‘Rojos’, la película sobre el comunismo que financió una “torre del capitalismo”

  • Hace 40 años, que son los que cumple ‘Rojos’, dirigida por Warren Beatty, se estrenaban películas de grandes dimensiones y grandes formatos
  • Durante la pausa para comer, un portavoz que representaba a los extras españoles protestó ante Beatty diciendo que sentían que estaban siendo explotados
  • “Desde esa torre del capitalismo que es la Gulf+Western se ha financiado un romance de 3 horas y media que intenta mostrar, por primera vez, simplemente algo del origen del socialismo y del comunismo estadounidenses”, dijo el director al recoger el Oscar

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Hace 40 años, que son los que cumple Rojos, se estrenaban películas de grandes dimensiones y grandes formatos. Se proyectaban en enormes pantallas y en magnas salas de cine en el centro de nuestras ciudades, estupendas salas hoy desparecidas. Fue el caso de Rojos, un milagro, una ambiciosa obra en producción y duración (se proyectó hasta con un intermedio). Solo en el año de su estreno, 1981, se estrenaron superproducciones de la magnitud de La puerta del cielo o Ragtime. El año siguiente fue el de la también gigantesca producción Ganhi.

Según la legendaria montadora Dede Allen, una de las cineastas fundamentales del Nuevo Hollywood, Warren Beatty se planteó rodar una película sobre la vida del periodista comunista John Reed en 1966, cuando ella trabajaba en Bonnie y Clyde. En unas vacaciones en la Unión Soviética, Beatty conoció a una mujer que había sido amante de Reed y le contó gran parte de su historia y su intenso romance con Louise Bryant.

Pero Beatty no fue él el primero en plantearse llevar la vida de Reed a la gran pantalla. El famoso productor Dino De Laurentiis le presentó al actor y director ruso Sergei Bondarchuk, que lo quería para hacer de Reed en un ambicioso largometraje que él dirigiría. El tipo había rodado para De Laurentiis la épica napoleónica Waterloo, superproducción de 1970 que fue una ruina y acabó con la película sobre Napoleón que tenía preparada Stanley Kubrick, director que asesoró a Beatty para usar un sistema de vídeo en el rodaje. Finalmente Beatty y Bondarchuk no se llevaron bien.

El primer borrador del guion de Rojos está fechado en 1969 y se titulaba Camaradas. El protagonista no iba a ser Beatty, sino John Lithgow, que guardaba un gran parecido con Reed. De hecho, Beatty no daba la edad para el personaje porque entonces tenía 44 años y Reed murió joven, a los 32. Mientras retocaba el guion, lo primero que rodó Beatty fueron las entrevistas a los que conocieron a Reed (sus nombres no fueron escritos en la pantalla, algo que dio más autenticidad a la ficción), entre ellos el escritor Henry Miller, que confesó que temía que Warren Beatty iba a ser un engreído. Al final los dos se llevaron de maravilla.

Lo qué más se plasmó en la prensa, eso sí, no fue la historia de Rojos, ni su guión, ni su compleja producción. Fue el romance que mantenían Warren Beatty y Diane Keaton, relación que comenzó a deteriorarse precisamente durante el rodaje. Al final se separaron y Keaton usó su experiencia para la película Después del amor, de Alan Parker. Por cierto: en la prensa también se rumoreó que la actriz tuvo un romance como Jack Nicholson, algo que nunca se demostró.

Rodaje español con protestas y conciencia obrera

La segunda película de Beatty como director tras El cielo puede esperar (codirigida con Buck Henry) tardó en rodarse casi un año y se hizo famosa por la cantidad de veces que repetía las tomas. Volvió a filmar algunas escenas hasta treinta y cinco veces. Paul Sorvino dijo que hizo hasta setenta tomas para una escena y la gran Maureen Stapleton (que ganó el Oscar gracias a la película) dijo que hizo hasta ochenta tomas para otra. "¡¿Estás loco!?", llegó a gritar ganándose el aplaudo de todo el equipo.

Jack Nicholson también llegó al límite, aun siendo amigo íntimo de Beatty. En una de sus escenas se sintió tan frustrado por tener que hacer tantas repeticiones que le dijo: “Dime qué cojones quieres y lo haré”. Lo cierto es que al final Nicholson bordó el personaje de Eugene O'Neill, papel para el que fueron considerados también Sam Shepard y James Taylor. Y con él Jack también logró su sexta nominación al Oscar. Según Warren Beatty, un tipo atractivo y conocido por sus muchas amantes, Nicholson era el único actor que haría creíble que le quitase a su chica. También tuvo razón en elegirlo aunque no se pareciese a O'Neill, un tipo de mirada grave, alto y delgado. Nicholson tenía sus dudas y le dijo a su amigo: no puedo hacer de un hombre delgado. A lo que Beatty contestó: “Tranquilo, cuando hayas hecho de O'Neill, la gente pensará que O'Neill es como tú”.

No acaban aquí las broncas con los actores. La escena en la que Pete Van Wherry (Gene Hackman) le dice a Reed (Beatty) que Louise (Keaton) ha perdido su trabajo, requirió nada menos que cien tomas. Casi le da un síncope a Hackman, que accedió a aparecer en la película sin cobrar un dólar y en un papel muy pequeño por su eterna gratitud hacia Beatty, que hizo posible su carrera al llamarlo para trabajar en Lilith y el exitazo Bonnie y Clyde. Una década después, Beatty volvió a llamarlo para un cameo en Dick Tracy y con mucho maquillaje de por medio, pero en esa ocasión Hackman sí que se rajó: “Te quiero, Warren, pero sencillamente no puedo hacerlo”. Un hombre juicioso.

