‘Acantilado’: otro ‘thriller’ patrio plagado de trampas y estereotipos

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Cartel de la película.
Cartel de la película de Helena Taberna.

En este país los productores están obsesionados con que los directores (apártense, guionistas, que en España todos los realizadores también escriben) les ofrezcan cosas de género. En fin, que se refieren a: comedia, terror o thriller. Y en el thriller estamos: novela de la defenestrada Lucía Etxebarria (titulada El contenido del silencio y que, como comprenderán, no he leído), los muy cinematográficos parajes de Canarias (y sus golosas exenciones fiscales), pasta de TVE, de Euskadi, de Navarra (la directora es navarra) y de ETB.

Para el casting han elegido a una chica de moda: la rubia Ingrid Garcia Jonsson. También a un actor bastante limitado llamado Daniel Grao (al que ya vimos en la tan olvidable Julieta de Almodóvar), a la bella Juana Acosta, a Goya Toledo y al atractivo modelo internacional Jon Kortajarena, al que ya vimos de chapero en la interesante Un hombre soltero.

En Acantilado, que fue a la Sección oficial del pasado Festival de Málaga, Daniel Grao, un existo y pijo fiscal de Bilbao casado con otra pija de Bilbao, recibe una llamada por la desaparición de su hermana Cornelia (García Jonsson) tras un suicidio colectivo de la secta que le había comido el tarro. La policía ha encontrado muchos cuerpos de jóvenes que se han suicidado en un ritual, pero el de Cornelia no está. En su investigación, el fiscal conoce a Juana Acosta, amante y compañera de piso de Cornelia. Los dos deciden investigar qué ha sucedido con la ayuda de la ruda policía Santana (Goya Toledo).

La pena es que a la ruda policía Santana tiene un acento canario súperabrupto que desaparece pocas secuencias después, que su compañero policía (Josean Bengoetxea) es un estereotipo con patas, que la decoración peliculera de la comisaría no te la tragas, que el prota no da la talla, que la tensión sexual entre entre Grao y Acosta está patéticamente resuelta, que al malo lo hueles a leguas...

Y es una pena, porque el arranque, aunque está rodado de forma bastante poco inspirada, es prometedor. Se trata del suicidio colectivo en lo alto de un acantilado (de ahí el título). Nocturno, misterioso. De mal rollo. Pero luego el desarrollo de la película es de una vulgaridad insultante.

Para empezar, la película está plagada de flashbacks explicativos y completamente innecesarios. Ni ayudan a la confusa y chapucera trama, ni ayudan a la inexistente construcción de personajes. Explicar el pasado de la pareja Jonsson/Acosta sobra, como sobra la explicación del personaje de Kortajarena, un pobre poli infiltrado en la secta.

Si unimos a esto una investigación de hemeroteca y de expertos en sectas y ritos isleños verdaderamente patética, nos da un trabajo de guión torpe, cutre, previsible y sobre todo vago. Por mucho que un productor te pida género, no se le puede dar semejante cosa.

Si Acantilado tiene un curioso arranque, lo de su final es verdaderamente bochornoso. Goya Toledo en plan “¡Alto, policía!” y la mala haciendo lo que han hecho diecisiete mil malos en el cine es de chiste. Pero, ay, que ese no es el final-final de la película. Que Taberna y Natxo López (guionista de Con el culo al aire e Hispania) se han cascado un final a lo La semilla del diablo y se han quedado tan panchos. Algo de no creer, amigos.

En fin, que muy bonita la fotografía y los paisajes canarios, pero muy decepcionante.

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