¿Qué hacer en la “Iberia Vaciada” ante un probable escenario de colapso general?

El mundo rural, el campo y lo que le rodea genera siempre mucho debate. ¿Qué hacer con problemas como la despoblación? ¿Tenemos idealizado los “urbanitas” el ambiente rural? ¿Cómo revitalizar ciertos espacios? Son algunas de las preguntas que muchos autores han ido tratando de resolver en los últimos años. Aquello de la España vacía o vaciada ha sonado mucho de un tiempo a esta parte. El escritor y politólogo Carlos Taibo da un nuevo paso e incluye además a Portugal en su análisis. En su nuevo libro, Iberia vaciada: despoblación, decrecimiento, colapso (Catarata, 2021), intenta aplicar a estas zonas las herramientas que nacen de la perspectiva del decrecimiento y de la teoría del colapso. Porque un colapso, defiende el autor, es bastante probable que suceda.
En el libro, aparte de profundizar en el concepto y delimitación de la Iberia Vaciada, se perfila también un conjunto de propuestas relativas a lo que hay que preservar, lo que hay que recuperar, lo que hay que introducir y lo que hay que rechazar en los espacios afectados. Se presta atención a debates importantes como los relativos a la población, a las mujeres, a la neorruralidad, a las biorregiones o a la naturaleza de un modelo económico y social alternativo. “Por encima de todo, el libro quiere constituir un borrador que estimule un debate, el vinculado con el decrecimiento, que visiblemente falta”.

En primer lugar, Taibo aclara los porqués del concepto de Iberia Vaciada. “El adjetivo vaciada tiene, a mi entender, la virtud de identificar un proceso que viene de lejos y que da cuenta de la intencionalidad de muchas políticas, encaminadas a aniquilar, en los hechos, una vida rural autónoma. Aun así, no desdeño el buen sentido de otros adjetivos como vacía, despoblada, marginada o abandonada”, señala a cuartopoder.

¿Por qué incluir también a nuestro país vecino? Taibo responde: “El escenario portugués es, en este terreno, bastante similar al que se hace valer del otro lado de la frontera, y ello tanto en términos históricos como en lo que se refiere a la situación contemporánea. La aniquilación de los concejos abiertos y la pérdida de peso de los espacios comunales se han revelado por igual, sin ir más lejos, en Portugal y en España. Cierto es que hay, también, diferencias, Así, y por ejemplo, el Portugal vaciado se halla por lo general más próximo al mar que la mayoría de los territorios de la España correspondiente”.

El autor ha venido hablando sobre la teoría del colapso desde hace años. En una entrevista realizada con este medio el pasado mes de mayo señalaba que la pandemia puede ser la antesala de este colapso. En el libro se habla de que esto es inevitable. ¿No hay manera de que no ocurra algo así? ¿Es la sociedad consciente de ello? “No estoy en condiciones de afirmar de manera taxativa que el colapso es inevitable. Me contentaré con señalar que es probable o, si tengo que cargar las tintas, que es muy probable. Cierto es que cualquier consideración al respecto pende de una definición previa de lo que cabe entender por colapso. Hay gentes que piensan, con argumentos respetables, que este último ya está aquí”, señala Taibo.

En su libro, da algunas pinceladas sobre esta teoría del colapso. Algo que desarrolló también hace unos años en el libro Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo (Catarata, 2016, reeditado en 2020). Resumiendo y sintetizando, se trataría de un “proceso, o un momento, del que se derivan varias consecuencias delicadas: cambios sustanciales e irreversibles en muchas relaciones, profundas alteraciones en lo que se refiere a la satisfacción de las necesidades básicas, reducciones significativas en el tamaño de la población humana, una general pérdida de complejidad en todos los ámbitos, la desaparición de las instituciones previamente existentes y la quiebra de las ideologías legitimadoras y de muchos mecanismos de comunicación del orden antecesor. Las dos causas principales de este colapso serían el cambio climático y el agotamiento de las materias primas energéticas que empleamos.

