‘El Círculo’, un documental para escuchar a hombres hablar sobre masculinidad y su relación con las mujeres
- La película, basada en la práctica de las conversaciones de los "círculos de hombres", se estrena hoy en Movistar +
- “Los círculos son como una reunión de amigos pero sin amigos. Porque si estuvieran mis amigos no habría dicho nada de lo que he dicho”, señala uno de los participantes
- "Un círculo intenta crear un ambiente y un estado de cohabitaje entre los participantes en el que tú no conoces al otro y te puedes salir de ese personaje o traje que llevamos todo el rato", explica Álvaro Priante, uno de los directores
“Los dos hombres están en mí: la sombra y el hombre bueno”. “Cuando era niño me decían: los hombres no lloran”. Son algunas de las frases que se pueden escuchar al comienzo de “El Círculo”, un documental que muestra a varios grupos de hombres hablar sobre ellos mismos, sobre sus emociones, su masculinidad y la relación con las mujeres. El trabajo audiovisual, dirigido por Iván Roiz y Álvaro Priante y producido por Nanouk Films, se estrena hoy domingo en Movistar + (Cine Doc&Roll) se basa en la práctica de “los círculos de hombres”. O lo que es lo mismo, hombres hablando entre ellos sobre cosas que habitualmente no hacen. Algo que parece fácil, a priori, pero que no es habitual.
El documental nos muestra seis grupos heterogéneos de hombres hablando entre ellos, solo interrumpidos por una coreografía simbólica entre escenas. La dirección coreográfica es de Luz Arcas y la música de Olivier Arson. A través de las conversaciones se crean una serie de debates sobre varios temas: los costes y privilegios de vivir en una sociedad patriarcal, su relación con las mujeres, la violencia, el sexo como causa de grandes complejos o la paternidad. En cada una de estas sesiones, cada uno de ellos cuenta su experiencia en primera persona desde su punto de vista masculino y en sus intervenciones hay cambio, arrepentimiento, sinceridad y una profunda reflexión sobre el modelo de sociedad actual.
El origen del proyecto tiene como punto inicial la propia experiencia personal de los directores. A través de un libro, que le llegó a Iván Roiz gracias a su hermano, ambos comenzaron a interesarse por las reflexiones sobre la masculinidad. Iván se apuntó entonces a un círculo de hombres. El libro en cuestión, Diálogos masculinos: la masculinidad tarada, de Víctor Sánchez y Justo Fernández, le llegó también a Álvaro Priante. Él, residente en Barcelona, contactó con la asociación Homes Igualitaris y empezó su participación en otro círculo. El interés creciente por el tema, también entre hombres de su entorno, desencadenó la puesta en marcha de la película.
“La mayoría de los participantes que aparecen son hombres que están en el entorno de los círculos pero ninguno de los círculos estaba creado previamente, se crearon para la película”, explica a cuartopoder Priante. Uno de sus miedos a la hora de componer los círculos tenía que ver con que los perfiles fueran todos parecidos: blancos, universitarios, progresistas… “Por ello jugamos un poco con pedirle a participantes que no formaran parte de ese entorno, que hubiera experiencias y edades diversas. Ha habido algunos objetivos frustrados. Queríamos que hubiera más multirracialidad y nos quedamos con las ganas también de haber hecho alguno con menores de edad”, comenta el director.
“El círculo” tiene una duración de 70 minutos. Obviamente para el documental se grabaron muchos más círculos y tiempo de lo que finalmente aparece. Y te quedas, quizás sea esa la intención, con ganas de escuchar más.
¿La presencia de la cámara y los focos puede hacer cohibirse a algunos de los participantes? Responde Priante: “Hay cosas importantes que intentamos tener en cuenta como documentalistas. Por ejemplo, hacer una estructura de equipo que sea lo menos contaminante posible, Redujimos el equipo al mínimo. 3, 4 o 5 personas. La ventaja que teníamos es que como Iván y yo hemos estado participando en círculos y conocemos las dinámicas sabíamos más o menos a partir de qué minuto la gente se podía empezar a soltar”. Su objetivo en todo momento era que los hombres participantes se sintieran cómodos en todo momento.
