiles.
La llegada es la adaptación de un relato corto titulado The Story of Your Life, de Ted Chiang, reconocido autor de ciencia ficción. El tema de su relato, y de la película, es el factible problema de comunicación que traería un contacto con extraterrestres. Curiosamente, el título original de la película iba a ser Story of Your Life, pero tras unos cuantos test de audiencia en los que el público opinaba sobre la película, decidieron cambiarlo por otro menos pretencioso: Arrival, La llegada.
La película está rodada por el realizador canadiense Denis Villeneuve, que se dio a conocer en el mercado indie con Incendies y ha logrado el respaldo de la crítica con Enemy (libre adaptación de la novela El hombre duplicado, de José Saramago), la interesante Prisioneros y Sicario, película bien rodada pero sin mucha sustancia.
El resultado es un puré en el que han juntado la entretenida y pacifista Ultimatum a la tierra, de Robert Wise, con la pretenciosa y ridícula El árbol de la vida, de Terrence Malick. También recuerda a Contact, de Robert Zemeckis. Las dos películas cuentan con una protagonista traumatizada por la muerte de un familiar muy cercano y con un final sobrenatural, de redención, casi mesiánico. Las dos son igual de mediocres y decepcionantes.
Y es una pena porque la película posee un arranque magnífico, sus primeros minutos tienen una narración excelente, toda ella centrada en el personaje de la protagonista, una mujer deprimida y sola. Las escenas de su frío hogar y su vacía aula en contraste con la llegada de los visitantes son brillantes, aportan algo nuevo al género. Pero enseguida todo eso desaparece. Llegan los militares y ella se centra en entender a dos extraterrestres con forma de chipirón. Y así todo el tercer acto, que es eterno, repetitivo y larguísimo.
Su final feliz es patético, confuso y está muy mal explicado. Lástima, porque la ciencia ficción como género es perfecta para tratar temas trascendentales además de para hacer pelis de marcianitos. El problema de La llegada es que es muy pretenciosa. Su ambición es proponer que el ser humano debe entenderse en paz y armonía con el lenguaje. Y, de paso, nos habla de la muerte, el tiempo, la maternidad, la pareja... demasiado.
Después de su pretenciosidad, los mayores defectos de esta película son su absoluta carencia de humor y la tremenda frialdad de todos sus personajes. Menos la protagonista, todos ellos carecen de construcción, son meras comparsas, sólo tienen un uso funcional.
Otro de los aspectos que me ha llamado la atención para mal es lo demasiado bien parados que aparecen los militares chinos en la película. Acaba resultando verdaderamente empalagoso. Pero es de entender: el gran mercado de Hollywood es China y con ellos, bromitas las mínimas.
En fin, que La llegada me ha dejado completamente frío. Ahora a ver que perpetra el señor Villeneuve en su nuevo proyecto: la secuela de Balde Runner. Miedo me da.
¿Hay algo que esté a tu altura y a salvo de sus insultos, monsieur? Qué ganas tengo de que ruede el tal Iván una película y que nos deslumbe a todos.