Sobre la inevitabilidad de este fenómeno, apunta Taibo lo siguiente: “Creo, pero hablo de una intuición, que lo que está a nuestro alcance es mitigar algunas de las consecuencias más negativas del colapso y postergar un poco en el tiempo su manifestación. En el buen entendido de que no estoy seguro de que este segundo horizonte, lo de postergar, sea saludable. Igual nuestra tarea mayor debe consistir en construir ya la sociedad poscolapsista, ahora que el cambio climático no ha hecho sentir todavía sus consecuencias más negativas y ahora que todavía disponemos de materias primas energéticas en relativa abundancia. Más allá de eso, esa sociedad poscolapsista parece llamada a mostrar tres elementos saludables que se han revelado en muchos de los colapsos registrados en el pasado. Me refiero a la desjerarquización de todas las relaciones, a las ganancias en materia de autonomía local y a la rerruralización”.

Para el autor, la sociedad en general es “poco consciente de los riesgos en los que estamos inmersos”. “Y eso que determinadas manifestaciones del cine y de la literatura nos han puesto sobre aviso. No sé, por lo demás, si algunos fenómenos que han ganado terreno al calor de la pandemia no estarán llamados a acrecentar nuestro conocimiento de lo que se nos echa encima”, añade.

La perspectiva del decrecimiento y propuestas para la Iberia Vaciada

Otro de los conceptos que entra en juego en el libro, y sobre el que Taibo viene teorizando años atrás, es el decrecimiento. Su perspectiva defiende realizar un ejercicio de autocontención consciente, voluntario, colectivo y solidario. “Cualquier contestación del capitalismo desde el siglo XXI tiene que ser, por definición, decrecentista, autogestionaria, antipatriarcal e internacionalista”, afirma el autor en el libro. La propuesta del decrecimiento parte, explica Taibo, de un problema central: los límites medioambientales y de recursos del planeta. Algo, obviamente relacionado con la teoría del colapso ya mencionada.

El tercer capítulo del libro se centra en las propuestas para la Iberia Vaciada. Taibo las divide en cuatro partes: lo que hay que preservar, lo que hay que recuperar, lo que hay que introducir y, por último, lo que hay que rechazar.

En el primer punto se destacan elementos inmateriales como la sabiduría y las habilidades de la gente que vive en esas zonas. Y también elementos materiales como un menor coste de vida, una mayor salubridad, la proximidad de los alimentos que se consumen o la construcción de materiales propios en un marco general de autosubsistencia y soberanía. En el segundo punto diremos de manera rápida, como el mismo autor introduce, que se trataría de recuperar “aquellos elementos saludables del pasado que permitían perfilar modelos de autosubsistencia”.

Para Taibo, entre lo que hay que introducir en la Iberia Vaciada se encuentran cinco ámbitos: la agroecología, el desarrollo de energías renovables y autónomas, repensar la ordenación del territorio y los sistemas de transporte, propuestas relacionadas con la economía y, finalmente, aspectos que reclaman la intervención de las instituciones. Finalmente, en el punto de lo que habría que rechazar se destaca la agroindustria, la destrucción de los bosques y sus secuelas en relación a las políticas sobre el agua y toda una “trama” tecnológica y económica que está en buena medida detrás de lo mencionado.

Se defiende en el libro la idea de que las consecuencias de este colapso no serían tan tétricas en la Iberia Vaciada. Lo resume Taibo de este modo: “En efecto, aunque duras, no serán tan tétricas. ¿Por qué? Porque las regiones más deprimidas son las menos dependientes de energías y tecnologías que por definición tienen que llegar de lejos. O, por decirlo de otra manera, son las más autosuficientes en ámbitos decisivos como el de la alimentación, y ello pese a las secuelas derivadas del mal uso de los suelos, de la mecanización, del monocultivo y, en general, de la mercantilización. Hay que contraponer, sin embargo, un argumento: en la eventualidad de un colapso general lo más sencillo es que se produzca una huida masiva de población que, procedente de las grandes ciudades, y de las no tan grandes, procure espacios más habitables, algo que puede dar al traste con muchas de las ventajas comparativas que se presentan en la Iberia vaciada”.

Para Taibo, no todas las consecuencias del colapso están llamadas a ser negativas. Cómo será definitivamente la sociedad poscolapso sólo nos lo dirá, de momento, el tiempo. Y este nuevo libro es un buen material para prepararse.