El resultado son conversaciones cruzadas con las que poco a poco vas conociendo algunos rasgos de los protagonistas. Uno de ellos es precisamente Justo Fernández, autor del mencionado libro inspirador del documental. “Nosotros queríamos evitar el tema de contar con expertos, por lo que hablamos con él para que no tuviera esa figura alguien que va a enseñarles. Él participa en un par de círculos en plena igualdad, cuenta sus cosas al mismo nivel que los demás. Es importante decir que los círculos no son una terapia, son una actividad grupal. No hay terapeutas”, señala el director.
Justo cuenta en la película algunas experiencias personales potentes. Incluso de adolescencia. Como aquel día en el que le encerraron en un armario lleno de periódicos y le prendieron fuego a los papeles. Todos los que se lo hicieron eran hombres. “Eran ellas las que les decían que me dejaran en paz”, afirma ante la escucha de sus compañeros de círculo.
Las diferentes “pieles” de los participantes se van conociendo según pasan los minutos. Y los círculos cobran su sentido. “Los círculos son como una reunión de amigos pero sin amigos. Porque si estuvieran mis amigos no habría dicho nada de lo que he dicho”, cuenta Priante que dijo uno de los participantes durante la grabación. “Al final los hombres siempre entramos en este tipo de dinámicas. Lo dice uno de los participantes en la película, que incluso en los propios círculos no puede evitar competir para ver si dice la frase más inteligente”, añade.
Para Priante, esa dinámica de competencia es algo que “los hombres tenemos muy dentro de nosotros y nos sale”. El círculo, opina, “lo que intenta es crear un ambiente y un estado de cohabitaje entre los participantes en el que tú no conoces al otro y te puedes salir de ese personaje y traje que llevamos todo el rato. “Y contar un poco el otro yo que hay dentro de ti que guardas dentro quizás solo para unas pocas personas”.
Uno de los temas que más impacta en las conversaciones, por lo poco habitual, es la prostitución. “Tú pasas por cualquier carretera o polígono y los clubes están llenos. Pero preguntas y nadie va. Está claro que hay una mentira que hemos generado entre todos. Y luego miras que es una actividad que genera muchísimo dinero, que mueven miles de personas, que encima tiene un problema de trata de personas, etc. Pero todos nos damos la vuelta y no queremos mirar, como el típico rincón oscuro de la sociedad donde no miramos. Para nosotros era importante tratar este tema de una manera distinta”, señala el director. En la película se escuchan a hombres reconocer el uso de la prostitución, sus razones, sus arrepentimientos o no...
Los directores, con su montaje, han intentado huir de adoctrinamientos y sentar cátedras. Es decir, no esperan aquí un ensayo académico sobre la nueva masculinidad. Lo argumenta Priante. “A mí cada vez me interesan menos los blancos y negros y más los grises. Cuando alguien publica otro tipo de formatos sí que es normal que se apueste más por ir por una línea de pensamiento claro. Pero hablando de películas o documentales lo interesante es lanzar preguntas. Y que cada espectador que se quede con lo que le interese, lo interprete como quiera y saque sus conclusiones. Todo el rato intentamos evitar sentar cátedra sobre cómo debe ser un hombre feminista y correcto. Para mí, eso carece de interés, me parece más interesante ver a personas con sus contradicciones, como tenemos todos, el ver a gente dudar, gente que puede parecer que tiene las cosas muy claras a nivel de feminismo pero que luego reconocen malas prácticas...Ahí reside la verdad y el interés de la película, si no hubiéramos tenido eso no creo que la hubiéramos hecho”.
Enhorabuena hermanos. Soy Bruno Goffin, nacido en 1943, trabajando en los círculos de hombres mkp desde 2006. Os mando un abrazo fuerte.