Las salas de música programan su “último concierto” para el 18N por su crítica situación

  • Las pérdidas que acumularán las salas de conciertos de nuestro país hasta final de año sumarán 120 millones de euros. Se han cancelado unos 25.000 conciertos
  • “Con esta campaña queremos evidenciar que las salas de conciertos estamos viviendo el peor momento de la historia"
  • “Nos gustaría que la administración entendiera que el trabajo de salas es un bien cultural del país"

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Las pérdidas que acumularán las salas de conciertos de nuestro país hasta final de año sumarán 120 millones de euros. Se han cancelado unos 25.000 conciertos desde marzo hasta finales de este año. Una situación que afecta a 5.000 trabajadores directos y un par de decenas de miles indirectos. Las cifras asustan. Por ello, un grupo muy importante de salas de conciertos y asociaciones de música en directo de todo el Estado se han unido para programar su “último concierto”, previsto para el próximo 18 de noviembre. La situación que viven, denuncian, es la más crítica y nunca experimentada por el sector.

La campaña, lanzada hace unos días, incluye un manifiesto que comienza de esta manera: “La desaparición de salas es ya una triste realidad causada por la pandemia, pero sobre todo por la falta de acción y voluntad política de la administración que en este momento no es lo suficientemente consciente de que, como uno de los sectores más afectados por la crisis donde la mayoría de los espacios no han podido abrir sus puertas todavía, necesitamos una atención proporcional a nuestro grado de afectación si no queremos encontrarnos con un empobrecimiento y la desertificación cultural de nuestro territorio que por desgracia puede ser irreversible”.

Todos los conciertos se podrán seguir por streaming de forma gratuita en la web de la campaña. Cada sala ya ha ido publicando estos días los artistas invitados. Por ejemplo, en Gruta 77 (Madrid) tocará Johny Burning; en Razzmatazz (Barcelona), casi 40 artistas como Dorian, Carolina Durante, Hinds o Los Punsetes, entre otros. En Apolo, Green Valley, Muchachito o La Casa Azul; en Salamandra (Barcelona), La Pegatina o Manu Chao; en Paris 15 (Málaga), Danza Invisible o Tabletom. Y así en decenas de salas participantes en diferentes ciudades.

El sector de la cultura ya se movilizó recientemente bajo la plataforma Alerta Roja, una protesta sin precedentes. “Todo pertenece al mismo saco, el de la desprotección de la cultura. Todos trabajamos al límite, somos un sector muy débil y cuando viene un poco de viento nos derrumbamos”, señala a cuartopoder Javier Olmedo, gerente de la asociación madrileña La Noche en Vivo.

“Con esta campaña queremos evidenciar que las salas de conciertos estamos viviendo el peor momento de la historia. Es una situación ya muy crítica y la vemos día a día por el cierre de las salas y por el contacto que tenemos desde las asociaciones con los socios, que están al límite del aguante”, añade Olmedo. Según señala, las salas de música no han recibido ayudas y están llenos de créditos que han solicitado, los están pagando sin tener ingresos y no saben cómo enfrentarse a pagar los que solicitaron antes del verano. “La realidad es que la pandemia está siendo más larga de lo que se esperaba. Estamos pensando en varios meses por delante difíciles”, afirma.

A pesar de haber surgido iniciativas puntuales, el sector está cerrado al 100% desde marzo. “La campaña es un grito de auxilio, de concienciación. Y de decir, señores, nos vamos a la mierda”, afirma con rotundidad Olmedo. Alerta de las consecuencias que tendría la desaparición de un sector como este. “Como desaparezcan las salas, muy difícilmente van a aparecer personas de nuestro perfil que quieran montar salas de conciertos. Lo más normal es que se conviertan restaurantes de moda o que los compre un supermercado”, afirma.

Para Lluis Torrents, gerente de la sala Razzmatazz en Barcelona, y presidente de la asociación de salas de conciertos en Catalunya, esta campaña pretende visibilizar el estado real de las salas. “No quiere ser una advertencia ni una amenaza. Sencillamente queremos que la gente se dé cuenta, y en especial la administración, de lo que está pasando. Y es que ya hay salas que han cerrado. Las salas están cerrando, ya no pueden más”, explica a este medio. En este sentido recuerda que no hay otro subsector, salvo los parques interiores de juegos infantiles, que esté igual. “Otros sectores ha podido abrir. Quien más quien menos ha podido mantener cierta actividad aunque nadie esté ganando dinero durante esta pandemia excepto algunas empresas grandes”, afirma.

“Los gastos mínimos de estar cerrados nos están comiendo y nos estamos endeudando a un ritmo bestial. Por parte de la administración, las poquísimas ayudas no han dado absolutamente para nada. Da la sensación de que la administración no es consciente de que lo nos vamos a encontrar es un panorama de desaparición de salas importante”, añade Torrents.

Música en directo como trabajo

Los impulsores de la campaña reconocen un problema de fondo que también ha sido comentado por diferentes artistas durante estos meses. La poca consideración social hacia la cultura y a tratarla como un empleo más. “A los artistas en directo les siguen preguntando qué tal el grupete. Aquí no tenemos conciencia de trabajador de la cultura. Nadie puede entender que si tienes una sala de conciertos trabajas de eso. No hemos transmitido la importancia y de que sea un trabajo más. Parece que da vergüenza trabajar en cultura”, señala Olmedo. Según su punto de vista, “hay que decirle a la sociedad que la cultura es imprescindible”. “No solo por el hecho social sino porque es un desarrollo y motor económico fuerte”, añade.

Para Torrents, esta desconsideración pasa además más especialmente con la música. “Ya cuesta mucho que la gente le de la importancia que se merece a la cultura, pero la música suele ser el hermano pobre. Muy poca gente considera que la sica sea cultura. Dentro de la música, la gente puede entender que Mozart o Bach son cultura pero le cuesta más pensar en AC/DC o Rosalía como cultura. Cuesta mucho que la gente lo entienda. No se entiende que la gente se gana la vida así y la música es una carrera”, afirma.

El gerente de Razzmatazz opina que “la ciudadanía tiene derecho a disfrutar de la cultura” y “el Gobierno está obligado a promover y hacer llegar la cultura a todo el mundo”. En Catalunya, apunta, se ha declarado la cultura como bien esencial, “pero no ha servido demasiado” a la hora del cierre de cines, teatros o salas. “Esos derechos hay que llenarlos de contenido político. Tienes que tener derecho a ir a un teatro o salas de conciertos porque las iglesias sí están abiertas”, comenta.

“Nos gustaría que la administración entendiera que el trabajo de salas que ofrecen una programación artística y musical estable de proximidad durante todo el año, es un bien cultural del país y que poder disponer de espacios donde el baile y la música actúan como nexo que amalgama la capacidad de disfrutar, relacionarse y enriquecerse social y culturalmente, no solo es una necesidad que gran parte de la población tenemos en diferentes momentos de nuestra vida, sino un servicio que debemos ofrecer y un derecho esencial de la ciudadanía que debe ser garantizado”, termina el manifiesto.

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