Como en la era dorada de las superproducciones de Samuel Bronston o Carlo Ponti, parte de Rojos se rodó en España, concretamente en Madrid, Sevilla, Segovia y Granada. La mejor anécdota del rodaje se refiere al rodaje español. Mientras filmaba una escena de multitudes, Beatty explicó a los extras españoles la filosofía de los derechos de los trabajadores de John Reed para ayudarlos a motivarse y actuar como es debido. Durante la pausa para comer, un portavoz que representaba a los extras españoles protestó ante Beatty diciendo que sentían que estaban siendo explotados. Finalmente el director accedió y los extras lograron un aumento de sueldo.

La Unión Soviética siempre vio con recelo la interpretación del nacimiento del comunismo por parte de Hollywood. Mientras filmaban en exteriores en Finlandia, la producción tuvo problemas con las autoridades locales por presiones de las autoridades soviéticas, que amenazaron con dejar de tener buenas relaciones con sus vecinos. A tanto llegó la presión de los rusos, que el novelista anticomunista Jerzy Kosinski (íntimo amigo de Beatty y que interpreta a Grigory Zinoviev) dudó en trabajar en Rojos porque temía ser secuestrado por el K.G.B. mientras rodaban en Finlandia. La amistad de Warren Beatty y Kosinski (que se suicidó en su bañera en 1991) fue tal, que al acabar el rodaje, exhausto, Beatty y se recuperó en la casa de su amigo. Había perdió muchos kilos y sufría de laringitis.

Otro de los que sufrió en el rodaje fue el famoso director de fotografía Vittorio Storaro, que venía de rodar con Francis Ford CoppolaApocalypse NowyCorazonada. Storaro no entendía que Beatty quería mover la cámara lo mínimo. Tampoco lo entendía su equipo italiano, deprimido ante tan poca acción. Finalmente, Storaro, que estuvo a punto de dimitir, entendió lo que quería Beatty. Los dos continuaron siendo amigos y trabajaron juntos en películas como Ishtar, Dick Tracy o Bulworth.

Un montaje final de tres horas y cuarto

Editar Rojos fue una tarea titánica. Sesenta y cinco personas trabajaron en la edición y posproducción de la película, que duró medio año y dos años desde el inicio de la fotografía principal.

La cadena ABC se interesó por la película, pero pidieron a Warren Beatty que la presentase en un montaje más corto de las tres horas y cuarto que dura finalmente la película. Beatty, un tipo tan coherente como terco, se negó en redondo y la película nunca fue emitida en la cadena.

Rojos
Imagen de la película. / Paramount Home Entertainment

El estreno, los Óscar y la torre del capitalismo

Como hicieron con muchos films americanos de los ochenta, Ronald y Nancy Reagan pidieron ver la película en su sala de proyección de la Casa Blanca. Warren Beatty aceptó asistir a la proyección a pesar de detestar el pensamiento de Reagan. Beatty no era, ni mucho menos, comunista, pero sí simpatizante de la verdadera izquierda dentro del Partido Demócrata. En 1972 participó, junto a Jack Nicholson, en la campaña electoral a favor de George McGovern, el Bernie Sanders de la época. A Reagan, por cierto, le gustó Rojos. Solo criticó que no tuviera un happy end.

En los Oscar Warren Beatty se convirtió en la tercera persona en ser nominada a Mejor Actor, Mejor Director y Mejor Guión Original en una película que también fue nominada a Mejor Película. Antes solo lo habían logrado Woody Allen para Annie Hall y Orson Welles por Ciudadano Kane.

En aquellos Oscar también ocurrió un milagro. En la 54ª ceremonia, celebrada el 29 de marzo de 1982 en el Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles, sonó La Internacional hasta tres veces. Uno de esos momentos en los que la orquesta tocó La Internacional fue cuando Beatty recogió su premio como mejor director, Oscar que le entregó Jack Lemmon. En su discurso, Beatty dijo: “Desde esa torre del capitalismo que es la Gulf+Western se ha financiado un romance de tres horas y media que intenta mostrar, por primera vez, simplemente algo del origen del socialismo y del comunismo estadounidenses”.

Tras la agotadora experiencia de Rojos, Warren Beatty no volvió a actuar hasta Ishtar (1987), un desastre de taquilla y crítica, y no volvió a dirigir hasta Dick Tracy (1990), acogida con tibieza. Hoy, cuarenta años después, Rojos es, con mucha diferencia, su mejor película como director (de las seis que ha dirigido), una magnífica historia sobre amar sin poseer y un gran fresco de los orígenes del comunismo en Estados Unidos y su expansión por el mundo. Un film adulto, sabio y exigente que en el Hollywood de hoy es sencillamente impensable. Lo dicho: un milagro.

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1 Comment
  1. Julio Loras Zaera says

    «Rojos» fue una muy olvidable película en la que nada aparecía, con visos de cierta autenticidad, de aquellos «Diez días que estremecieron al mundo» ni de la «conversión» personal de John Reed al comunismo («conversión» que no lo fue tanto, puesto que ya estaba «tocado» por la Revolución Mexicana). Lo más ridículo de toda la película son las manifestaciones obreras, que no se parecen ni siquiera a las descafeinadas y ritualizadas que por entonces (me refiero al tiempo de rodaje) tenían lugar en los EEUU.

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